A Fondo
¿Qué es el «Modo cine» de los ajustes de tu tele? ¿Deberías usarlo?
Si hablamos de algo llamado «Modo cine», es probable que lo primero que le venga a la cabeza a muchas personas es completar la experiencia de ver una película en la tele con un quintal de palomitas (que es más o menos la cantidad de ellas que podremos hacer en casa con el mismo presupuesto que necesitamos para comprar el envase mediano en el cine) y un refresco de cola gigante. Nada que objetar, aunque yo siempre, desde que era niño, he sido más de bolsa de patatas fritas y un refresco de naranja.
Pero no, no estamos hablando de intentar llevar la experiencia de ver una película en una sala de cine a nuestro hogar en términos gastronómicos, aún cuando ya puedes comprar palomitas con esencia de trufa para microondas… no, hablamos de trasladar un elemento clave, que es la experiencia visual, algo que vistas las prestaciones de los televisores actuales, cada vez más rápidos y con más funciones de mejora, parece verdaderamente sencillo, ¿verdad? Pues lo cierto es que no.
Más bien al contrario, aunque pueda sorprenderte, hay muchas mejoras que, en realidad «deterioran» la calidad deseada de un audiovisual. ¿Y qué es eso de la calidad deseada? Pues, en resumen, el modo en el que los principales responsables de la parte técnica de la grabación y la edición de la película desean que ésta sea vista, desde su proporción de aspecto hasta el uso de unos determinados ajustes de iluminación, son muchos los factores que no quedan al azar, sino que son fruto de una intención muy concreta.
La imagen superior, extraída de Amelie (Jean-Pierre Jeunet, 2001) muestra, muy claramente, a lo que me refiero. Como puedes ver, la parte izquierda de la misma nos muestra lo que Jeunet (que siempre ha sido particularmente detallista en lo referido al aspecto visual de sus películas) quería que viéramos cuando Amelie rompe la cuarta pared, mientras está en el cine, para contarnos una de esas cosas que tanto le gusta hacer. En la parte derecha de la misma, puedes ver el efecto de un postprocesado automático que intenta reducir la dominante azul (que es intencional), modificar levemente la iluminación (que también es intencional) y llevar a cabo algunos ajuste que «corrigen» otros elementos (que… sí, eso, también son intencionales).
Que el salto de la gran pantalla a la pequeña se traduzca en modificaciones visuales (en algunos casos auténticos crímenes) no es algo nuevo. Es más, cuando el televisor era considerado una amenaza para la continuidad del cine (sí, eso pasó), productoras y salas optaron por formatos cada vez más panorámicos, imposibles de reproducir en los televisores de la época. Como respuesta a ello, en Estados Unidos se optó por una técnica, denominada pan & scan, que básicamente consiste en recortar parte de los laterales de la imagen hasta encajar el resultado en la proporción de aspecto del televisor.
Obvia decir que esto indignó a no pocos directores, creando quizá uno de los precedentes iniciales para la llegada del modo cine. Como nota interesante, en Europa se optó por una solución mucho más sencilla e, indiscutiblemente, acertada: las famosas barras negras que se muestran sobre y bajo la imagen. Y puede parecer que digo que es mejor por una especie de eurochovinismo, pero bajo este párrafo puedes comprobar la diferencia entre pan & scan y las barras negras en uno de los fotogramas más recordados de El Graduado (Mike Nicols, 1967), contando con una señal para pantallas con una proporción de aspecto 3:2
Como puedes ver, pan & scan consiste, básicamente, en mutilar la imagen. Claro, que en aquellos años también se exploró otra opción, consistente en comprimir horizontalmente la imagen hasta encajarla en la resolución de aspecto deseada. Veamos el efecto, de nuevo, de tomar el original y llevarlo hasta una proporción de aspecto 3:2.
No es necesario ser un purista de la imagen para llegar a la conclusión de que, si bien este método no sacrifica parte de la imagen, sí que la deforma hasta convertirla en algo que, por totalmente irreal, llega a ser grotesco. ¿A que visto así las barras horizontales ya no te parecen tan mala idea?
Eso sí, es importante aclarar, en este punto, que no estamos hablando del uso de un sistema anamórfico para la grabación con su respectiva contraparte para la reproducción, pues si hablamos de cine esta técnica se ha empleado para poder capturar una imagen de tipo panorámico en celuloide diseñado para una proporción de aspecto 3:2, que fue el estandarizado (de una manera no muy legal, eso sí) por Eastman Kodak y Thomas A. Edison a principios del siglo XX.
Modo cine
Vuelvo a lo que nos ocupa, el modo cine, que también puedes encontrar en los ajustes de algunos televisores como «Filmmaker Mode», y que es una iniciativa puesta en marcha ya hace tiempo por profesionales y estudios, que ven como las funciones de mejora automática de la calidad de imagen se traducen, en muchos casos, en una modificación sustancial de la imagen tal y como fue concebida por sus creadores, algo que puede llegar a arruinar por completo la intencionalidad subyacente en dichas decisiones técnico-artísticas.
En respuesta a dicha demanda, y especialmente cuando los televisores empezaron a ser más inteligentes en lo referido a postprocesado automático de la imagen, nació la iniciativa Filmmaker Mode, que plantea una configuración de imagen específica para la visualización de las películas tal y como llegaron a las salas de cine. Esta configuración comprende varios ajustes, que se recogen en la página web de la iniciativa:
Desactiva todo el postprocesamiento (por ejemplo, suavizado de movimiento) para contenido SDR y HDR, preservando las relaciones de aspecto, colores y velocidades de fotogramas correctas para una experiencia más cinematográfica en televisores Ultra HD.
Parámetros de imagen y visualización
- Mantener la velocidad de fotogramas y la relación de aspecto del contenido original
- Punto blanco: D65
- Suavizado de movimiento/Interpolación: DESACTIVADO
- Sobreexploración: Sólo si se indica con la imagen
- Afilado (sharpening): APAGADO
- Reducción de ruido de TV: APAGADO
- Otros procesos de “mejora” de imagen: APAGADO
Así, al elegir el modo cine en la configuración de tu televisor (si es que cuenta con él, claro está), estarás ajustando automáticamente todos los puntos vistos en la lista anterior para, de este modo, disfrutar del contenido más o menos tal y como lo deseaban sus creadores. ¿Y por qué «más o menos»? Pues porque, claro, salvo muy contadas excepciones, todo ha sido pensado, principalmente, para verse en una pantalla enorme y a oscuras. Pero, claro, la tecnología todavía no ofrece la posibilidad de que una tele de 42 pulgadas pueda expandirse hasta ocupar el tamaño de una pantalla de cine, y que además pueda eliminar temporalmente todas las fuentes de luz que la rodean.
¿Merece la pena emplear el modo cine? La respuesta corta es que sí, pues todos los aspectos que se asegura de conservar pueden jugar un papel clave a la hora de transmitir información. La más extensa es que sí, pero con algunas contadas excepciones. La principal, además de las relacionadas con determinadas discapacidades visuales, tiene que ver, sin duda, con la iluminación del espacio en el que vamos a ver la película. Si podemos recrear la (falta de) iluminación de una sala de cine, entonces sin duda debemos emplear el modo cine. Sin embargo, para entornos/momentos luminosos, esto puede traducirse en que las imágenes más oscuras puedan llegar a ser prácticamente imperceptibles.
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