A Fondo
Por qué usar un Linux «real» en lugar de WSL
Es indudable que WSL (Windows Subsystem for Linux o Subsistema Windows para Linux) ha sido uno de los mayores gritos tecnológicos de la década pasada y un componente que desde su aparición ha generado bastante controversia.
La intención de Microsoft con WSL ha sido clara, y es la de ofrecer las virtudes de un sistema operativo Linux dentro de Windows 10 y 11 sin necesidad de reiniciar ni recurrir a las soluciones de máquinas virtuales “tradicionales”. Lejos de haberse quedado en un experimento, la corporación originaria de Redmond se ha tomado muy en serio su desarrollo para facilitar en lo máximo posible el uso del que fuera su sistema rival, que se ha consolidado como la opción principal o el estándar en sectores como los servidores, la supercomputación y la inteligencia artificial.
Si bien WSL es impresionante como tecnología, uno encuentra respuestas diferentes dependiendo del lugar donde pregunta. Algunos, principalmente entre los círculos más ligados a Linux, lo consideran un fracaso, mientras que otros, principalmente entusiastas de Microsoft, dicen que ha sido un éxito principalmente entre los desarrolladores. Merece la pena mencionar que muchos usuarios de Linux ven a WSL como una maniobra de adoptar, extender y extinguir.
Independientemente de lo que realmente esté pasando, WSL ha sabido darle un giro innovador a la forma en la que se usan varios sistemas operativos dentro de una misma computadora, ofreciendo un marco en el que Windows y Linux pueden coexistir a la vez y además de forma bastante integrada.
La evolución de WSL
Microsoft dice de la última versión, WSL 2, que “usa la tecnología de virtualización más reciente y óptima para ejecutar un kernel de Linux en una máquina virtual (VM) de utilidad ligera. Sin embargo, WSL 2 no es una experiencia de VM tradicional”. La compañía se ha esforzado para que las diferencias con respecto a usar un sistema operativo Linux “real” sean mínimas, algo que ha quedado reforzado en la segunda versión mayor de la tecnología.
Como vemos, la segunda versión de WSL supera a la primera en todo menos en el rendimiento de los sistemas de ficheros del sistema operativo, cosa que “se puede solucionar almacenando los archivos del proyecto en el mismo sistema operativo que las herramientas que se ejecutan”. Los requisitos son más altos al estar disponible en la versión 1903 de Windows 10, compilación 18362 o posterior. A nivel de software de virtualización se necesita VirtualBox 6 o posterior o VMWare 15.5.5 o posterior.
De cara al usuario final y su perspectiva, una de las novedades más importantes de WSL 2 es el soporte oficial para ejecutar aplicaciones gráficas. Por YouTube se pueden encontrar demostraciones en las que se ve aplicaciones nativas para Linux funcionando muy bien sobre Windows 10, con un rendimiento, al menos en apariencia, lo suficientemente bueno como emplearlo en entornos de producción. Esto ha hecho que algunos se pregunten si lo más atractivo de Windows 11 es su soporte para Linux.
5 razones para usar un Linux sobre una máquina real en lugar de recurrir a WSL
Es obvio que WSL lo pone muy cómodo para usar Linux dentro de Windows, haciendo que no solo sea prescindible el arranque dual, sino que además pone a disposición un marco que, una vez activado y puesto en funcionamiento, ofrece una experiencia más integrada que recurriendo a soluciones de virtualización como VirtualBox y VMware, por citar las dos más empleadas en los entornos domésticos.
Aunque hay muchas formas de usar Linux dentro de Windows, te vamos a exponer cinco razones de por qué deberías invertir la relación con tu computadora y empezar a usar Linux sobre la máquina real y, si lo necesitas, Windows en una virtual.
Puedes evitar los cada vez mayores requisitos para usar Windows
Microsoft está introduciendo cada vez más requisitos para usar Windows, y en la versión 11 ha establecido tantos que han terminado por frenar la progresión del sistema en cuanto a cuota de usuarios.
