De Stardew Valley gustan hasta sus bugs
Todo, absolutamente todo, lo que rodea a Stardew Valley, tiene un toque único, consecuencia inevitable de toda la historia que rodea al desarrollo, lanzamiento y posterior evolución del juego, así como de la también sorprendente actitud de su creador, Eric Barone, que por razones más que de sobra ha sabido ganarse el cariño de la comunidad, e incluso la simpatía de quienes, pese a no conocer el juego o tener solo algunas leves referencias sobre el mismo, saben de su actitud con respecto a sus jugadores.
Un ejemplo reciente de ello lo encontrábamos hace unos días, cuando se supo que se había terminado su propio juego como jugador, y que no dudó en responder con consejos e indicaciones a algunas de las personas que le preguntaron sobre cómo podían ellos alcanzar también ese hito. Y esto es solo un ejemplo, el epicentro de todo lo encontramos en su política de publicar grandes actualizaciones, repletas de nuevo contenido, y que son totalmente gratuitas y que no incrementan el precio del juego.
La más reciente de las mismas es Stardew Valley 1.6, que vio la luz para PC a principios de este año, y que ayer mismo dio el salto a consolas y smartphones. Ahora bien, eso es lo referido a actualizaciones mayores, pues en realidad la versión más actual, disponible en este momento en Steam, es la 6.10, publicada hoy mismo, apenas 24 horas después de que se liberara la versión 6.9, de manera paralela al debut de las versiones que acabo de mencionar que debutaron ayer.
¿Y por qué se ha apresurado a publicar la versión 6.10? Pues porque se identificó rápidamente que la anterior, la 6.9, tenía un fallo por el que, en unas condiciones muy concretas, las gallinas de los jugadores podían desaparecer. Así las cosas, Barone ha corrido como la pólvora para resolverlo, lo que es muy de agradecer. Ahora bien, lo que resulta todavía menos común que esa celeridad a la hora de resolver un fallo, es el modo en el que éste fue encajado por la comunidad.
En el mensaje en Twitter en el que Eric Barone informaba sobre el fallo, Barone bromeaba afirmando que había aparecido un coyote salvaje en las granjas afectadas. Una simple broma que no hizo que el desarrollador descuidara su compromiso con el juego y los jugadores y que, por lo tanto, lo resolviera con celeridad. Ahora bien, ¿qué ha hecho la comunidad? Pues aceptar de muy buen grado que el coyote invisible pase a formar parte del lore de Stardew Valley, al punto de que hasta es posible que, ya sea el propio Barone o algún desarrollador mediante algún mod, termine sumando a tan temible criatura.
No diré que este es el único caso en el que un bug se gana el cariño de los jugadores. Por ejemplo, todavía recuerdo el bug que te permitía dejar de ser el hombre araña en Spider-Man: Miles Morales, para convertirte en una estufa de exterior. O, más recientemente, las físicas totalmente «rotas» de Gran Turismo 7, que convertían el simulador de conducción en una experiencia que prometía ser tan caótica como Goat Simulator. Ahora bien, esos eran graciosos por sí mismos, mientras que en este, la clave se encuentra en como ha sido interpretado y encajado por la comunidad. Eso es lo realmente excepcional, y una prueba más de que Stardew Valley es una joya.