Análisis
Ford Kuga FHEV, terrenos
So I start a revolution from my bed Oasis (Don’t Look Back in Anger. 1995)
Huele a quemado. A través de las gafas rotas el cielo es azul. El techo no está. Tampoco los fluorescentes. Sigo escuchando el zumbido del generador. Pero el generador tampoco está. El zumbido desaparece y escucho el aire que mueve las hojas de unos árboles que no veo. Porque lo que veo es el cielo. Y es azul. Estoy tumbado sobre un prado porque siento en mi espalda la presión de la hierba y la sensación de la humedad del rocío que empapa la bata del laboratorio. Me quito las gafas. Con la mano izquierda. Miro mi mano derecha algo chamuscada. Aún sujeta la palanca. Es evidente que aquí no es donde debería estar. Me duele el cuerpo pero supongo que es buena señal. Señal de que estoy vivo. Respiro hondo. Otra señal de que estoy vivo. Tampoco están las paredes. Ni el suelo de hormigón. Ni los carteles. Los carteles que avisan de que la radiación es peligrosa. Siempre nos burlamos de los carteles. La radiación es peligrosa. Pero más peligroso es… lo que hacemos con ella.
Empiezo a recordar. Tiré de la palanca. Y luego un ruido, pero no era una explosión. Más bien como si se desgarrara una gran tela. Entonces se acercó todo y luego se alejó como si se lo llevara un sumidero. Y el sumidero se llevó el techo y las pareder y el suelo. Y a Paul. Y a Bárbara. Y a la máquina de café. Y al generador. Me falta un diente. Creo que me lo he tragado. Pero algo no encaja en todo esto. No estoy tumbado sobre un montón de escombros. Estoy en un prado bajo el cielo. Azul. Me siento. Suelto la palanca para masajearme la mandibula. También me duele. Siento que necesito un café. Pero la máquina no está. Se ha ido junto al techo, a la pared, junto a Bárbara que tiene pecas. No pegan con su edad ni con su nariz. Siempre manchada de tiza. Estoy cansado. Me tumbo. Cierro los ojos. Quiero dormir. Las fórmulas de la pizarra no me dejan. Y luego la tierra se estremece. Una vez. Dos veces. Más veces. Más fuerte. Algo se acerca. Algo se detiene. Cerca. Algo grande, muy grande me echa el aliento sobre la cara. Estoy cansado pero no puedo dormirme. Porque cuando despierte seguirá estando allí.
Siempre me ha fascinado lo extendida que está la expresión «falsa sensación de…» normalmente asociada a seguridad. Una expresión a todas luces errónea, ya que no se trata de falsas sensaciones sino de sensaciones de algo que no es cierto por lo que la expresión correcta sería «sensación de falsa seguridad». Pero la verdad es que es mucho más poética la primera porque en realidad es intrigante pensar en qué consiste una falsa sensación o una sensación falsa ¿un engaño de la mente? ¿Un estímulo fantasma? ¿Un anhelo, miedo, intuición que convertimos en sensación? Sea como sea siempre estas falsas sensaciones o percepción de falsas verdades se adaptan bastante, y llevo ya el agua a mi molino, al concepto de SUV.
Modelo analizado | Ford Kuga |
Motor y acabado | ST-Line X 2.5 FHEV 140 kW (190 CV) |
Potencia | 190 CV (152 CV Gasolina, 125 CV Eléctric0) |
Velocidad máxima | 196 Kmh |
Aceleración o-100 | 9,1 s |
Largo/ancho/alto | 4614/1883/1675 mm |
Potencia máxima RPM | 190 CV 4.500 rpm |
Par máximo Nm/RPM | 250 Nm |
Caja de cambios | Automático variador contínuo |
Web | https://www.ford.es/ |
Precio | 35.561 euros |
Los SUV nacieron a imagen y semejanza de los todoterreno y han tenido un éxito realmente grande en el mundo del motor, a veces incluso puede decirse que sorprendente y una de las posibles explicaciones son… las sensaciones (parcialmente) falsas. Dan sensación de vehículos espaciosos, cuando en muchos casos los monovolúmenes lo son más, de ser más seguros, cuando en realidad un turismo bien diseñado y equipado puede ser igualmente seguro y resistente, más robustos, cuando no tienen por qué serlo más que un turismo, o incluso de poder realizar trayectos todoterreno, cuando en muchos casos ni siquiera disponen de tracción integral. Luego se añaden otras sensaciones más subjetivas como al de dominio de la carretera.