Si bien es cierto que la pandemia ha impulsado la venta de PC, la situación global de los últimos 10 años es de evidente estancamiento, por lo que no es extraño ver a una gran cantidad de usuarios con equipos con más de cinco años. A esto se suma el hecho de que los propios ordenadores andan muy sobrados de potencia, hasta el extremo que un Intel Core 2 Quad con 8GB de RAM es perfectamente válido en la actualidad para realizar una gran cantidad de tareas (eso sí, en Linux podría ser preferible renovar la gráfica debido a la mala calidad de los drivers de la época).
Linux no pone de momento barreras como las impuestas por Microsoft para usar su último sistema operativo, sin embargo, están surgiendo distribuciones como Fedora que están dispuestas a jubilar, de manera definitiva, el soporte para legacy BIOS.
Es importante tener en cuenta que, cuando Fedora da un paso, es cuestión de tiempo que casi todas las distribuciones mainstream terminen haciendo lo mismo. En el peor de los casos siempre quedará recurrir a Debian, cuyo fuerte soporte multiarquitectura (todavía se compila para x86 de 32-bit) muy probablemente haga que siga manteniendo los equipos x86 de 64-bit que funcionan con legacy BIOS.
Pese a las posibles restricciones que pueden llegar a algunas distribuciones Linux dentro de no mucho, el usar WSL hace que uno termine arrastrando las exigencias de Windows, que es a fin de cuentas el sistema que realmente está gobernando el ordenador. Aunque Windows 10 es más laxo en cuanto a sus requisitos, la existencia de la versión 11 pone los cimientos para el fin de ciclo de la anterior. Dicho con otras palabras, si no se renueva el hardware (si es que no cumple con los requisitos), uno tiene probabilidades reales de quedarse sin poder usar el equipo en un futuro a menos que le instale Linux (u otro sistema operativo alternativo que funcione).
Linux puede ser el futuro (gracias a Steam Deck)
La Steam Deck, el mini-PC de Valve “enlatado” en la forma de una consola híbrida, emplea SteamOS 3 como sistema operativo predeterminado. A estas alturas nos suponemos que no hace falta explicar que es un Linux al que se le han añadido características de inmutabilidad para evitar que el usuario rompa accidentalmente el sistema y ofrecer un suelo más estable a los desarrolladores de juegos.
A pesar de que el precio de las gráficas está empezando a volver aparentemente a la normalidad, desde hace años se están detectando signos de que el PC Gaming ha entrado en una dinámica de subasta en la que un porcentaje de los usuarios está dispuesto a pagar cualquier precio por cualquier cosa.
Veremos cómo estará el mercado en un futuro próximo, pero está claro es que el PC Gaming ha sido en los últimos tiempos una plataforma de difícil acceso para aquellos que no tuvieran una billetera bastante llena. Solo hay que ver que la GTX 1650 fue la gráfica más vendida en la recta final de 2021, un hecho que pone en evidencia que los usuarios lo tienen cada vez más difícil para hacerse con un hardware equivalente a lo que fueron la GTX 1060 y la RX 480 en su momento.
En resumidas cuentas, y viendo que armar un PC para jugar va saliendo cada vez más caro (y a eso hay que sumar la optimización cada vez más pobre de muchos juegos), la Steam Deck se presenta como alternativa al PC “tradicional” para jugar, ya que por un lado termina siendo más barata y por otro puede contribuir a poner un suelo realista a nivel de requisitos de sistema.
Aunque la Steam Deck soporta Windows, sería preferible usarla con Linux debido a que así se contribuye a generar interés para mejorar un soporte de hardware que rebota a todas las distribuciones Linux, abriendo así la puerta a que el usuario pueda emplear el sistema que mejor se adapte a sus gustos en lugar de conformarse con SteamOS o Windows. Siempre es mejor que los usuarios elijan en lugar de las empresas por los usuarios.
