A Fondo
Xbox Next Gen con CPU Intel y GPU NVIDIA, un análisis a fondo de cómo podría ser esta consola
La Xbox Next Gen va a suponer un salto enorme frente a la generación actual. Esto es lo que dijo Phil Spencer, jefe de la división Xbox en Microsoft, durante su última aparición en público en el podcast dedicado a Xbox, un evento muy interesante que nos dejó también algunos detalles importantes sobre la estrategia de la compañía de cara a los juegos exclusivos de dicha consola.
Esas palabras de Phil Spencer sobre la Xbox Next Gen generaron mucha expectación, y avivaron los rumores que dicen que Microsoft podría apostar por Intel y NVIDIA para desarrollar su consola de próxima generación. Interesante, sin duda, y tiene sentido, porque para conseguir ese gran salto técnico sería necesario un gran cambio a nivel de hardware.
Ahora mismo no hay nada confirmado, así que es imposible dar nada por sentado, pero esta posibilidad me parece tan interesante que he querido compartir con vosotros un análisis a fondo donde voy a profundizar sobre esta cuestión. Antes de nada, creo que es importante recordaros que esta no sería la primera vez que Microsoft recurre a Intel y a NVIDIA para diseñar una consola, puesto que la primera Xbox montó una CPU Pentium III y una GPU NVIDIA GeForce 3, ambas con diseños personalizados.
¿Sería viable una Xbox Next Gen con CPU Intel y GPU NVIDIA?
Sin duda, sería perfectamente viable, aunque está claro que para dar forma a esta configuración Microsoft tendría que volver a separar CPU y GPU. Cada uno de estos componentes estaría integrado en un chip independiente, montado sobre el PCB y con su propia base de contacto que recogería el calor y lo llevaría a un radiador compartido con los demás elementos que generan calor (memoria y almacenamiento SSD).
Muchas consolas han utilizado este tipo de diseños con resultados excelentes. Xbox es un buen ejemplo, pero también podemos citar otras como Dreamcast, PS2, PS3 y Xbox 360. Estas fueron las últimas que utilizaron un diseño con CPU y GPU separadas, ya que con la llegada de PS4 y Xbox One se adoptó la APU como solución unificada, una estrategia que se ha mantenido hasta nuestros días y que tiene sus ventajas, pero también sus desventajas.
La ventaja más importante que representa utilizar una APU es la reducción de costes. Por un lado tenemos CPU y GPU, los dos componentes más caros de una consola, integrados en una única pastilla de silicio y bajo contrato con una única empresa, lo que puede suponer un ahorro importante. Por otro lado, tenemos también el ahorro que esto representa a la hora de diseño e integración en el PCB y en el subsistema de memoria unificada.
Al adoptar una configuración de CPU y GPU separadas Microsoft podría desarrollar un diseño más eficiente y mejor equilibrado tanto a nivel de consumo como de potencia. El calor generado por ambos componentes ya no se concentraría en un único encapsulado, y el gigante de Redmond podría acceder a nuevas arquitecturas y nuevas tecnologías que resultan muy prometedoras en una consola, aunque sobre este tema profundizaremos en el siguiente apartado.
La Xbox Next Gen tendría una CPU mucho más avanzada y soporte de NVIDIA DLSS
Intel ha hecho un trabajo muy bueno con Meteor Lake, esto es algo que no admite ninguna discusión. El rendimiento de estos procesadores es excelente en términos de IPC, tienen un consumo muy ajustado y vienen con una NPU que permite acceder a funciones avanzadas de IA con un alto grado de eficiencia. Imaginad lo que una CPU de estas características podría dar de sí en una Xbox Next Gen.
El consumo y el calor no serían un problema en absoluto, y para muestra un botón. El Intel Core Ultra 7-155H tiene 6 núcleos de alto rendimiento, 8 núcleos de alta eficiencia, 2 núcleos de bajo consumo y 22 hilos, y se puede configurar con un TDP mínimo de 20 a 28 vatios. En este caso, el único problema sería el coste del procesador, pero es aquí donde sería fundamental para Microsoft negociar con Intel el desarrollo de una versión personalizada con recortes para reducir costes.
