A Fondo
Microsoft necesita un Windows especializado en juegos, ¿qué debería tener?
Valve se ha marcado un tanto importante con SteamOS, un sistema operativo basado en Linux que está especializado en juegos y que demostró su buen hacer en Steam Deck, la consola portátil de Valve que ha sido todo un éxito en ventas. Distintas marcas han utilizado Windows 11 en sus consolas portátiles, y obvia decir que la experiencia que ofrecen es muy distinta, ya que no se trata de un sistema operativo especializado en juegos.
Siendo sincero, y como ya os conté en mi análisis de la ASUS ROG Ally, contar con Windows 11 como sistema operativo en una consola portátil tiene ventajas, y es que al final podemos utilizar esa consola como si fuera un PC tradicional, pero esto tiene a su vez un lado negativo, y es que no contamos con la especialización y las optimizaciones que trae un sistema operativo centrado en el gaming, como es el caso de SteamOS.
Es cierto que Microsoft ha realizado varios esfuerzos para mejorar la experiencia en juegos con su conocido sistema operativo, entre los que podemos destacar sin duda el Game Mode, pero al final este modo no cumplió con las expectativas que había generado, y las diferencias que marca son muy pequeñas. Por otro lado, hay que tener presente también que Windows 11 arrastra fallos y errores que han afectado negativamente al rendimiento en juegos, y que esto se ha convertido en una constante que acaba cansando al usuario.
Windows 11 es, además, muy exigente a nivel de recursos. Tiene un consumo de memoria RAM tan elevado que con 4 GB de RAM la experiencia es muy pobre, y tampoco llega a ser óptima con un equipo que tenga 8 GB de RAM. Por contra, un sistema especializado como SteamOS tiene un consumo de recursos y unas exigencias mucho más bajas, es más ligero en general, y esto hace que el rendimiento final en juegos mejore.
Windows Gaming Edition, ¿por qué es necesario?
No es la primera vez que decimos que Microsoft necesita un Windows especializado en juegos, pero en esta ocasión esta realidad es más clara que nunca. El gaming tiene un peso enorme, cada vez más usuarios compran un PC única y exclusivamente con el objetivo de jugar a sus títulos favoritos con una experiencia superior a la que tendrían en consolas, y la popularización de SteamOS en la Steam Deck podría acabar derivando, tarde o temprano, en una versión de dicho sistema operativo para PCs.
Si Valve llegase a lanzar una versión de SteamOS para PC totalmente optimizada y adaptada a ese entorno el futuro de Windows podría verse seriamente afectado. Pensadlo por un momento, la cantidad de personas que juegan en PC es enorme, y estas podrían optar por elegir ese nuevo sistema operativo especializado en juegos aunque tengan que asumir pequeños sacrificios en otros aspectos, siempre que la optimización y el rendimiento les compense.
En lo que respecta al mercado de las consolas portátiles está claro que Windows 11 funciona, y que gracias a la interfaz táctil y al software dedicado que integran las grandes marcas la experiencia de uso mejora, pero obviamente no es tan buena como la que conseguiríamos con SteamOS. Como dije anteriormente, la optimización tampoco raya al mismo nivel, y el consumo de recursos sigue siendo más elevado.
Si ponemos todo esto en conjunto nos daremos por qué tiene todo el sentido del mundo que Microsoft dé forma a un Windows especializado en juegos, una versión que podría competir de tú a tú con SteamOS, y que abriría una nueva fuente de ingresos para el gigante de Redmond si su uso se populariza en el mercado de las consolas portátiles.
¿Qué debería tener un Windows especializado en juegos?
Es una buena pregunta, y la respuesta es más sencilla de lo que parece. Esta versión debería partir de una base específica que elimine todo aquello que no es imprescindible y necesario para su especialización, aunque tendría sentido que Microsoft mantuviera algunos elementos para ofrecer funciones básicas importantes, como la navegación web, por ejemplo.
Al eliminar todo ese conjunto de funciones y de elementos no imprescindibles se conseguirían dos cosas importantes, reducir el consumo de recursos y aligerar el peso del sistema operativo. Microsoft también tendría que incluir diferentes ajustes que faciliten la experiencia de uso en juegos, y estos se deberían integrar en una interfaz sencilla e intuitiva que no nos haga perder el tiempo de una manera innecesaria.
La optimización es otro de los pilares centrales que deberían estar presentes en ese Windows especializado en juegos. Su consumo de recursos tiene que ser bajo, debe estar preparado para aprovechar diferentes configuraciones de hardware, y cuando se ejecuten juegos este debería reducirse al mínimo para garantizar que dichos juegos tienen a su disposición la mayor cantidad de recursos que sea posible. Eliminar el bloatware y dar forma a un sistema operativo totalmente limpio sería otra de las claves más importantes de este Windows para juegos.
Microsoft debería mantener el soporte y la compatibilidad de ciertas aplicaciones, como por ejemplo las de streaming y las que permiten monitorizar y mejorar el rendimiento en juegos. También tendría que facilitar la actualización de drivers y de firmware, lo que significa que al final debería buscar un equilibrio mínimo a la hora de reducir funciones y bloques del sistema operativo.
Por último, aunque no por ello menos importante, está el tema de las actualizaciones de Windows y las nuevas versiones de este. Microsoft arrastra una racha bastante mala con el tema de las actualizaciones, de hecho las últimas versiones de Windows 11 que han llegado al canal Canary están dando problemas graves en juegos. El gigante de Redmond sigue sin dar con la tecla, y para muchos usuarios actualizar Windows 11 se ha convertido casi en una especie de ruleta rusa con problemas sorpresa.
Todo eso debería pasar a la historia en un Windows especializado en juegos, y puede que gracias a la eliminación de buena parte de las funciones y bloques de un Windows estándar este requisito acabe siendo relativamente fácil. Por otra parte hay que destacar que Microsoft tiene experiencia en sistemas operativos especializados en gaming gracias al trabajo que hizo con Xbox One y Xbox Series X-Series S, así que no tendría que empezar desde cero si decide embarcarse en un Windows para juegos en PC.
¿Qué podemos esperar de un Windows especializado en juegos?
Esa versión especial debería ocupar menos espacio y, como he dicho, consumir menos recursos. Por tanto, su rendimiento será mayor incluso en configuraciones de hardware más modestas. Gracias a esto, y a su mayor optimización en general, el rendimiento en juegos de un PC configurado un hardware concreto debería ser superior al de otro PC con el mismo hardware que ejecute Windows 11.
Su interfaz de usuario estará adaptada a su especialización, así que la experiencia de uso se alejará del clásico escritorio y debería ser más parecida a lo que podríamos encontrar en una consola actual. Dicha interfaz será mucho más sencilla e intuitiva, requerirá de interacciones mínimas por parte del usuario y todo el proceso necesario para instalar, desinstalar, configurar y ejecutar juegos será muy fácil.
Finalmente también podríamos esperar un funcionamiento mucho más estable, menos errores y fallos y un proceso de actualización automatizado y optimizado para no dar quebraderos de cabeza al usuario, o al menos para reducirlos al mínimo. Incorporar un proceso de restablecimiento del sistema operativo sencillo y rápido también debería ser otra función presente para hacer frente a posibles desastres.
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