A Fondo
Cómo mejorar el rendimiento de tu procesador y alargar su vida útil
El rendimiento del procesador instalado en cualquier PC viene determinado por varios factores. Algunos son inmutables, como la arquitectura, el número de núcleos e hilos y las instrucciones soportadas, pero estos se ven afectados por diversos factores que sí pueden cambiar con el paso del tiempo, y también con las interacciones del usuario.
Podemos decir, por tanto, que el rendimiento del procesador que utilizamos tiene una base concreta, pero que esta puede mejorar o empeorar en función de diversos factores que vamos a tratar en este artículo, ya que os ayudarán a entender mejor qué hay detrás de dicho componente, a descubrir cómo podéis mejorar su rendimiento sin gastar dinero (o con una inversión mínima), y cómo podréis alargar su vida útil sin esfuerzo.
Antes de nada, quiero dejar claro que en esta guía no vamos a daros ninguna recomendación o consejo que pueda implicar un riesgo para vuestro PC, ya que consideramos que no merece la pena tomar medidas extremas para mejorar un poco el rendimiento del procesador a costa de acortar la vida útil de vuestro equipo, y menos aún con el panorama actual.
Dicho esto, entramos en materia. Como siempre, podéis dejar cualquier duda en los comentarios y estaremos encantados de ayudaros a resolverla. Poneos cómodos, que arrancamos.
1.-Actualizar la BIOS puede mejorar el rendimiento del procesador
La placa base es una pieza fundamental en cualquier PC. Sobre ella instalamos componentes tan importantes como la memoria RAM, la tarjeta gráfica y el procesador, entre otros, y esta puede afectar, para bien o para mal, al rendimiento de todos y cada uno de los componentes que montamos.
En este sentido, la versión de la BIOS que utilicemos no solo puede afectar al rendimiento del procesador, sino que también determina aspectos tan relevantes como la compatibilidad de nuestra placa base con ciertos procesadores, el soporte de ciertos tipos de memoria RAM a frecuencias concretas y las funciones que tendremos disponibles en cada momento. Por ejemplo, las placas base AM4 con chipset B450 y superior son compatibles con los procesadores Ryzen 5000, pero requieren de una actualización de BIOS previa.
AMD es, precisamente, la compañía que más ha logrado mejorar el rendimiento de sus procesadores recurriendo a actualizaciones de BIOS. Ya hemos hablado de ello en muchas ocasiones, en este artículo por ejemplo vimos que la actualización AGESA 1.0.0.4 iba a traer más de 100 mejoras importantes, y que iba a ser posible implementarla mediante una simple actualización de BIOS.
Mantener la BIOS actualizada puede ayudarnos a aumentar el rendimiento del procesador, ya sea de forma directa o indirecta, así que merece la pena estar pendiente de las actualizaciones disponibles y proceder a su instalación cuando lleguen a su versión final y sean estables. Recurrid siempre a las versiones oficiales del fabricante de vuestra placa base.
2.-Ajusta el plan de energía y el estado del procesador
El rendimiento del procesador está profundamente unido al plan de energía que utilicemos, esto no es ningún secreto, pero todavía hay gente que no termina de entender la importancia que tiene esto en su día a día, y se limita a utilizar de forma continuada un único plan de energía, incluso aunque sus necesidades reales cambien de forma drástica en distintos momentos.
Si utilizamos un portátil y queremos priorizar la autonomía sobre el rendimiento del procesador, podemos utilizar un plan de energía equilibrado o incluso uno de bajo consumo. En casos concretos, también puede ser buena idea reducir el estado máximo del procesador. Sin embargo, si lo que queremos es maximizar el rendimiento del procesador, tenemos que hacer todo lo contrario.
El estado del procesador se puede configurar fácilmente a través de Windows 10 entrando en la ruta «Editar la configuración del plan de energía > Cambiar la configuración avanzada > Estado del procesador». El estado mínimo fija la frecuencia de trabajo más baja a la que podrá llegar el procesador, y el estado máximo establece la frecuencia máxima que podrá alcanzar.
Si utilizamos procesadores nuevos que hacen una gestión eficiente del modo turbo, y que por tanto ajustan con gran rapidez y precisión sus frecuencias de trabajo en tiempo real, no será imprescindible utilizar un estado base del 100%, pero en chips relativamente antiguos ese ajuste puede ayudarnos a mejorar ligeramente el rendimiento del procesador, ya que ahorra ese retraso que se produce al ejecutar el cambio de frecuencia.