Tened en cuenta que estoy hablando de Intel Meteor Lake porque es la referencia que tenemos actualmente, pero que en realidad si Microsoft decidiera utilizar un procesador Intel en su Xbox Next Gen este no se encuadrará en la generación actual, sino que por su posible fecha de lanzamiento debería estar basada en el diseño de Lunar Lake o, en el mejor de los casos, en Panther Lake. Estas futuras generaciones de procesadores Intel utilizarán arquitecturas más avanzadas que tendrán un mayor IPC y una eficiencia superior.
Con respecto a la GPU, en la generación actual ya tenemos núcleos gráficos que NVIDIA podría portar sin ningún problema a una consola de sobremesa. Dentro de la gama media el AD107 utilizado en la GeForce RTX 4060 es un excelente ejemplo, ya que tiene un TGP de 115 vatios, y podría tocar techo con el AD104 utilizado en la GeForce RTX 4070, que tiene un TGP de 200 vatios. Ese es precisamente el TDP máximo que tiene la GPU de Xbox Series X.
Cualquiera de esas dos GPUs supera de forma clara a la GPU que utiliza Xbox Series X, ofrecen un rendimiento mucho mayor en trazado de rayos y cuentan con tecnologías mucho más avanzadas que marcan una diferencia enorme, como DLSS 2 Super Resolution y DLSS 3 Frame Gen. Sin embargo, ninguna de ellas se utilizaría en una Xbox Next Gen, porque hablamos de una consola que llegaría, como muy pronto, entre 2026 y 2027.
Para esas fechas, NVIDIA ya tendrá en el mercado las GeForce RTX 60, sucesoras de la próxima generación que llegará este mismo año, identificada como GeForce RTX 50 y basada en la arquitectura Blackwell. Con esto quiero decir que esa hipotética Xbox Next Gen basada en CPU Intel y GPU NVIDIA debería estar configurada, en el peor de los casos, con un núcleo gráfico de la serie GeForce RTX 50, o con uno de la serie GeForce RTX 60 en el mejor de los casos.
Cabe esperar que en dos generaciones el gigante verde introduzca nuevas tecnologías integradas en su ecosistema NVIDIA DLSS que aprovechen la IA para mejorar el rendimiento en juegos, y también veremos la llegada de nuevos núcleos RT para acelerar trazado de rayos con mayor potencia y nuevas funciones, como ha ido ocurriendo con cada nuevo lanzamiento en las generaciones anteriores.
También hay que destacar una cosa muy importante, y es que NVIDIA no ha externalizado la caché en sus GPUs, y por tanto una Xbox Next Gen con GPU NVIDIA contaría con una gran cantidad de caché L2, lo que le permitiría ofrecer un rendimiento más consistente en resoluciones más elevadas sin tener que utilizar un bus de memoria más grande. Las GPUs de AMD utilizadas en las consolas actuales vienen con una caché L2 muy pequeña, y carecen de caché L3.
¿Qué potencia podría tener la GPU de Xbox Next Gen si utiliza una solución de NVIDIA?
Es una pregunta muy interesante, y antes de contestarla quiero daros algo de contexto. La GPU de NVIDIA que utilizó Xbox fue todo un ejemplo a seguir, ya que ofreció una potencia tan enorme que dejó en evidencia a PCs de la época que eran mucho más caros, y fue capaz de mover juegos tan exigentes como DOOM III, Far Cry Instincts y Half-Life 2.
La GPU que utilizaba PS3 era básicamente una GeForce 7900 GT personalizada que mantenía los 24 sombreadores de píxeles, los 8 sombreadores de vértices y las 24 unidades de texturizado, pero reducía el número de unidades de rasterización de 8 a 16 y el bus de memoria de 256 bits a 128 bits. A pesar de todo fue capaz de dar vida a maravillas como Killzone 3, que tuvo un apartado gráfico impresionante, y The Last of Us.
En el caso de Xbox, su GPU todavía era de gama alta cuando la consola llegó al mercado (finales de 2001), y en el caso de PS3 su GPU también se podía considerar como de gama media-alta, ya que tuvo la mala suerte de debutar justo al mismo tiempo que la serie GeForce 8000 de NVIDIA, que utilizaba ya una arquitectura de sombreadores unificados que no diferenciaba unidades para píxeles y vértices.
