Firefox Vs Brave: ¿cuál es el mejor navegador Open Source?
Durante mucho tiempo Firefox ha sido el gran referente de los navegadores web Open Source, sin embargo, en los últimos años ha aparecido un duro contendiente, Brave, que poco a poco va ganando adeptos y amenaza con quitarle su puesto al producto de Mozilla.
La emergencia de Brave ha terminado por despertar discusiones con los usuarios de Firefox, ya que los usuarios y fans del navegador de Mozilla acusan a Brave de ser un “topo” de Google al estar basado en Chromium. Dejando aparte unos navegadores WebKit que desde hace tiempo no gozan de mucho protagonismo aparte del Safari de Apple, Firefox ha quedado como la única gran alternativa a la tecnología impulsada por Google y adoptada por otros muchos, entre ellos Opera y Microsoft.
Viendo que Firefox tiene cada vez menos usuarios, de los cuales algunos se están pasando a Brave, vamos a aprovechar la ocasión para comparar un poco ambos navegadores desde distintas perspectivas, pero antes vamos a exponer brevemente qué es y qué ofrece cada uno.
Mozilla Firefox
A estas alturas Mozilla Firefox no necesita de ninguna presentación. Se trata del navegador que durante mucho tiempo fue el gran referente entre aquellos que buscaban un producto Open Source, que al menos ofreciera cierta protección a nivel de privacidad y que respetara los estándares web.
Hace muchos años, Firefox emergió como la gran alternativa al infame Internet Explorer de Microsoft, el cual fue duramente criticado a lo largo de toda o casi toda su trayectoria debido a sus constantes problemas de seguridad y por pasarse por el forro los estándares. Eran otros tiempos y por entonces la corporación originaria de Redmond, si por algo destacaba, era por despreciar todo lo que oliera a estándar y aperturismo, una postura que la llevó a autoproclamarse como enemiga de Linux y el software libre.
Firefox, que nació gracias a la apertura del código fuente de Netscape, se propuso cambiar la deriva de una web cada vez más sometida a las imposiciones de Microsoft y, en menor medida, Micromedia a través de Flash. Además de la apertura del código fuente, la apuesta por los estándares hicieron que Firefox ganara muchos adeptos tanto entre los defensores del código abierto como los desarrolladores web, cosa a la que se sumó la buena calidad del propio producto.
Sin embargo, todo empezó a cambiar a partir de la segunda década del Siglo XXI. Google ya había impulsado Chromium y Chrome, siendo el segundo un derivado del primero. Chromium es la base tecnológica de Chrome y también es un navegador completo publicado como software libre, mientras que Chrome es un derivado privativo que puede existir gracias a la permisiva licencia BSD de tres cláusulas.
Más allá de los debates sobre la privacidad ofrecida, es innegable que Chromium y Chrome abrieron la puerta al buen aprovechamiento de tecnologías que ya estaban presentes, como los procesadores multinúcleo, y fueron los grandes arietes para consolidar a HTML5 frente a Flash, sobre todo gracias a que sus capacidades para la multimedia eran claramente superiores a las de Firefox e Internet Explorer. De hecho, no fueron superados hasta la aparición del Edge original primero y el basado en Chromium después.
Mozilla, sea por la razón que sea, no reaccionó a tiempo ante el huracán que Google había generado, el cual, aparte de tener a Chrome como gran referente, estaba empezando a atraer a cada vez más proyectos alternativos, entre ellos Opera (que decidió deshacerse de su propio motor), Vivaldi y Brave. Chromium sacaba cada vez más ventaja a Firefox y Mozilla seguía prometiendo responder con un Servo del que se terminó deshaciendo.
La respuesta de Firefox llegó en 2017 con Quantum, pero ya era demasiado tarde. La gente ya le había dado la espalda al navegador de Mozilla y, a pesar de que aportó una mejora notable, no consiguió y sigue sin conseguir recortar toda la distancia. Por otro lado, el hecho de que el soporte multimedia siguiera estando claramente por debajo y sitios web como Twitch no fueran del todo bien tampoco ayudaba.
