¿Por qué los juegos en nube siguen sin atraer a la mayoría de los usuarios?
El sonoro fracaso de Google Stadia mostró la dificultad de crear servicios de juegos en la nube viables. Frente al éxito total de los dedicados a series, películas o música, la industria de los videojuegos sigue sin conseguir un despliegue masivo y es que la mayoría de usuarios prefiere jugar en local.
Y es que la experiencia de transmitir videojuegos es mucho más complicado que el contenido típico de series y pelis. Aquí los jugadores salta, se mueven o pelean en un mundo interactivo y cambiante. Es necesario no solo una potencia de servidores descomunal, sino máquinas clientes más avanzadas, juegos optimizados para esa plataforma y una conexión a Internet de alto nivel tanto en velocidad como en latencia.
Juegos en nube
Es obvio que este tipo de servicios tiene sus ventajas y con el tiempo lograrán imponerse a un uso masivo. Pero todavía hay cuestiones a superar, como las que han señalado en HowToWeek y con los que estamos bastante de acuerdo:
La demanda máxima es un problema. La transmisión en la nube en un servidor central es un servicio conveniente que permite el acceso de todos, pero la infraestructura disponible siempre es limitada. Lo vemos cuando sale un juego nuevo de éxito a los que quieren acceder millones de usuarios al mismo tiempo. La degradación del servicio se produce en los picos de tráfico y los jugadores no quieren perder ni un minuto esperando turno.
Las redes no son consistentes al 100%. Las redes físicas que componen Internet son inimaginablemente complejas, y cuando utilizas un servicio que requiere una precisión y capacidad de respuesta medidas en milisegundos, no es difícil tener problemas. Hay veces que el control de datos desde los servidores a un dispositivo no existe.
El DRM definitivo. La preocupación por la piratería es justa, pero los intentos por solventarla son cuestionables. Y hablamos de las ‘restricciones digitales’ que imponen algunas distribuidoras y que llegan al extremo en los juegos en la nube. El juego nunca sale del hardware remoto y el jugador pierde por completo el control del mismo. Imagina que pasado mañana el proveedor decide eliminar de su servicio un juego que adoras. Algo que no sucederá nunca si es de tu propiedad.
No puedes elegir el hardware. Cuando juegas en la nube, el hardware está fuera de tu alcance y pierdes la coherencia que aporta la propiedad privada de tus propios componentes. Además, hay servicios cuyo rendimiento difiere según el nivel de suscripción que pagues.
Compromiso entre rendimiento y calidad. Aquí no hay milagros y el streaming ofrece una peor calidad visual si quiere mantener un rendimiento aceptable. La transmisión de juegos siempre tendrá importantes compromisos de calidad en comparación con la imagen sin procesar proveniente de la GPU de un PC jugando en local.
Las leyes de la física y la latencia. Las señales digitales pueden moverse a la velocidad de la luz y llegar instantáneamente a cualquier dispositivo aunque el servidor esté al otro lado del planeta. La teoría es muy bonita, pero en la práctica, comprimir, codificar, decodificar, enrutar, enviar y recepcionar los paquetes tiene una latencia (retardo) inherente adicional a la de un PC local. Si en una transmisión de una serie en Netflix o en la descarga de un archivo no es relevante, aquí esos milisegundos son fundamentales.
Otra suscripción más. Los niveles de piratería de software volvieron a aumentar en 2023. La fragmentación del contenido entre los servicios en streaming y el aumento de precios de casi todos ellos son una de las causas principales. Los juegos en la nube son otro contenido más fijo a pagar y seguramente el presupuesto se ha agotado para muchos.
¿Coincides con el análisis de situación? ¿Prefieres seguir jugando en local con juegos propios?