Si Xbox Next Gen llega al mercado en 2026 y utiliza una GPU NVIDIA esta estará basada en la arquitectura de la serie GeForce RTX 50, aunque puede que conste con algún tipo de personalización que la acerque a la próxima generación de NVIDIA, como ya ocurrió en su momento con la GeForce 3 que montaba la Xbox original.
Por lo que respecta a la potencia, por cuestiones de coste y de consumo estaríamos hablando de una solución de gama media o media-alta en el mejor de los casos, es decir, de una GPU basada en la que montarían las GeForce RTX 5060 o GeForce RTX 5060 Ti. Siguiendo con la evolución que han tenido las tarjetas gráficas de NVIDIA en las últimas tres generaciones esto quiere decir que, en el mejor de los casos, la GPU NVIDIA de esa Xbox Next Gen podría tener una potencia bruta similar a la GeForce RTX 4070 SUPER.
El salto de potencia sería enorme comparado con la generación actual, tanto en rasterización como en trazado de rayos, y encima esa nueva consola ofrecería soporte total de las tecnologías NVIDIA DLSS Super Resolution, DLSS Frame Generation y DLSS Ray Reconstruction. La experiencia que ofrecería esa consola sería muy parecida a la que tendríamos con un PC gaming bastante potente, y el trazado de rayos sería realmente viable con esta configuración.
Resto de componentes y posible precio de esa Xbox Next Gen
Si partimos de una configuración de memoria unificada, que francamente es lo más probable ya que Microsoft nunca ha abandonado esta modalidad en sus consolas, la Xbox Next Gen debería montar entre 24 GB y 32 GB de memoria. Por fecha de lanzamiento dicha memoria será de tipo GDDR7, y estará acompañada de una unidad de almacenamiento de alto rendimiento que, probablemente, se acerque a los 10 GB/s en lectura y escritura secuencial.
Con la experiencia que tiene Microsoft tanto en el mundo del PC como en el de las consolas no lo tendría difícil para diseñar un sistema de refrigeración eficiente, capaz de mantener bajo control CPU, GPU y el resto de componentes. Hay que destacar además que los núcleos gráficos que podría utilizar el gigante de Redmond serían gama media o gama media-alta, y que el consumo de este tipo de núcleos suele ser bastante bajo.
Podemos esperar también la inclusión de un nuevo chip de sonido de alta calidad compatible con Dolby Atmos, y un sistema operativo basado en Windows pero altamente personalizado para minimizar su peso y su consumo de recursos. Para que os hagáis una idea os recuerdo que la versión que utilizan Xbox Series X y Xbox Series S apenas consume 2 GB de memoria en total, incluyendo aplicaciones básicas.
El precio es, sin duda, una de las grandes dudas que me plantea una Xbox Next Gen como la que os acabado de describir. Sería extremadamente potente y creo que tendría un diseño redondo en todos los sentidos, ya que no sería necesario incurrir en niveles de consumo y calor inseguros. Pensad que una CPU Intel como la descrita podría integrarse con un TDP controlado de 28 vatios, y la GPU con un TGP de 160 vatios, lo que nos dejaría un total de 188 vatios, menos de los 200 vatios de Xbox Series X.
Al final todo dependerá de los acuerdos que sea capaz de cerrar Microsoft con Intel y con NVIDIA, y de lo dispuestas que estén estas dos empresas para volver a introducir su hardware en una consola de alto rendimiento. Si el gigante de Redmond juega bien sus cartas, y si está dispuesto a asumir pequeñas pérdidas por unidad vendida que luego podrá compensar con la venta de software y de servicios, esa Xbox Next Gen podría situarse en la franja de los 600 euros, en el mejor de los casos.
Puede que se precio os parezca elevado, pero ofrecería un valor excelente comparado con lo que costará un PC a su nivel dentro de su generación, como ya ocurrió en su momento con Xbox, que tenía un precio excelente si la comparábamos con un PC similar de aquella época. Como siempre, estará atento a futuras filtraciones para contaros todo lo que se vaya sabiendo sobre esa esperada Xbox Next Gen.
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