Si eres un ciervo, no te cruces con un Tesla
A día de hoy, en general, Tesla sigue siendo una marca con valoraciones muy positivas por buena parte de la población. Y esto el lógico, claro, puesto que durante bastante tiempo la compañía se situó en la vanguardia de la innovación en el mundo del motor, con coches que trasladaron al mundo del motor buena parte de la experiencia propia de los dispositivos de electrónica de consumo tan presentes en nuestras vidas. Algo a lo que además, claro, se suma su apuesta por el 100% eléctrico, un modelo que ahora empieza a estar un tanto cuestionado, pero que durante bastantes años ha sido el gran paradigma de la sostenibilidad en el mundo del motor.
El problema es que, con los años, han sido bastantes las razones que han ido ocasionando que muchas personas (entre las que reconozco incluirme) hayan ido minorando la nota global que le concedían a la marca y su propuesta. Y por si eres de las personas que me leen de manera habitual y piensas que mi animadversión hacia Elon Musk tiene algo que ver, te diré que, con mucho, ese es el menos importante de los muchos puntos en contra de la marca.
Probablemente el más relevante de todos es el relacionado con la conducción autónoma. Musk lleva años diciendo que el nivel 5 (el máximo, que ni siquiera requiere de la presencia de volante, pedales, etcétera) de conducción autónoma está a la vuelta de la esquina, pero lo cierto es que, a día de hoy, los sistemas de conducción autónoma de la compañía todavía se encuentran en el nivel 2. Vamos, que como llevamos tiempo diciendo, y algunas entidades públicas ya han decidido prohibir, Tesla se ha especializado en vender humo.