En resumidas cuentas, que Mozilla Firefox llegó a acumular más de cinco años de retraso frente a su rival directo, tanto en su vertiente libre como la privativa. En el mundo de la computación, quedarte más de cinco años atrás suele ser casi siempre sinónimo de defunción, a menos que tengas la suerte que tuvo AMD frente a Intel gracias a que la última se durmió, se estancó y dio una oportunidad a su rival para remontar, además de haberle abierto la puerta a Apple para deshacerse de sus procesadores.
Hoy en día Firefox sigue siendo un buen navegador y tiene características muy interesantes, como los contenedores que permiten iniciar varias sesiones diferentes en un mismo sitio web (que requiere de instalar una extensión), pero se estrella frente a Chromium en lo más básico de un navegador web, que es la propia navegación web.
Brave Browser
Brave es el navegador web basado en Chromium creado por Brendan Eich, creador de JavaScript y exCEO de Mozilla que salió de la fundación por la puerta de atrás debido a polémicas en torno a temas políticos.
Se trata de un navegador web un tanto particular que permite al usuario ganar dinero a cambio de ver la publicidad de los sitios web, un invento original del que, siendo realistas, es imposible vivir de él (al menos por ahora). Este mecanismo funciona a través de la propia criptodivisa de Brave, la cual ha recibido ciertas críticas por parte de los defensores de la privacidad, pero afortunadamente el usuario es libre de decidir si quiere adherirse o no a dicho mecanismo. Además de cobrar, los usuarios también pueden comprar y pagar con la misma criptodivisa para contribuir a sitios web que la acepten.
Su crecimiento como proyecto ha abierto la puerta a la empresa que lo mantiene a ampliar horizontes para poner en marcha su propio buscador, el cual no recopila datos de los usuarios y ofrece resultados propios en lugar de obtenerlos de otros como Bing y el propio Google.
El hecho de basarse en Chromium provoca mucho rechazo entre los fans más cerrados de Firefox y sobre todo los usuarios de Linux, que en un porcentaje importante no quieren ver la tecnología de Google ni en pintura. Sin embargo, Brave es posiblemente el único gran derivado de Chromium publicado como software libre debido a que su código fuente está bajo la licencia MPL, la misma que emplea Firefox.
Por otro lado, Brave incorpora de manera predeterminada mecanismos para bloquear rastreadores, por lo que ofrece una protección de la privacidad relativamente alta. Los desarrolladores de la aplicación también intentan limar en el mismo frente algunos de los aspectos en los que Chromium se queda aparentemente corto.
Firefox Vs Brave: La interfaz gráfica
Las interfaces gráficas de usuario de Firefox y Brave son manifiestamente diferentes, algo en lo que probablemente influya su distinto origen. Aunque eso sí, Brave también se inspira un poco en el acabado estético que tenía Firefox hasta la aparición de la versión 89, que estableció a Proton (no confundir con la capa de compatibilidad que permite ejecutar videojuegos de Windows en Linux y macOS) como interfaz predeterminada.
Firefox tiene en la actualidad un acabado estético bastante particular y que desde hace un tiempo tiene bastante divididos a sus usuarios, que se reparten entre los que lo elogian y lo critican. Los que lo elogian dicen que es más moderna, más limpia y que pone orden donde antes no lo había, mientras que los críticos argumentan que las pestañas se ven demasiado grandes y ocupan más espacio del que deberían. A opinión de este servidor, parece más adaptado a GNOME, interfaz gráfica para Linux, que a Windows y macOS.
Por su parte, Brave sigue más de cerca las líneas de diseño establecidas por Chromium, que prácticamente se ve igual que Chrome. Las pestañas son más bajas (o más finas, según se vea), lo que impacta en una menor cantidad de espacio vertical ocupado, y por defecto el usuario verá el icono del bloqueador y el de la criptodivisa.
Uno de los aspectos que más criticados es que el menú se ve demasiado cargado, sobre todo viendo que no todos los usuarios están interesados en los servicios ofrecidos por Brave, pero en el fondo tampoco no es que tenga diferencias radicales comparado con Chrome.
En resumidas cuentas, y aparte del acabado estético de las pestañas y la barra superior que las sostiene, no se puede decir que haya diferencias radicales entre Brave y Firefox a nivel de interfaz de usuario, sobre todo porque el navegador de Mozilla ha evolucionado para parecerse cada vez más a Chrome (y al Chromium original).
