A Fondo
¿Por qué actúa así Elon Musk?
Apenas ha pasado una semana desde que Elon Musk se hizo con el control de Twitter, después de un largo y truculento culebrón que te hemos ido contando de manera puntual. Y era evidente, dado la más que particular personalidad del multimillonario, que su desembarco en la red social no sería… digamos que tranquilo. Si alguien esperaba que, completada la transición, Musk se comportara como un CEO «tradicional», debe ser porque era la primera vez que escuchaba hablar de él. Hacer mucho ruido forma parte de su personalidad, como lleva años demostrando.
Así, era de esperar que empezara a tomar decisiones y a realizar cambios desde el primer momento, pero creo que incluso para quienes ya esperábamos algo así, el nivel alcanzado en los últimos días ha superado lo que cabía pensar que ocurriría. Y es que, por ejemplo, era público y notorio, desde hace meses, que la junta directiva encabezada por Parag Agrawal sería despedida de manera inmediata, pero no tanto que Elon Musk intentaría plantear su salida, la de todos, como despidos justificados, para evitar así el pago de las indemnizaciones a las que tendrían derecho de considerarse improcedente. Así, una posible demanda por despido improcedente está en el aire.
También cabía esperar que se produjeran ajustes entre el resto del personal, pero no que el volumen de los mismos sería tan elevado como hemos sabido esta mañana, y menos aún que se llevarían a cabo de manera tan taxativa. Según algunas fuentes, en algunos casos los despidos estarían vaciando por completo determinados departamentos que, entendemos, Elon Musk considera prescindibles. Y al igual que en lo que comentaba anteriormente, también empieza a flotar en el aire la posibilidad de una demanda colectiva de los empleados despedidos.
Por otra parte, hemos visto movimientos como el de intentar monetizar el sistema de verificación, primero por un importe de 20 dólares mensuales que, poco después, y tras un cruce de mensajes con Stephen King, bajó hasta los ocho dólares mensuales. ¿Las razones esgrimidas por Elon Musk para ello? Devolver el poder al pueblo, combatir los trolls y el spam… y pagar las facturas. Probablemente el tercer punto sea el que más pesa en este plan de monetizar la insignias.
Por otra parte, también ha trascendido que la red social se estaría planteando la posibilidad de cobrar por el envío de mensajes directos a celebridades presentes en Twitter. Por supuesto esta función sería opcional y, en caso de emplearla, las celebridades podrían establecer el precio, que se repartiría entre ambas partes (se desconoce el porcentaje que iría a cada cual). Paga por hablar con un famoso, se podría llamar esta función que, como apéndice, debería indicar que el precio no necesariamente incluye el derecho a respuesta. Y tengo ciertas dudas sobre si las celebridades, a las que ahora quiere hacer pasar por caja para mantener su verificado, quieran ayudar a la plataforma a ganar dinero.
Y no acaba ahí la cosa, pues hoy mismo Elon Musk ha publicado un tweet en el que afirma lo siguiente: «Twitter ha tenido una caída masiva de ingresos, debido a que los grupos activistas presionan a los anunciantes, a pesar de que nada ha cambiado con la moderación de contenidos y de que hicimos todo lo posible para apaciguar a los activistas«. Termina el mensaje afirmando que «Están [los activistas] tratando de destruir la libertad de expresión en América«.
Evidentemente, la principal preocupación de Elon Musk ahora mismo no es la libertad de expresión, el poder para el pueblo ni la diversidad en Twitter, no. Lo que verdaderamente centra sus preocupaciones (y ojo, que lo entiendo perfectamente, en su lugar yo actuaría igual) son los ingresos por publicidad, la principal fuente de monetización de la red social. No es de extrañar que incluso antes de hacerse con el control de Twitter, ya se preocupara de intentar transmitir tranquilidad a los mismos. Un mensaje que, según se deduce del tweet que acabo de citar, no habría terminado de calar.
Y esto, claro, también es comprensible pues, como se hizo bastante público y muchos usuarios de Twitter pudieron comprobar en ese momento, la llegada de Musk a la cabeza de Twitter tuvo, como efecto inmediato, que el uso de la palabra que no se puede pronunciar, la n-word, creciera un 500% en pocas horas. Y en este punto también doy la razón a Musk cuando afirma que «nada ha cambiado con la moderación de contenidos«. El problema es que como personalidad pública que no ha dudado en sumarse a la polarización de Twitter, dando pábulo en ocasiones a teorías de la conspiración y mostrándose crítico con determinadas posturas sociales, ahora afronta las consecuencias de haber sido identificado con los detractores de las mismas.
Así, con un potencial éxodo de anunciantes, que suponen alrededor del 90% de los ingresos de Twitter, Musk debe estar intentando cuadrar unos números que, a cada hora que pasa, parecen más complejos. Y esto también era algo predecible. Ya te contamos en abril que, debido a los créditos que ha empleado para hacer la compra, a partir de 2023 tendrá que empezar a afrontar los pagos de unos intereses que, con toda probabilidad, harán un buen «roto» en sus finanzas. Y es que sí, Elon Musk es el hombre más rico del mundo, pero el precio de haber comprado Twitter puede comprometer mucho esa posición.
Con los tipos de interés indicados en las cartas de compromiso de abril, de entre el 6% y el 11% de la deuda, en estos documentos que definen las condiciones de los préstamos, Elon Musk tendrá que afrontar el pago de alrededor de 1.000 millones de dólares en intereses el año que viene. Esto hace que no parezca casual que, como también te hemos contado esta mañana, que precisamente esa es la cantidad que Musk ha ordenado que sea ahorrado en los costes de infraestructura. Las que entran por las que salen, como se dice popularmente.
¿Por qué actúa así Elon Musk?
La respuesta parece bastante clara: por dinero. Necesita elevar el nivel de monetización de Twitter hasta niveles nunca vistos, pues de lo contrario peligran sus propias finanzas. Y repito, entiendo su preocupación y su necesidad de acción. Sin embargo, viendo su comportamiento de los últimos días, parece que está faltando bastante reflexión en este proceso. Algo que, y él debería ser más consciente de ello que nadie, está complicando todavía más su situación.
Nunca, hasta esta semana, había visto mensajes (y han sido muchos, en verdad) plantearse cuánto tiempo de vida le queda a Twitter. Y, en contra de lo que puedan pensar algunos, no hablo tanto de perfiles con un claro perfil crítico con Musk, como de personas más neutrales y que, de manera objetiva, ven que Twitter nunca se ha encontrado tan en el filo como ahora. Y lo que hay traspasado éste es, ya lo imaginarás, el abismo.
Personalmente, espero que Musk sea capaz de dar con la cuadratura del círculo y hacer que Twitter sea sostenible. Tengo cuenta en esta red social desde octubre de 2008 (14 años ya, cómo pasa el tiempo) y, con sus pros y sus contras, desde hace tiempo es la red social que más empleo. Así, la clave es que Elon Musk sea capaz de garantizar su persistencia… o que Twitter sea capaz de sobrevivir a Musk.
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