Esto no quita que los SUV se hayan convertido en una buena opción para aquellos que necesiten espacio y se conviertan en modelos cómodos para viajar con amplitud. Un buen ejemplo es el Ford Kuga, un SUV que lleva ya desde 2007 poblando el catálogo del fabricante americano y que se ha convertido en todo un clásico en las listas de opciones de compradores de este tipo de vehículos. En la actualidad además ofrece además de las virtudes de un coche espacioso de más de 4,6 metros de longitud, dispone de una muy amplia gama de motorizaciones.
Híbrido sin enchufes
En nuestro caso hemos elegido para la prueba la opción FHEV que es la denominación de Ford para el sistema de propulsión híbrida no enchufable. En el Kuga que probamos se trata de un motor de gasolina de 2.5 litros y 152 caballos de potencia combinado con un motor eléctrico de 125 caballos para una potencia combinada de 190 caballos. Dentro de la gama Kuga podemos optar por propulsión diésel, gasolina, de hibridación ligera o híbridos enchufables además de la mencionada híbrida que elegimos para el test.
El exterior del Ford Kuga sigue las líneas que se esperan de un SUV de última generación. Cada vez más alejados de la imagen de todoterreno recio con pinceladas de diseño que sintronizan con lo deportivo. De hecho esta nueva versión se aleja mucho de la imagen del Kuga de generaciones anteriores que tenía aspecto de coche más austero. El frontal es alargado con una rejilla central inspirada en la del Ford Puma y grupos ópticos alargados.
También luce un generoso spoiler en la parte inferior con una toma de aire central en color negro que subraya el aspecto agresivo de esta parte delantera. El capó muestra unos relieves que añaden otro toque de dinamismo. En el lateral también se han abandonado las superficies lisas y rectas para dotar de volumen a la carrocería con la intención de restar seriedad al diseño. La línea del coche se remata en la parte trasera bajando hasta un spoiler en la parte superior rompiendo también con el encaje más cuadriculado y vertical del Kuga de generaciones anteriores.
Aunque ha perdido esa verticalidad que buscaba maximizar el espacio, la parte trasera es quizás la que más se asemeja al diseño anterior. Dos grupos ópticos que se separan en dos al abrir el maletero, un parachoques de gran tamaño y doble escape en la parte inferior. Los reflectantes hundidos en los laterales son quizás el toque más desenfadado del diseño de la parte de atrás del coche. El conjunto es agradable y mucho más dinámico y moderno aunque este desmarque estético pueda dejar perplejos a más de uno al recordar al viejo Ford Kuga.
Mucha amplitud
Nada más abrir la puerta del conductor el interior transmite amplitud, gracias también en nuestro caso a la aportación de luz natural que otorga el techo solar una vez abierto. Los asientos de la parte delantera son muy cómodos y se accede a ellos con mucha facilidad. El tacto de la combinación de tela y cuero sintético es agradable y el diseño de la banqueta y el respaldo es muy bueno y envolvente por lo que sujetan de forma muy eficaz cuando las condiciones de conducción así lo reclaman. Las costuras en rojo del acabado ST line les dan un toque más deportivo.
Los acabados son buenos en general con buenos ajustes de las piezas aunque encontramos algún elemento de plástico duro y rugoso que desentona con el resto del habitáculo. El diseño y la distribución de los mandos y pantallas es conservador en el sentido que no hay grandes alardes en las formas o el tipo de éstos, pero gracias a su buena disposición todo resulta intuitivo a la hora de usarlo y al alcance de la mano en todo momento. Esta sencillez en la concepción también se puede ver en el sistema de información y entretenimiento.
La pantalla de 12,4 pulgadas se encuentra en la parte superior del salpicadero, por lo que no tendremos que apartar la vista de la carretera para consultarla. Su funcionamiento responde al sistema Sync 3 de Ford compatible con Android Auto y Apple Car play con menús sencillos y muy visibles con información muy completa aunque la gráfica tenga un diseño algo anticuado. En la parte de abajo hay un espacio para dejar el teléfono móvil que dispone de carga por inducción, aunque como casi siempre el tamaño es algo justo. También encontraremos tomas USB y de 12 voltios para la alimentación.
En el túnel central encontramos el selector de cambio, que en este caso se trata de una ruleta que permite seleccionar cada modo de funcionamiento. Junto a ella encontramos el accionador del freno de mano eléctrico y botones para cambiar el modo de funcionamiento del vehículo. Podemos seleccionar modo Eco, Sport o normal. También podemos activar o desactivar el sistema de aparcamiento mediante un botón que encontraremos junto al resto.