Motor de renderizado
Después de la interfaz gráfica de usuario, lo segundo más fácil de “palpar” es la experiencia que se obtiene con los correspondientes motores de renderizado. Aquí, como posiblemente bien sabrá la mayoría de las personas que nos leen, hay diferencias muy manifiestas y, por qué no decirlo, se trata de la raíz de la actual mala situación de Firefox en cuanto a cuota de usuarios.
Firefox ha empleado Gecko durante muchísimo años, pero desde hace unos años utiliza Quantum, un proyecto que representa la evolución y mejora de su propia tecnología de renderizado para competir en mejores condiciones con el omnipresente Chrome.
Quantum llegó con la intención de mejorar la privacidad ofrecida por Firefox y suministrar un buen soporte multiproceso, un aspecto en el que Chromium llegó a tomar demasiada ventaja. Si bien Quantum ha sido todo un impulso para el rendimiento del navegador y a niveles generales se obtiene una buena experiencia con él, da la impresión de no ser capaz de dar alcance a la tecnología de Google.
Por su parte, Brave emplea el motor de renderizado Blink, nacido de una bifurcación de WebKit. Blink forma parte de Chromium y se compone de motores de renderizado para HTML y CSS, la implementación de Web IDL para las API implementadas en el navegador web, el motor de JavaScript V8 y el motor de gráficos Skia para hacer llamadas a API como OpenGL, Vulkan y DirectX.
Tomar Chromium para crear nuevos navegadores se ha convertido en un recurso muy utilizado debido a que así se obtienen muchas de las virtudes implementadas en Chrome. Comparado con Firefox, el usuario puede percibir una carga más rápida de las páginas web, un mejor renderizado de las fuentes tipográficas y una mejor experiencia con la multimedia, área en la que el navegador de Mozilla llegó a quedarse bastante rezagado.
Chromium, a través de Chrome, ha sido el gran impulsor de HTML5, la quinta generación del conocido lenguaje de marcas que ha permitido jubilar a Flash. La tecnología propiedad de Adobe fue en su momento fue un mal necesario para dotar a la web posibilidades multimedia, pero que desde hace un tiempo es más bien un estorbo.
En resumidas cuentas, tanto Firefox como Brave tienen motores de renderizado muy competentes, pero el segundo se beneficia de la tecnología procedente de Google y la inercia de los últimos años, en los que están surgiendo muchos sitios web que no tienen una buena compatibilidad con el navegador de Mozilla, una circunstancia en la que ha podido influir la escasa presencia de Firefox en los entornos empresariales.
Privacidad y capacidad de bloqueo de rastreadores
Y llegamos al tercer punto, la privacidad ofrecida por cada uno de los navegadores. Para este apartado hemos tomado como referencia los resultados arrojados por d3ward, una herramienta que permite comprobar qué rastreadores están bloqueados y el nivel de protección que tiene el usuario frente a estos, y la ofrecida por Electronic Frontier Foundation (EFF) para el mismo propósito.
Este es posiblemente el apartado más interesante del artículo, más que nada porque, dependiendo del perfil del usuario, Brave puede ser una mejor opción que Firefox a nivel de privacidad y viceversa.
Si no se tienen conocimientos sobre cómo configurar un navegador, Brave es una mejor opción que Firefox a la hora de proveer privacidad debido a que su configuración predeterminada es más fuerte, o al menos eso es lo arrojado por d3ward.
En la imagen se puede ver que Brave obtiene un porcentaje de bloqueo del 90% en su configuración por defecto ejecutando d3ward, lo que no está nada mal. Esto es gracias a Brave Shields, un mecanismo de bloqueo inspirado en otros como el archiconocido uBlock Origin que, al menos aparentemente, hace bien su trabajo, y además sin necesidad de configurar cosas por parte del usuario.
Sin embargo, y siempre tomando como referencia el resultado arrojado por d3ward, parece que no va más allá. Hay una cosa que aparentemente d3ward no mide, y es el fingerprinting (huella digital), una técnica con la que se recopila datos como el navegador, el hardware empleado, la resolución y las fuentes tipográficas instaladas utilizando canvas o lienzos de HTML5, y mediante la cual se puede generar un perfil único del usuario.
