No malgastes dinero al montar tu nuevo PC: seis errores que no debes cometer
Montar un PC nuevo puede convertirse en un auténtico desafío. Si queremos conseguir una configuración equilibrada y bien afinada tendremos que seleccionar cuidadosamente los componentes en función de nuestras necesidades, de nuestro presupuesto y también de las condiciones del mercado en cada momento en concreto.
Cada componente que escojamos afectará en mayor o menor medida al rendimiento de otros componentes, y establecerá una relación de dependencia que siempre deberemos tener en cuenta para evitar errores graves. Por ejemplo, una tarjeta gráfica de gama alta necesitará ir acompañada de un procesador más potente que una de gama media, y un PC para juegos necesitará menos memoria RAM que uno enfocado a edición de fotografía y vídeo.
El equilibrio es importante, pero al mismo tiempo en ocasiones puede ser beneficioso introducir ciertos desequilibrios para priorizar componentes, porque estos tendrán un mayor impacto en el rendimiento de nuestro PC con determinadas aplicaciones. No obstante, esos desequilibrios siempre deben entrar dentro de lo razonable, es decir, no podemos caer en disparates como montar, por ejemplo, un PC con una GeForce RTX 4090 y un Intel Pentium G.
Montar un buen PC no es fácil, eso está claro, pero la enorme cantidad de información que existe actualmente ha tenido, curiosamente, un efecto negativo en este sentido, porque ha dado pie al surgimiento de muchos mitos que no han hecho más que aumentar la cantidad de errores que muchos usuarios acaban cometiendo cuando se deciden a montar su nuevo equipo.
La mayoría de esos mitos os llevarán a cometer errores que pueden costaros mucho dinero. Tras publicar la guía dedicada al montaje de mi nuevo PC me replantee este tema, y hoy he decidido compartir con vosotros una nueva guía en la que os voy a explicar los seis errores más importantes que podemos cometer en este sentido.
Seis errores que te harán malgastar dinero al montar tu nuevo PC
1.-Sobredimensionar en exceso los componentes
Es el error por excelencia a día de hoy. Tenemos tendencia a pensar que siempre es mejor gastar más para comprar algo superior a lo que teníamos previsto inicialmente, pero en realidad ocurre todo lo contrario, porque hay componentes que cuando los sobredimensionamos en exceso nunca llegaremos a aprovecharlos de verdad, y al final habremos hecho una inversión que no vamos a rentabilizar.
Obvia decir que este error es muy amplio y afecta a una gran cantidad de componentes, pero no es nada difícil de entender, y os voy a poner los ejemplos más habituales para que tengáis un guion concreto que os sirva como referencia y os ayude a resolver cualquier duda:
- Comprar un procesador con más núcleos de los que necesitas. Por ejemplo, si vamos a montar un PC centrado en juegos no tiene sentido montar una CPU de más de seis núcleos y doce hilos.
- Elegir una fuente de alimentación que excede con creces las necesidades del equipo. Esto puede tener sentido en modelos concretos de gama alta con certificaciones 80 Plus Platino o Titanio que ofrecen una mayor eficiencia cuando trabajan con una carga media del 50% o 60%, pero no en modelos inferiores.
- Comprar más memoria RAM de la que necesitamos. Por ejemplo, para un PC gaming tendremos bastante con 16 GB configurados en doble canal.
- Adquirir una memoria RAM muy rápida y con latencias extremadamente ajustadas. Este tipo de memoria ofrece un mayor rendimiento, pero la diferencia que marca en la mayoría de los casos es mínima, y sin embargo tiene un precio muy alto, lo que hace que no merezca la pena la inversión.
- Una tarjeta gráfica demasiado potente para la resolución a la que vamos a jugar. Así, por ejemplo, no tendría sentido comprar una GeForce RTX 4080 SUPER, una Radeon RX 7900 XTX o una GeForce RTX 4090 para jugar en 1080p.
- Adquirir una placa base de gama alta con funciones y prestaciones que realmente no necesitamos, y que nunca vamos a llegar a utilizar.
- Comprar sistemas de refrigeración que superan con creces los requisitos de la configuración que vamos a utilizar. Os dejo otro ejemplo, un Intel Core i5-12400F no necesita un kit de refrigeración líquida todo en uno con un radiador de 360 mm.
Puede que te estés preguntado si entonces no vale la pena invertir nunca un poco más en mejorar algunos componentes del equipo, pero esta pregunta es diferente, porque estamos hablando de sobredimensionar en exceso, y no de invertir un poco más. Sí hay casos en los que invertir un poco más en uno o varios componentes en concreto puede ser una buena idea, como por ejemplo comprar una CPU de 6 núcleos y 12 hilos en vez de una de 4 núcleos y 8 hilos para montar un PC gaming, o comprar una GeForce RTX 4070 SUPER en vez de una GeForce RTX 4060 Ti de 16 GB para jugar en 1440p.
