Cinco cosas que me gustan de Windows 11 y tres cosas que no
Windows 11 es el sistema operativo más reciente de Microsoft. Su lanzamiento se produjo a finales del año pasado, y la verdad es que su llegada fue toda una sorpresa porque el gigante de Redmond había apostado por el modelo de servicio con Windows 10. Esto tuvo importantes implicaciones, como por ejemplo la adopción de un sistema de actualizaciones semestrales para mantener el sistema operativo a la última, y también parecía implicar que ya no veríamos «un nuevo Windows».
Es evidente que esto al final no se cumplió, y lo más interesante es que parece que Microsoft ha retomado el modelo de sistema operativo como producto ya que, según varias filtraciones, está trabajando en Windows 12, un nuevo sistema operativo que podría llegar en algún momento de 2024, o de 2025. Qué puedo decir, la verdad es que esas informaciones tienen sentido, sobre todo tras ver lo que ha ocurrido con Windows 11 y el poco éxito que ha tenido dicho sistema operativo.
Decidí esperar un tiempo antes de lanzarme a utilizarlo por una simple cuestión de madurez, y es que cuando llega un nuevo sistema operativo o una nueva actualización importante para este lo mejor es esperar un tiempo prudencial para que se puedan terminar de pulir posibles errores no identificados. Unos meses después de su lanzamiento decidí dar el paso, y tras utilizarlo durante varios meses en mi portátil quiero compartir con vosotros cómo ha sido mi experiencia.
En líneas generales Windows 11 me ha gustado, funciona bien sobre un equipo actual y con hardware nuevo, pero todavía dista de ser perfecto y tiene mucho camino que recorrer, y muchas cosas por pulir. Para que tengáis una lectura más amena y sencilla voy a centralizar mi experiencia alrededor de cinco cosas que me han gustado y tres cosas que no.
Cosas que me han gustado de Windows 11
1.-La nueva interfaz
Sé que este ha sido un tema polémico, y que es probable que no todos estéis de acuerdo conmigo, pero a título personal la interfaz de Windows 11 me ha gustado. El salto evolutivo que marca frente a Windows 10 es claro y creo que está bien resuelto, especialmente por detalles como el nuevo diseño de los iconos, las transparencias y las esquinas redondeadas.
También me gustan otros detalles, como la ubicación de la barra de tareas en el centro y las modificaciones que se han introducido en ciertas aplicaciones, como la de configuración por ejemplo, que ha recibido un importante lavado de cara y no solo luce de maravilla, sino que además es muy clara, intuitiva y fácil de utilizar.
Este nuevo diseño también ha venido acompañado de correcciones de errores y ha solucionado numerosas incongruencias que estaban presentes en ciertas aplicaciones y secciones de este sistema operativo, así que creo que es necesario reconocer el buen trabajo de Microsoft en este sentido.
2.-El menú de configuración
En este caso no me refiero al diseño del mismo, como en el apartado anterior, sino a su funcionalidad. Con Windows 11 el gigante de Redmond ha mejorado enormemente las posibilidades del menú de configuración, y lo ha hecho implementando una interfaz tan buena y cuidada que roza la perfección. Así, podemos visualizar a la izquierda numerosas opciones diferenciadas como categorías principales, y al acceder a ellas podremos realizar cambios en los ajustes clave con unos simples clics.
Por ejemplo, en la sección «Sistema» tenemos agrupada la información más importante sobre nuestro PC, y también podremos visualizar información muy útil y cambiar distintas configuraciones, incluyendo desde el plan de energía hasta las opciones de administración de la unidad de almacenamiento.
Todas las opciones del menú de configuración son fáciles de identificar y de utilizar, y como anticipamos tenemos mucha información visual que nos ayudará a sacarle el máximo partido. Sin duda es toda una demostración de buen hacer por parte de Microsoft, y una de las cosas que más hecho de menos en mi PC principal, que sigue estando basado en Windows 10.
3.-Mejoras de rendimiento
Windows 11 tiene unos requisitos más altos que los de Windows 10, y obviamente esto pasa factura cuando se utiliza en equipos modestos, pero esto no quiere decir que este sistema operativo no cuente con optimizaciones que permiten una cierta mejora del rendimiento. En mi portátil, basado en una CPU Intel Core i7-11370H (cuatro núcleos y ocho hilos), una GeForce RTX 3060 Mobile, 16 GB de RAM y un SSD de 512 GB dicho sistema operativo vuela.