Brave incluye un mecanismo de aleatorización de la huella digital del usuario con el fin reforzar la protección frente al rastreo, cosa que se puede comprobar ejecutando la prueba la Electronic Frontier Foundation.
Junto a todo lo mencionado, Brave pone a disposición del usuario un modo de ventana privada con Tor, el cual permite navegar, como bien indica su nombre, a través de la red Tor. Eso sí, es importante tener en cuenta que Tor Browser suele recomendar no tener la ventana maximizada para evitar así el rastreo de la resolución empleada.
Firefox, por su parte, comienza desde un punto de partida peor que Brave, o dicho de otra forma, necesita de meterle mano para que ofrezca una protección fuerte, aunque después de seguir ciertos pasos, según los resultados obtenidos a través de d3ward, llega hasta a superar a su rival. Antes de empezar a mencionar los pasos para reforzar la privacidad suministrada por Firefox, vamos a poner el resultado arrojado por la configuración predeterminada de la compilación para Windows.
Lo primero que hemos hecho ha sido subir el nivel de los bloqueadores propios de Firefox, pasando de “Estándar” a “Estricto”. Luego hemos vuelto a ejecutar la prueba de d3ward y hemos visto una ligera mejora, pero quedándose lejos de lo ofrecido por Brave.
Pero todo cambia cuando se añade la uBlock Origin, la popular extensión dedicada a bloquear la publicidad y otros rastreadores. Una vez añadido dicho complemento, Firefox alcanza una puntuación del 94% en d3ward, superando de esta manera a Brave.
Como curiosidad hemos ejecutado la prueba de d3ward después de añadir el mismo uBlock Origin a Brave, pero el resultado de 90% ha permanecido invariable. ¿Tendrá Manifest V3 algo que ver en esto? Lo lógico sería pensar que sí.
Sobre la gestión de las huellas digitales en Firefox, se supone que el navegador web de Mozilla las bloquea, pero al contrario que Brave, no las aleatoriza según los resultados obtenidos mediante la prueba de rastreadores de la EFF. Esto quiere decir que, si se desactivan los mecanismos contra el rastreo, el usuario empleará una huella digital única que lo identificará.
Por último, si Brave ofrece una pestaña privada con conexión a la red Tor, Firefox pone a disposición a través de una extensión una característica de contenedores que pueden ayudar a reforzar la privacidad del usuario.
Estos contenedores permiten definir diversos contextos de uso. Por defecto están Personal, Trabajo, Banca y Compras, pero es posible modificarlos y crear otros contenedores personalizados. Ya se sabe, la capacidades de personalización han sido siempre parte del alma de Firefox, si bien eso de llenar hasta arriba el navegador de extensiones es algo que pasó de moda hace mucho tiempo.
Los contenedores de Firefox permite iniciar varias sesiones distintas a la vez en un mismo sitio web, como por ejemplo tener activas varias cuentas de Gmail desde un mismo navegador; protegen del rastreo sin tener que cerrar las sesiones mientras se navega debido a que las webs visitadas desde un contenedor no puede rastrear el contenido de otros navegadores; gracias al aislamiento proporcionado, mejora la seguridad al hacer que solo el contenedor atacado quede afectado; permite asignar un sitio web a un contenedor para que siempre se abra desde ahí; permite mostrar y ocultar fácilmente conjuntos de pestañas, además de organizarlas.
Como vemos, los contenedores de Firefox son una característica muy interesante, sobre todo si es imperioso separar los distintos perfiles que uno va acumulando a lo largo del día o la vida (por ejemplo, separar la actividad personal de la profesional) o para simplemente hacer uso de sus posibilidades en torno a la privacidad y la seguridad.
Sincronización
La sincronización entre distintos dispositivos o sistemas operativos (si por ejemplo se tiene un arranque dual con Windows y Linux) es una característica que se ha vuelto común en los navegadores, pero no todos la usan, e incluso hay personas que la desprecian debido a que la consideran como un mecanismo que viola la privacidad del usuario debido a que le invita a subir cosas a la nube.
Pero independientemente del debate que hay en torno a los servicios de sincronización, es innegable que son muy cómodos, sobre todo si se quiere disponer de los mismos datos en todas las instancias de sistema operativos que uno está empleando.