Espacio atrás
En la parte trasera los asientos también son cómodos y hay mucho espacio para las piernas así como en altura. De los SUV de tamaño similar, de hecho, es en el que más cómodos podemos viajar atrás. Un pequeño pero es la plaza central, algo más dura e incómoda de lo que suele ser habitual. Una gran ventaja es la posibilidad de que la banqueta trasera pueda moverse de forma longitudinal para configurar el espacio del habitáculo y del maletero.
En la parte trasera los pasajeros disponen de dos salidas de aire y una toma USB para la carga de dispositivos. En lo que respecta al maletero, éste tiene una capacidad de 411 litros con la posibilidad de ampliarlo abatiendo los asientos hasta los 1.481 litros. Algo escasos pero justificados por la presencia de la batería. La superficie es regular con un tapizado robusto y agradable, aunque los pasos de rueda restan bastante espacio en los laterales. También dispone de una luz y la cortinilla se eleva con el portón para dejar un acceso más cómodo para la carga.
Antes de comenzar con la prueba dinámica echamos un vistazo a las características de la motorización de este Kuga. Sobre el papel 190 caballos son una buena carta de presentación para mover el coche con soltura a pesar de tener una masa considerable. Como en otros híbridos podremos seleccionar modos de uso del sistema de propulsión, desde el modo Eco que prioriza el uso del motor eléctrico hasta el modo Sport que utiliza ambos motores al máximo. Además de estos dos modos podemos seleccionar normal, terreno húmedo y sendero. En todo caso cuando pisemos a fondo ambos motores entrarán en funcionamiento.
Buen ciudadano
Una vez al volante realizamos primero la prueba urbana. Como ocurre con todos los modelos híbridos el uso del motor eléctrico al arrancar nos garantiza silencio y suavidad de conducción. A baja velocidad aunque entre en funcionamiento el motor de explosión el nivel de ruido es bajo y el coche se mueve sin brusquedad. En la pantalla apenas tendremos información del funcionamiento del sistema, solamente podremos ver cuándo está actuando cada motor y si la batería se carga o se descarga.
En carretera descubrimos que el nivel de ruido también es relativamente bajo, mérito que hay que atribuir también al sistema de insonorización del habitáculo. Cuando la conducción es tranquila el coche no se revoluciona demasiado pero cuando exigimos del acelerador el Kuga también adolece del problema del cambio de marchas de otros competidores híbridos y el motor se revoluciona mucho, aunque menos de lo que podemos percibir en modelos de la competencia, gracias también a los 125 caballos de potencia del motor eléctrico que contribuyen mucho a que el de explosión no tenga que intervenir a menudo.
En cualquier caso el coche responde muy bien al acelerador y permite realizar recorridos en carretera a un ritmo elevado. La aceleración es muy buena para un coche de su tamaño, consigue llegar a los 100 kilómetros por hora desde parado en 9,1 segundos. En recorridos virados el Ford Kuga se ha mostrado lo suficientemente ágil pero sus reacciones no son tan rápidas como las de otros SUV más dinámicos. Sin embargo es un coche muy seguro en curva con una excelente adherencia incluso a velocidades elevadas.
Una de las características más sobresalientes es lo comedido del consumo de combustible pero sobre todo el que no haga falta especial cuidado para mantenerlo bajo. Sobre todo y como es habitual en los vehículos híbridos, el consumo es bajo en ciudad pero en el Ford Kuga especialmente ya que nos hemos mantenido casi siempre por debajo de los 7 litros a los 100 kilómetros. En carretera el consumo aumenta significativamente pero siempre con una cifra bastante baja y constante.
Conclusiones
Esta nueva encarnación del Ford Kuga ha sido toda una sorpresa desde el punto de vista del aspecto exterior, ya más emparentado con el dinámico Puma que con sus antecesores. Mantiene las bondades más relevantes de este modelo: la comodidad y el espacio interior, además de un buen confort de marcha acentuado en este caso por una motorización híbrida especialmente suave y silenciosa. Lástima en este punto que el cambio hace en ocasiones que el coche se revolucione mucho, pero ocurre en menos ocasiones de lo que ocurre en otros modelos de la competencia.
Una agradable sorpresa adicional ha sido el consumo que se ha mantenido bastante bajo en casi todas las circunstancias de la prueba. Eso además hace que la autonomía sea bastante grande y a que los 45 litros de gasolina del depósito cundan mucho. Esto hace del Ford Kuga un coche muy recomendable para viajar además de una oportunidad interesante pues tiene un precio muy ajustado para ser un SUV de ese tamaño con sistema de propulsión híbrida no enchufable.
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