2.-Confundir rendimiento con estética
Otro error importante que nos puede costar mucho dinero, porque la estética no siempre va unida a un buen nivel de rendimiento. Muchos fabricantes se aprovechan de esto para lanzar componentes con acabados de alta calidad, diseños únicos y mucha iluminación LED RGB que tienen un precio muy superior al de otros componentes más sencillos, y que sin embargo ofrecen prácticamente el mismo nivel de rendimiento, o solo son marginalmente más potentes.
No caigas en este truco, al final la estética es una cosa y el rendimiento es otra. Si quieres gastar dinero en mejora la estética de tu PC estás en tu derecho, pero ten claro que la iluminación LED RGB y toda la parafernalia que traen algunos componentes no afectarán de ninguna manera a su rendimiento.
Os puedo poner muchos ejemplos, pero uno de los que ha venido directamente a la cabeza son los SSDs con iluminación LED RGB que llegaron al mercado hace un tiempo, y también las tarjetas gráficas que traen pantallas LCD y sistemas de refrigeración de cuatro ranuras acompañadas de iluminación LED RGB por doquier. Estos componentes normalmente no rinden más que otros modelos similares en especificaciones pero con diseños mucho más sencillos.
La estética en PC conlleva un coste, todos lo sabemos, pero esto no es lo que os estoy explicando en este punto. Solo quiero que os quede claro que un componente más «bonito» que otro no va a ser mejor ni a rendir mucho más solo porque tenga una estética mucho más cuidada. Si a pesar de todo queréis pagar más por disfrutar de esa estética perfecto, pero que al menos cometáis el error con conocimiento de causa.
3.-Elegir los componentes pensando muy a largo plazo
Este punto guarda una profunda relación con el de sobredimensionar los componentes, pero tiene una diferencia importante, y es que en este caso lo hacemos siendo conscientes de que ahora mismo no los vamos a aprovechar, pero a pesar de ello incurrimos en el gasto extra que esto representa pensando que los aprovecharemos en un futuro, y que gracias a ellos el PC nos va a durar más tiempo.
A lo largo de los años se han dado casos en los que esto tenía cierto sentido. Por ejemplo, los que montaron en su momento un Core 2 Quad en vez de un Core 2 Duo se encontraron con una mayor vida útil y disfrutaron de un rendimiento superior en juegos, cosa que fue especialmente evidente cuando se inició la transición en juegos a configuraciones de 2 núcleos y 4 hilos.
Sin embargo, a día de hoy este enfoque ha perdido casi todo su sentido por cuatro grandes razones que es necesario analizar de forma individualizada:
- El precio de los componentes baja mucho con la llegada de cada nueva generación, lo que hace que la inversión que hemos hecho se devalúe con gran rapidez.
- Esa rápida devaluación puede hacer que los componentes que hemos elegido pierdan casi todo su valor incluso antes de que lleguemos a aprovecharlos.
- Con cada nueva generación llegan al mercado nuevos componentes que pueden superar el rendimiento de los que tenemos con un precio inferior.
- Los componentes que se mantienen durante varios años suelen perder soporte, no son compatibles con nuevas tecnologías y al final su vida útil real es inferior a lo que habíamos imaginado.
Lo ideal es adquirir los componentes lanzando una mirada a largo plazo pero siendo razonables, y afinando con cuidado para que tampoco tengamos que actualizar el equipo en unos meses o en un año, sin obsesionarnos en montar un PC con vistas a que nos dure ocho, nueve o incluso diez años.
Os pongo un ejemplo, si vamos a jugar en 1080p y montamos una GeForce RTX 4090 pensando que con ella estaremos sobrados para jugar en los próximos 10 años estaremos cometiendo un error muy grave, porque en esos 10 años dicha tarjeta gráfica habrá sido superada por entre cuatro y cinco generaciones gráficas, y estará muy por detrás incluso de la gama media económica del momento.
Siguiendo con el ejemplo anterior, sería mejor optar por un modelo de gama media como la GeForce RTX 4060, y dentro de tres o cuatro años actualizar a la gama media del momento. En este caso habríamos invertido solo unos 650 euros en ocho años y tendremos acceso a las nuevas tecnologías que vayan llegando al sector, mientras que en el caso anterior habríamos gastado casi 2.000 euros en una tarjeta gráfica, y al final nos quedaríamos sin esas nuevas funciones y ya no recibiríamos mejoras ni optimizaciones a nivel de drivers.
4.-Asimilar gaming con potencia y buen rendimiento
No sé la de veces que habré escuchado a gente decirme cosas como «me he comprado la versión gaming» de tal componente, y lo hacen dando por hecho que al llevar el distintivo «gaming» ofrecen un buen rendimiento y son una compra acertada. Nada más lejos de la realidad, he visto tarjetas gráficas que no podrían mover ni un buscaminas en 3D con la etiqueta gaming en la caja, así que no, esto no es garantía de nada, solo es un sacacuartos.
La palabra gaming se ha convertido en un reclamo muy quemado que curiosamente todavía sigue siendo muy efectivo, y debemos aprender que un componente que traiga ese distintivo no tiene por qué ser capaz de ofrecer realmente una buena experiencia en juegos, de hecho puede ser todo lo contrario. Para descubrir si un componente ofrece un buen rendimiento lo mejor es buscar análisis de medios especializados y de confianza, sin más.