Firefox y Brave ofrecen sus respectivos servicios para sincronizar marcadores, el historial, las extensiones, la configuración, las contraseñas y otras cosas, siendo la lista algo más larga en Brave. Sin embargo, y aunque ambos funcionan bien, los mecanismos de activación son diferentes.
Firefox emplea la clásica disposición que consiste en una cuenta vinculada a una dirección de correo electrónico, la cual puede ser del servicio que prefiera el usuario (Outlook, Gmail, ProtonMail… ). Esto obliga a tener que recordar una contraseña para acceder.
El servicio de sincronización de Firefox recuerda la configuración establecida desde el último dispositivo activo, así que, si se añade otro dispositivo nuevo, este último empleará por defecto la configuración de sincronización del penúltimo, ofreciendo de esta manera una experiencia bastante consistente.
Brave, en cambio, no emplea una cuenta con su contraseña, sino que invita al usuario a crear una cadena de dispositivos conectados a través de la sincronización. Los dispositivos se van sumando con un código que consiste en una frase en inglés (que puede no tener sentido) en caso de querer sumar un PC (Windows, Linux o Mac) o un código QR para un smartphone o una tablet que debe ser escaneado con la cámara de fotos.
El mecanismo de Brave no depende de una cuenta de correo electrónico para hacerlo funcionar, pero esto acarrea el inconveniente de que, si se pierden todos los dispositivos, significa que no se podrá recuperar la cadena de sincronización y se perderán los datos.
Aunque los servicios de sincronización son muy cómodos, nuestra recomendación es emplearlos con precaución y no guardar a través de ahí datos de forma indiscriminada. Por otro lado, y con el fin de no quedar atado a un navegador web específico y facilitar la migración entre ellos, sería recomendable emplear algún gestor de contraseñas de terceros en lugar del suministrado por los navegadores.
Soporte multiplataforma
Además de todo lo relacionado con las propias aplicaciones, también es importante tener en consideración los sistemas operativos soportados por cada uno de los dos navegadores.
De cara a los usuarios de Windows, macOS, Android e iOS este tema no les debería preocupar, ya que tanto Firefox como Brave soportan oficialmente todos esos sistemas siguiendo los mecanismos estándares. Sin embargo, todo cambia cuando uno llega a Linux, frente en el que Firefox literalmente arrasa a su rival.
Los usuarios de Linux, en el año 2022, siguen sin disponer de un mecanismo gráfico oficial para instalar Brave, lo que les fuerza a recurrir a una consola que debería ser prescindible para estas tareas. Además, no ofrece soporte oficial para ARM y las versiones Flatpak y Snap no están a la altura de las suministradas a través de Deb y RPM (los formatos de paquetes “tradicionales”).
Aquí Firefox gana por goleada en Linux al ofrecer soporte para ARM y disponer de paquetes Snap y Flatpak que al menos son funcionales, aunque a nivel de integración todavía carezcan de ciertas cosas. De hecho, no hay ningún derivado de Chromium que tenga su navegador publicado en el repositorio estable de Flathub (salvo el comunitario Ungoogled Chromium), que ha centralizado de facto la distribución de aplicaciones Flatpak, así que Linux es la única plataforma en la que Firefox va por delante, al menos en algunos frentes, de sus rivales Chromium.
En resumidas cuentas, si no usas Linux, Brave y Firefox están a la par, pero en caso contrario, Firefox va por delante de todos o al menos la mayoría de los navegadores basados en Chromium.
Conclusión
Al final usar Brave o Firefox es más una cuestión de elección personal que otra cosa. El primero destaca por tener un mejor motor renderizado y ofrecer aparentemente un mejor nivel de privacidad en su configuración por defecto, mientras que el segundo sobresale por su mejor soporte multiplataforma y unas posibilidades a nivel de privacidad que llegan a ser, al menos en apariencia, superiores en conjunto después de configurar ciertas cosas.
Obviamente, nos hemos dejado en el tintero muchas cosas, como el servicio de VPN de Mozilla, pero nuestra intención era centrarnos principalmente en las características ofrecidas por defecto por ambos navegadores web.