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El botón de turbo de los PCs viejos hacía que el equipo funcionase más lento
La mayoría de los que tuvimos un PC entre los 80 y principios de los 90 sabemos perfectamente qué era el botón de turbo, una función muy curiosa que hacía todo lo contrario a lo que podríamos imaginar, ya que no aceleraba el equipo y no hacía que este ofreciera un mayor rendimiento, sino que hacía que este funcionase más lento.
El botón de turbo estaba colocado en el exterior del PC, cerca de la zona donde estaban los botones de encendido y de reseteo del equipo. En la mayoría de los casos también podíamos ver una pantalla con números cerca de este botón, que indicaban la velocidad en MHz a la que funcionaba el procesador.
Cuando activábamos el turbo la velocidad del procesador no subía, sino que bajaba en gran medida, tanto que la diferencia de rendimiento podía llegar a ser enorme. Esa reducción de la velocidad de trabajo del procesador tenía un objetivo concreto, ofrecer una compatibilidad mejorada con aplicaciones, juegos y programas antiguos que funcionaban demasiado rápido sobre procesadores actuales.
Al activar el modo turbo y reducir la frecuencia del procesador se producía una pérdida de rendimiento que hacía que esos programas de legado funcionasen con normalidad, y que además fuesen menos propensos a sufrir cierres espontáneos y bloqueos.
Por qué era necesario el botón de turbo
Cuando se programó el software que en aquella época era considerado como de legado los desarrolladores utilizaban el procesador para realizar las mediciones de tiempo. Esto quiere decir que cosas tan importantes como los patrones de los personajes en juegos, sus movimientos y cualquier acción medida en segundos se calculaba tomando como referencia la velocidad de trabajo del procesador.
Por ejemplo, si un arma en un juego de acción disparaba una vez cada dos segundos calculaba los disparos realizados en el tiempo según la frecuencia de la CPU. Si el juego se había desarrollado para funcionar sobre un procesador a 20 MHz este era capaz de completar 20 millones de ciclos en un segundo, lo que significa que el juego sabía que tenía que esperar a que se completaran 40 millones de ciclos para llegar a dos segundos y reflejar el disparo del arma.
Ahora piensa en lo que ocurrió cuando llegaron los procesadores a más de 100 MHz. Ese mismo juego tendría un serio problema, porque una CPU a 100 MHz completaría 100 millones de ciclos en un segundo, lo que significa que en un segundo el arma se habría disparado casi tres veces, y que por tanto ese juego funcionaría casi el triple de rápido. Esto afectaba a todas la acciones en juegos que dependían del tiempo medido de esa forma, y os puedo confirmar que algunos clásicos iban absurdamente rápidos en mi Pentium a 133 MHz.
El botón de turbo reducía la frecuencia del procesador a una velocidad específica y hacía que este funcionase mucho más lento, lo que mejoraba la compatibilidad con juegos y programas antiguos que medían el tiempo a partir de los ciclos por segundo del procesador. Algunos juegos seguían funcionando más rápido de lo normal, pero pasaban a ser jugables.
Con el paso de los años este botón acabó por desaparecer por causas diversas, aunque sin duda las dos razones más importantes fueron las mejoras a nivel de desarrollo y compatibilidad, algo en lo que Windows y su apuesta por el soporte de las aplicaciones legado marcaron un importante punto de inflexión, y también por la capacidad de los procesadores de ajustar automáticamente su frecuencia de trabajo de forma dinámica.
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