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WASP-193b, el exoplaneta «algodón de azúcar»
La observación de los exoplanetas en ocasiones nos trae algunos descubrimientos sorprendentes, y desde luego WASP-193b se encuentra en esa lista de hallazgos que asombran no solo a profanos de la materia, también a astrónomos, físicos y demás expertos. Y esto es totalmente comprensible, pues aunque el ser humano lleva milenios estudiando el espacio, y a lo largo de las últimas décadas hemos visto avances espectaculares a este respecto, todavía es mucho lo que desconocemos y lo que aún no somos capaces de comprender.
La física teórica ha permitido (y sigue haciéndolo) despejar incógnitas o, al menos, formular teorías o hipótesis sostenibles con los datos, pero en ocasiones se producen descubrimientos que obligan a reformular las teorías, teniendo en cuenta para tal fin los datos más recientes. Y esto es algo en lo que observaciones como las que nos proporcionan dispositivos como el veterano y querido Hubble o el mucho más reciente y fascinante James Webb, hacen una aportación excepcional.
Pero lo primero es hablar del descubrimiento, y ya a posteriori poner el foco en la «sorpresa» que ha planteado a la comunidad científica, que una vez más se encuentra ante algo que no cuadra con respecto al conocimiento actual. Y el descubrimiento, como podemos leer en el paper publicado por los investigadores, es que el exoplaneta WASP-193b tiene una densidad semejante a la del algodón de azúcar, es decir, increíblemente baja. ¿Cuánto? Pues alrededor de un 1% de la densidad de la Tierra.
No es ésta la única diferencia de WASP-193b con respecto a nuestro planeta ya que, debido a la gran cercanía que mantiene con respecto a la estrella que orbita, un año (es decir, el tiempo que tarda en completar una órbita completa) se produce en tan solo 6,25 días terrestres. De nuevo, por dar contexto, recordemos que Mercurio, el planeta más cercano al Sol de nuestro sistema, completa dicho movimiento en 81 días terrestres. Pero esto no debe hacer pensar que hablamos de un planeta pequeño, pues en realidad hablamos de un gigante gaseoso, con un tamaño que es aproximadamente el 1,5x el de Júpiter.
Lo más sorprendente no es, eso sí, la naturaleza de WASP-193b, sino la edad de su estrella anfitriona. Y es que, según los modelos actuales, para que el planta tenga dicho tamaño, la edad de la estrella debería de ser de alrededor de 10 millones de años, es decir, que debería ser joven. Sin embargo, con la información existente hasta ahora, se estima que su edad es de 6.000 millones de años, por lo que, a falta de más datos, no son capaces de determinar cómo ha llegado a adquirir estas propiedades.
No obstante, esto puede cambiar si los investigadores cuentan con la colaboración del James Webb, y es que confían en que los datos que puede proporcionar el telescopio aportarán la información necesaria para conocer mejor la naturaleza y el origen de WASP-193b.
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