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¿Para qué sirven los estados en las redes sociales?
OPINIÓN: Hace solo un par de días contaba que Twitter va a probar una nueva función, ya presente en otras redes sociales, los estados. Y planteaba que me sorprendía un poco porque, viajando en la memoria hasta los inicios de Twitter, y para muchos usuarios incluso en su presente, esa es más o menos la razón de ser de esta red social, compartir estados. Estados enriquecidos, claro, desde que se amplió el número de caracteres de 140 a 280, se incluyeron imágenes, gifs y vídeos, acortador de URLs, etcétera, pero estados, al fin y al cabo.
En Twitter mucha gente publicaba y sigue publicando estados, que pueden ir del «Estoy triste» al «Estoy escuchando Velouria, de Los Pixies» pasando, claro, por el eterno «Ayer cené pollo». En otras redes sociales, como Facebook, la gente desarrolla reflexiones de todo tipo y calado… y las acompañan de un «Estoy triste», un «Estoy escuchando Velouria, de Loss Pixies» o un «Ayer cené pollo». Cambia el contexto y cambia la red, pero los estados cada día están más presentes, y apuesto a que veremos como esto solo crece en el futuro.
Al hilo de publicar dicha noticia, Benito Camelas (perdón por reproducir el juego de palabras, pero es su nombre de usuario), uno de nuestros lectores más participativos en los comentarios, se preguntaba por la utilidad de los estados en las redes sociales. Una pregunta con bastante más calado del que pudiera parecer en un momento, y que es más, reconozco que me ha tenido un tanto pensativo desde que la planteó. Y tras pensarlo, es algo que no puedo dejar de desligar de los botones de reacciones, también de las redes sociales.
Hace ya un trecho de años, mi compañero y amigo Marcos Sagrado planteó una interesante reflexión sobre una función en la que estaba trabajando Facebook en aquel momento, una alternativa al «like» tan propio del servicio de Zuckerberg, pero que permitiera expresar empatía y/o apoyo ante un comentario y/o una situación desfavorable, negativa. Una respuesta, claro, consistente en un botón. Una buena representación de lo que son las redes sociales, y de la razón por la que existen los estados.
Para entender la razón de ser de muchos elementos de las redes sociales, entre ellos claro, los estados, debemos tener en cuenta dos realidades enfrentadas: por un lado la necesidad de las redes sociales de contar con contenidos, que dependen por completo de sus usuarios, y por otro, que por una comunión de factores que seguramente ya haya estudiado algún sociólogo, con el tiempo el ser humano se va volviendo más perezoso a la hora de comunicarse.
Vuelvo al texto de Marcos del que hablaba antes, el dedicado a un botón para empatizar en Facebook. Imagina que, por ejemplo, un amigo ha sufrido una pérdida importante, y lo cuenta en su muro. Un pulgar arriba no parece ser una buena opción, ¿verdad? Sin embargo, un botón con pongamos, un abrazo, responde mucho mejor al contexto. Y es mucho más cómodo y rápido que escribir «Vaya, lo siento mucho, un fuerte abrazo y, si puedo hacer algo por ti, no dudes en decírmelo». En las redes sociales prima la inmediatez y la comodidad.
Así, las redes sociales nos llevan, en muchos casos, a un modelo de comunicación mucho más sintético, con tantas facilidades para emitir un mensaje como podamos necesitar, y los estados son un ejemplo perfecto de ello. ¿Qué es más cómodo, escribir que estás escuchando el mejor disco de la historia de los Pixies, hacer un comentario y recomendar un par de canciones, o simplemente seleccionar la actividad de un selector y completar la información escribiendo la canción o el disco? ¿Y eso o conectar Twitter con Spotify y que tu estado se actualice automáticamente?
En mi opinión, y sé que es compartida por otras muchas personas, las redes sociales empobrecen la calidad de la comunicación, pero sin embargo contribuyen a incrementar su volumen de manera exponencial. Hoy, si tu círculo de amistades emplea las redes sociales de este modo, en un par de minutos te puedes poner al día sobre cómo se encuentran, qué están haciendo… caray, incluso es posible que, de manera indirecta, te recomienden algo nuevo que escuchar. Y sería cínico si negara esta parte positiva de este nuevo modelo de comunicación que nos han traído las redes sociales.
La comunicación cambia, al igual que lo hace el lenguaje, y no se puede decir, de manera absoluta, que dicha evolución es buena o es mala, si bien hay casos concretos en los que la balanza sí que apunta en un sentido o en otro. En el caso de un amigo, familiar, persona cercana, etcétera que comparte un mal momento en las redes sociales, la respuesta con una cara triste, sin más, personalmente me parece poco, aunque solo sea porque si, en algún momento, me veo en el otro lado de la ecuación, me gustaría recibir algo más que eso.
Sin embargo, y de manera general, perder cualitativamente pero ganar cuantitativamente, si no supone tener que renunciar a la libre elección en este sentido, no me parece algo necesariamente malo. Poder ponerme al día, rápidamente, sobre cómo están mis amigos y conocidos, gozando de la discreción de poder llamar, escribir, quedar con ellos para tomar una cerveza y charlar o lo que sea, no me parece necesariamente un empobrecimiento.
Y no sé, quizá es que soy demasiado optimista, pero salvo en casos como el mencionado como ejemplo, y en el que Marcos tenía más razón que un santo (en serio, si alguien cercano tiene un problema o está pasando por un mal momento, dale el trato que te gustaría a ti recibir en su lugar), creo que las redes sociales no han empeorado la comunicación, lo que han hecho es cambiarla, y ahora nos toca a nosotros decidir cómo emplear dichas herramientas.
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