Contribuye a que los fabricantes se interesen más por Linux
Esta razón no es difícil de entender y tiene cierta relación con lo que pasa con la Steam Deck. Cuanto más usuarios de Linux haya, más fabricantes se interesarán en darle soporte. Es así de simple.
A pesar de la mejora tanto a nivel cualitativo como en cantidad de usuarios que ha experimentado Linux en la última década, todavía hay una gran cantidad de fabricantes que siguen sin darle soporte oficial, entre ellos marcas muy conocidas entre los usuarios.
Desde hace años Linux demuestra que es una plataforma muy apta para jugar, pero eso no ha sido suficiente para que los fabricantes se impliquen para dotarlo de un buen soporte para la personalización de las luces RGB, un área que actualmente está cubierta por proyectos comunitarios e independientes.
Pero la falta de soporte no solo afecta a la personalización de las luces RGB, sino también Wi-Fi que van por USB, tarjetas de sonido internas (las de ASUS están bien soportadas, pero pocas Sound Blaster funcionan bien), ratones con características “especiales” y controladores para juegos de terceros (Linux cuenta con un driver oficial para el DualSense y los mandos de Xbox y el Pro Controller de Switch deberían de funcionar).
Aquí nos encontramos con la situación de la pescadilla que se muerde la cola: como hay pocos usuarios, los fabricantes no muestran interés, y como los fabricantes no muestran interés, los usuarios no llegan. La única manera de romper con este círculo es a través de la cantidad de usuarios, porque las empresas de hardware es obvio que han elegido ir a rebufo en esta cuestión.
Puedes tener Windows en una máquina virtual dentro de Linux
Retomando los requisitos cada vez más exigentes de Windows, hay una posible vía para usar el sistema operativo de Microsoft sin tener que afrontar los costes de la renovación del hardware, y es empleando una solución de virtualización.
Windows 11 puede ser ejecutado, por ejemplo, dentro de VirtualBox, la archiconocida solución de Oracle que es gratuita y software libre en un altísimo porcentaje (salvo por el soporte completo de USB).
Si tu equipo no cumple con los requisitos para ejecutar Windows 11, soluciones de virtualización como VirtualBox y VMware deberían de soportarlo. ¿Para qué renovar hadware cuando es posible “emularlo” de forma gratuita? Puedes usar Linux en tu máquina física y Windows en una virtual. Aparte de sortear los requisitos, ganas en aspectos como el aislamiento para así obtener más protección frente a algunas decisiones cuestionables que arrastra el sistema de Microsoft.
Como alternativa a las populares soluciones procedentes de grandes empresas existe GNOME Boxes, una interfaz gráfica sencilla para KVM/QEMU perteneciente al proyecto GNOME. Su soporte para Windows 11 está verde o no está completo de momento, así que es necesario realizar ciertas configuraciones adicionales. Sin embargo, seguro que en un futuro no muy lejano dará alcance a sus rivales.
Abre tu mente
Más allá de las manidas cuestiones en torno al software libre y el Open Source, las nuevas experiencias son en muchas ocasiones enriquecedoras y ayudan a ampliar horizontes.
Utilizar Linux sobre máquina física fuerza al usuario a tener que familiarizarse de verdad con el sistema en lugar de tan solo emplear las partes que le interesan. Sustituir Windows por Linux no solo cambia las interfaces, sino en buena medida la forma de funcionar del ordenador.
Familiarizarte de verdad con Linux hará que tengas otras perspectivas sobre cómo usar un ordenador y quién sabe, igual te terminan gustando más que lo que siempre has visto y usado a través de Windows.
Conclusión
En resumidas cuentas, tienes razones más que de sobra que usar un Linux en máquina real en lugar de recurrir a WSL. Es indudable que la tecnología de Microsoft es impresionante y además ofrece un muy buen rendimiento, pero al final no deja de ser un intento por parte de la compañía para mantener su posición de abuso (abuso de posición dominante) en el mercado de la computación de escritorio, una situación que en parte aprovecha para obligar a los usuarios a tener que jubilar hardware de manera prematura.
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