La respuesta en general es fantástica, los tiempos de inicio y de apagado son realmente rápidos, y he notado que incluso cuando el equipo se encuentra con una alta carga de trabajo puedo hacer otras cosas con fluidez. Por ejemplo, recuerdo estar ejecutando Cyberpunk 2077, que era capaz de poner en apuros a mi Core i7-11370H, y de tener en segundo plano un programa de grabación . También podía ejecutar aplicaciones con la CPU casi al límite sin experimentar ningún tipo de lentitud.
Otras mejoras que os puedo confirmar están relacionadas con los tiempos de recuperación desde el modo reposo, que son más rápidos que en Windows 10, y también con la gestión de los diferentes procesos del sistema, algo que ayuda a mejorar el rendimiento incluso en equipos que cuentan con procesadores más modestos, especialmente por capacidad multihilo. Si notas que en tu equipo no termina de ir fino, siempre puedes seguir estos consejos para mejorar el rendimiento de Windows 11.
4.-El salto a un ciclo de actualizaciones anual
Ya lo he dicho en más de una ocasión, el modelo de actualizaciones semestrales que mantenía Microsoft con Windows 10 no era viable. En primer lugar, lanzar una actualización de gran calado cada seis meses complica bastante la posibilidad de incluir nuevas funciones verdaderamente interesantes que hagan que esa actualización esté justificada, y que resulte atractiva para los usuarios.
Por otro lado, también obliga a acelerar los ciclos de desarrollo, es decir, equivale a más «prisas», y esto acabará haciendo que esa nueva actualización no llegue al usuario con toda la madurez que debería, y que pueda contener una importante cantidad de errores, fallos y problemas diversos que, al final, acabará sufriendo el usuario, y que pueden quedar sin solución durante un periodo de tiempo relativamente largo.
Con Windows 11, Microsoft ha apostado por un modelo de actualizaciones anuales, lo que supone todo un acierto porque de esta manera:
- La compañía tiene más tiempo para madurar y pulir cada actualización.
- También tiene más margen de maniobra para incorporar nuevas funciones y mejoras más atractivas.
- El usuario disfruta de una experiencia de uso más tranquila y está expuesto a menos errores y fallos potenciales.
5.-Snap View es todo un acierto
Desde hace muchos años trabajo con varias instancias de navegador abiertas, y también con varias aplicaciones en segundo plano. Gestionarlas y distribuirlas de forma óptima y eficiente en un monitor de gran tamaño no me resulta complicado, pero en el portátil la cosa cambia, y mucho. Por suerte con Windows 11 he podido acceder a Snap View, y debo reconocer que la experiencia me ha encantado.
Esta nueva función nos permite distribuir de una manera extremadamente sencilla todas esas ventanas, esas instancias de navegador y esas aplicaciones que tenemos abiertas. Así, si queremos dividir la pantalla en dos mitades podemos arrastrar la aplicación o el navegador hacia arriba para activar esta función, y elegir la plantilla correspondiente.
Podemos optar también por una división en cuatro partes, algo muy útil cuando tenemos que trabajar con varias aplicaciones o instancias de navegador en primer plano. Snap View funciona a la perfección y realmente ha conseguido hacerme la vida más fácil, así que me parece todo un acierto por parte de Microsoft, y una de esas pequeñas cosas que hacen grande a Windows 11.
Cosas que no me han gustado de Windows 11
1.-Los requisitos mínimos son un despropósito
Es un hecho, Microsoft decidió incrementar los requisitos mínimos de Windows 11 frente a Windows 10, y aunque a simple vista parezca que la diferencia entre ambos es pequeña, la verdad es que ocurre precisamente todo lo contrario, de hecho un equipo con los requisitos mínimos de Windows 11 puede mover bastante bien Windows 11, pero esto no ocurre a la inversa.