Es importante que sean medios de confianza porque hoy en día es muy fácil decir que se ha analizado algo a fondo y que es un buen producto cuando en realizado no se ha hecho. También hay casos de análisis que no están bien enfocados porque no tienen en cuenta la realidad del mercado o de la gama en la que se encuadra un componente, o porque simplemente al ser de una marca concreta entra en juego la parcialidad del medio.
Os pongo un ejemplo, la Radeon RX 7600 XT que lanzó recientemente AMD no es un mal producto en sí mismo, pero si tenemos en cuenta su rendimiento, su precio y lo que podemos encontrar en el mercado dentro de su gama hay opciones más interesantes por un poco más de dinero, como la GeForce RTX 4060 Ti, por ejemplo. No decir esto en un análisis de esta tarjeta gráfica es malo para el lector.
5.-Evitar las tarjetas gráficas económicas con diseños de referencia
Un error que deriva en parte del punto número dos, y es que también es fácil pensar que los diseños de referencia de tarjetas gráficas y los modelos más económicos y modestos no valen la pena, que es imprescindible gastar más dinero en los modelos tope de gama. Es cierto que hace un tiempo había muchos casos en los que esto sí que era cierto, pero hoy en día los modelos de referencia ofrecen un valor excelente.
La diferencia de rendimiento entre una tarjeta gráfica de gama alta con un diseño y una calidad de construcción premium puede ser, frente al modelo de referencia, de entre un 1% y un 3% en el mejor de los casos, y porque la primera suele traer overclock. Si a cambio hemos pagado 100, 200 o incluso 300 euros más por ella está claro que desde la perspectiva del rendimiento esa inversión no nos habrá compensado.
Si os preocupa la estética y la calidad de construcción tenéis como alternativa los modelos de referencia de AMD y las Founders Edition de NVIDIA, que suelen cuidar mucho ambos aspectos y tienen un precio similar o idéntico al de los modelos de gama básica de las principales ensambladoras. Con todo, tened en cuenta que su stock suele ser limitado, y que en ocasiones no es nada fácil encontrar unidades disponibles.
Con esto no quiero decir que las tarjetas gráficas con diseños premium no valgan la pena. Al final estas tienen una estética que aporta valor a nivel de imagen en cualquier PC, y suelen contar con sistemas de refrigeración más potentes y silenciosos, lo que puede redundar en temperaturas más bajas. Todo esto implica que ofrecen un valor diferencial comparadas con los diseños más económicos, pero no debemos caer en el error de pensar que son mucho más potentes que aquellas, ni de rechazar de plano esas versiones más asequibles pensando directamente que no valen la pena.
6.- Obsesionarte con el equilibrio de componentes
Es uno de los errores más frecuentes, y de los más importantes. Es cierto que equilibrar los componentes de un PC es muy importante, pero debemos contextualizar esto de una manera apropiada, porque de lo contrario podremos acabar dándole más importancia de la que tiene realmente, y esto puede llevarnos a gastar demasiado dinero en componentes que realmente no necesitamos.
Os pongo un ejemplo que me ocurrió recientemente cuando me pidieron ayuda con una configuración para un PC de gama alta con un presupuesto abultado. En esa configuración elegí una placa base de gama media que iba totalmente sobrada para mover el procesador elegido, que era un Ryzen 7 7800X3D. También opté por montar dos unidades SSD PCIe Gen4 de 2 TB de capacidad que eran bastante económicas pero ofrecían un excelente nivel de rendimiento.
La persona que me pidió ayuda para elegir la mejor configuración me dijo que por qué no había montado una placa base de gama alta ni unidades SSD PCIe Gen5, y apuntó que igual estaba creando «desequilibrios graves» y «cuellos de botella» con esa decisión. En este caso no hay ningún cuello de botella ni ningún desequilibrio grave, porque:
- La placa base iba sobrada para las características y requisitos del equipo.
- Las unidades SSD sumaban 4 TB y alcanzaban velocidades de 5.000 MB/s, un rendimiento totalmente óptimo para juegos, que era su objetivo principal.
Con el ahorro que conseguíamos al utilizar una placa base de gama media frente a una de gama alta, unos 200 euros, y al optar por unidades SSD PCIe Gen4 en vez de PCIe Gen5, casi 400 euros de ahorro, fue posible montar una GeForce RTX 4090 en vez de una GeForce RTX 4080. La primera costaba en aquel momento 1.799 euros, y la segunda casi 1.200 euros.
Ese PC debía ser capaz de mover juegos en calidades máximas y resolución 4K con total fluidez, así que distribuir el presupuesto de esa manera era lo más inteligente para conseguir el mejor resultado posible con la inversión realizada. Si me hubiera obsesionado con ese falso equilibrio habría acabado instalando una GeForce RTX 4080, y habría renunciado a ese 30% más de rendimiento que ofrece la GeForce RTX 4090 de media en juegos.