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Procesadores que generan su propia energía, un sueño que está un poco más cerca

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Los procesadores, como cualquier otro componente electrónico, tienen un consumo de energía determinado que puede variar en función de muchos aspectos, como su propia configuración y también en función de la carga de trabajo que deban afrontar. Así, por ejemplo, un Ryzen 9 7950X puede consumir un máximo de 225 vatios a plena carga, mientras que un Intel Core i9-143900K puede superar los 300 vatios, y un Ryzen 7 7800X3D rondará los 83 vatios.

Como cualquier otro componente, los procesadores obtienen la energía que necesitan a través de la placa base, y esta de la fuente de alimentación. Durante su funcionamiento normal pueden llegar a generar una gran cantidad de calor, un problema que algunos científicos han intentado convertir en algo positivo buscando maneras de convertir ese calor en energía.

La idea es muy interesante, ya que podría llevarnos a un escenario en el que el procesador sería capaz de reconvertir el calor que genera en una porción de energía que les permitiría funcionar de una manera semiautónoma. No podría ser capaz de funcionar de manera totalmente autónoma, sin suministro de energía adicional por parte de la fuente de alimentación, porque no podría empezar a producir calor sin dicha fuente, como es lógico.

Procesadores que utilizan el calor para generar energía, ¿realmente es posible?

Gracias a una investigación realizada en Europa podemos decir que estamos un paso más cerca de conseguirlo. Dicha investigación nos ha permitido descubrir una aleación de silicio, germanio y estaño que puede convertir el calor residual en electricidad, lo que representa un logro muy importante que podría ayudarnos a fabricar procesadores mucho más eficientes y parcialmente autosuficientes.

Hasta ahora, el mayor problema que se encontraban los científicos cuando intentaban buscar una manera de aprovechar ese calor residual estaba en los materiales, y es que muy pocos materiales son capaces de convertir el calor en energía eléctrica, y ninguno de ellos se podía aplicar de forma directa en los procesos de fabricación de semiconductores.

Esa realidad hizo pensar a los científicos en la posibilidad de buscar una aleación que supliera las carencias de esos materiales individualizados, y esto fue todo un acierto, ya que esa aleación puede aprovechar el calor generado incluso por debajo de los 80 grados C para convertirlo en energía eléctrica, y además se puede integrar con relativa facilidad durante el proceso de fabricación de semiconductores.

La implementación de esta aleación se podría realizar en una gran variedad de chips, no solo en procesadores, lo que hace que este logro sea mucho más importante, ya que abre las puertas a una nueva era en el mundo de la computación electrónica en términos de autosuficiencia, sostenibilidad, eficiencia y autonomía. Pensad, por ejemplo, en cómo podría mejorar un smartphone equipado con este tipo de tecnología, o en los avances que permitiría en un ordenador portátil.

De momento se encuentra en una fase temprana y puede que pasen años antes de que veamos este descubrimiento integrado en soluciones comerciales, pero no por ello deja de ser interesante, y como dije abre todo un mundo de posibilidades.

Imagen de portada generada con IA.

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