Para mover Windows 11 necesitamos un procesador de doble núcleo a 1 GHz. Esto puede parecer un requisito muy básico, pero tiene truco, y es que Windows 11 solo soporta los procesadores Core Gen8 (Coffee Lake) y Ryzen 2000 (Zen+). Esto quiere decir que procesadores como el Core i7-7700K o el Ryzen 7 1700 no tienen soporte, y eso que este último tiene 8 núcleos y 16 hilos.
También necesitaremos 4 GB de RAM, el doble que con Windows 10, una GPU compatible con DirectX 12 y una solución TPM 2.0 (también valen las soluciones AMD fTPM e Intel PTT). Con Windows 10 no necesitamos nada de esto, basta con una GPU compatible con DirectX 9.
Obvia decir que estos requisitos limitan mucho el acceso de numerosos usuarios a Windows 11, y al mismo tiempo representan un problema en materia de soporte, ya que Microsoft permite la instalación de dicho sistema operativo en equipos que no cumplan con los requisitos mínimos, y lo hace sin terminar de aclarar qué ocurrirá con las actualizaciones y el soporte a largo plazo.
2.-El menú de inicio y la barra de tareas han perdido funcionalidad
Y lo mismo ocurre con el menú contextual del clic derecho del ratón, que ahora «esconde» algunas de las opciones más importantes bajo un menú desplegable adicional que nos obliga a realizar otro clic. Es molesto, y nos hace perder más tiempo de lo que parece, sobre todo si tenemos que trabajar con él con frecuencia.
La barra de tareas tiene limitaciones importantes a nivel de personalización y de funcionalidad, de hecho ya no permite hacer cosas tan básicas como arrastrar aplicaciones para anclarlas directamente, aunque sé que Microsoft está trabajando en una actualización que permitirá corregir esta y otras limitaciones de la nueva barra de tareas. Por otro lado, dicha barra tampoco muestra información útil de las acciones que se están ejecutando en cada aplicación, como por ejemplo el estado de una descarga en un navegador.
En cuanto al menú de inicio, este también representa un importante paso atrás frente a la versión de Windows 11. La versión que tenemos en Windows 10 está mejor resulta, y de hecho prefiero esa interfaz en lugar de la nueva que ha utilizado Microsoft en Windows 11. Por otro lado, que este se despliegue por defecto en la parte central de la pantalla también me parece un error
3.-Las actualizaciones siguen dando problemas
Este sigue siendo el gran talón de Aquiles de Microsoft, y vemos que no ha cambiado ni siquiera con la llegada de Windows 11. Este sistema operativo ha dado el salto a un modelo de actualizaciones anuales, como os hemos comentado anteriormente, y esto debería haber permitido al gigante de Redmond mejorar la calidad de las actualizaciones en general, es decir, tanto de las anuales como de aquellas que llegan en ciclos de tiempo más cortos.
La razón es muy sencilla, ahora Microsoft tiene más tiempo entre cada actualización de gran calado, lo que debería permitirle afrontar con mayor comodidad las actualizaciones acumulativas y los parches de seguridad de cada segundo martes de mes, pero por desgracia no ha sido así, y solo tenemos que ver el historial que arrastra Windows 11 en su corto ciclo de vida para darse cuenta de que Microsoft sigue teniendo una cuenta pendiente muy importante con las actualizaciones, y a nivel general.
Que una actualización anual que incluye cambios importantes y nuevas funciones llegue con algunos problemas no es nada bueno, pero puede acabar siendo comprensible teniendo en cuenta su complejidad y todo lo que implica. Sin embargo, que una simple actualización centrada en corregir un fallo en la instalación de actualizaciones acabe sufriendo fallos que afecten a su propia instalación es casi como dispararse en el pie.
Microsoft tiene mucho camino por delante con el tema de las actualizaciones, y por desgracia no es algo nuevo, es un tema que arrastran desde que llegó al mercado Windows 10 allá por 2015, y que tuvo momentos tan complicados como aquella infame Windows 10 October 2018 Update, que dio tantos problemas que acabó siendo retirada y tuvo que volver a pasar por «chapa y pintura».
Veremos cómo evoluciona la cosa con Windows 11, pero las primeras sensaciones que estoy teniendo no son buenas, sobre todo tras los problemas que experimenté con la conectividad Wi-Fi en el banco de pruebas, que también utiliza Windows 11, trans instalar una actualización acumulativa.