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Por fin hemos podido crear un robot que puede pasar de estado sólido a líquido, y a la inversa

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robot metal líquido

La creación de un robot capaz de alterar su estado físico entre sólido y líquido puede parecernos un concepto imposible, algo limitado a la ciencia ficción por todas las dificultades que plantea. Para evitar dudas y hacer que nos entendamos a la primera estamos hablando de algo similar al T-1000 que pudimos ver en la famosa película Terminator 2, un androide que era capaz de cambiar de estado sólido a líquido a voluntad.

Crear un T-1000 no es algo que esté al alcance de la ciencia a día de hoy, y no tengo nada claro que algún día lo esté, pero lo cierto es que un grupo de científicos de la Universidad de Hong Kong ha logrado un importante avance en este sentido, ya que han sido capaces de desarrollar un pequeño robot que puede cambiar su estado de sólido a líquido, y que puede volver a solidificarse posteriormente, tal y como podéis ver en la imagen animada que encontraréis justo debajo de estas líneas (recupera el estado sólido, pero no su forma original, que es dada a mano por los científicos).

Según podemos leer en la documentación relacionada con este proyecto se trata de un robot de materia transicional de fase magnetoactiva, y en contra de lo que podríamos pensar no están siendo diseñados para convertirse en armas de combate, sino que tendrían fines médicos.

Os pongo un ejemplo, un robot de este tipo podría ser ingerido como una pastilla sólida de pequeño tamaño, y una vez en el estómago, o en otra zona objetivo, se convertiría en líquido para rodear un cuerpo extraño, y volvería a solidificarse para atraparlo y sacarlo del cuerpo una vez que el robot sea expulsado de forma natural a través del aparato digestivo.

También podrían utilizarse para reparar maquinaria compleja, y os voy a poner otro ejemplo. Imaginad una máquina que ha perdido un tornillo en una zona de difícil acceso. Este robot podría utilizarse para llegar al espacio donde falta ese tornillo, se convertiría en líquido para rellenar dicho espacio y una vez dentro se volvería sólido.

Este robot está fabricado con micropartículas magnéticas de neodimio-hierro-boro incrustadas en galio, que se derrite a 29,8 grados centígrados, un valor cercano a la temperatura ambiente que podemos encontrar en muchos rincones del planeta entre la primavera y el verano. En su forma sólida, este material puede soportar objetos de hasta 30 veces su masa. Para derretirlo es necesario utilizar imanes con campos magnéticos personalizados, lo que significa que no necesita una fuente de calor externa.

Sin duda un avance muy interesante que demuestra que la ciencia siempre será capaz de sorprendernos, y que los metales líquidos tienen un gran potencial. Si queréis profundizar podés encontrar todos los detalles de este proyecto siguiendo este enlace.

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