3.-Cambiar la pasta térmica puede marcar la diferencia
Es uno de los mantenimientos más básicos que debemos realizar en cualquier PC, y también es uno de los más importantes, ya que puede marcar una gran diferencia en las temperaturas de nuestro procesador, en su rendimiento y en su vida útil.
Un procesador al que no se le ha cambiado la pasta térmica en cinco años registrará unas temperaturas más altas que un procesador que utiliza, por ejemplo, una pasta térmica que fue cambiada hace unos meses. Esto tiene una explicación, y es que la primera estará profundamente degradada y reseca, lo que significa que no permitirá un buen contacto entre el procesador y el disipador, y la transferencia de calor será muy pobre.
En ese escenario, el calor tenderá a acumularse en el IHS del procesador. Cuando esto ocurre, las temperaturas pueden dispararse a niveles preocupantes. Un procesador que funciona a altas temperaturas tiende a reducir su frecuencia de trabajo para protegerse, lo que se traduce en un menor rendimiento.
No obstante, en situaciones extremas, su vida útil puede acortarse debido a la degradación gradual que sufre el silicio cuando opera a altas temperaturas. Los pantallazos azules, los bloqueos y los cuelgues también son otros problemas frecuentes que derivan del calor excesivo en un procesador. Cambiar la pasta térmica es la mejor manera de evitar estos problemas, y puede ayudarnos a mejorar el rendimiento del procesador.
4.-Haz un uso eficiente, e inteligente, del procesador
Y lo digo en sentido amplio. Si tienes un procesador que permite hacer overclock, la manera más sencilla y rápida de mejorar su rendimiento sería elevar sus frecuencias de trabajo. Sin embargo, debes ser consciente de que un overclock inapropiado puede llegar a empeorar el rendimiento del procesador, e incluso afectar negativamente a su vida útil.
Si vas a hacer overclock, hazlo de forma segura y teniendo siempre en mente las limitaciones de tu propio PC, y las del sistema de refrigeración que utilizas. De nada sirve llevar un procesador a los 5,3 GHz si vas a tener que utilizar, por ejemplo, un voltaje de 1,5V y a tener que lidiar con temperaturas de entre 95 y 100 grados. Mejor menos frecuencia, menos voltaje y temperaturas más razonables.
Por otro lado, recuerda que en ciertos escenarios un procesador de última generación sin overclock, que gestiona de forma independiente y eficiente sus frecuencias de trabajo, puede ofrecer un mejor rendimiento que otro que se haya overclockeado a unos valores determinados. Con esto quiero decir que no siempre vale la pena overclockear el procesador, y los Ryzen 3000 son un claro ejemplo de ello.
Finalmente, también debemos controlar el uso que hacemos del procesador. Si tenemos un chip que está profundamente limitado por cantidad de núcleos e hilos, acabar con todas las aplicaciones en segundo plano que puedan consumir recursos a nivel de CPU puede marcar una diferencia considerable, especialmente en aquellos casos en los que no llegamos a cumplir los requisitos mínimos, pero nos quedamos relativamente cerca (por ejemplo, un juego que requiere cuatro núcleos y que ejecutamos en un procesador de dos núcleos y cuatro hilos).
5.-Limpieza y refrigeración del equipo
La pasta térmica y el sistema de refrigeración colocado sobre el procesador son dos de los factores que más influyen en la temperatura del mismo, pero no son los únicos. El calor que genera este componente, y que se disipa a través de ambos elementos, queda dentro del chasis del PC, lo que significa que sin un buen flujo de aire que lo expulse al exterior podría acumularse en el interior y dar problemas graves.
Crear un buen flujo de aire es importante para que nuestro PC reciba aire frío del interior, lo que ayudará a reducir la temperatura interior, y para que pueda expulsar el aire caliente que se acumula. Contar con ventiladores frontales introduciendo aire frío, ventiladores superiores sacando aire caliente con un ventilador trasero sacando aire caliente es más que suficiente para asegurar un buen flujo de aire.
No debemos olvidarnos, además, de la limpieza. El polvo y la suciedad son dos enemigos naturales de cualquier componente electrónico, y con el paso del tiempo se van acumulando en los ventiladores y en los radiadores, lo que puede acabar reduciendo en gran medida el flujo de aire y la refrigeración. Realizar limpiezas con cierta frecuencia puede marcar una gran diferencia, reducir las temperaturas y permitir que el rendimiento del procesador mejore.
Si te encuentras en un caso extremo y la temperatura que hay en el interior de tu PC alcanza niveles demasiado altos puedes adoptar, como solución temporal, una solución sencilla pero efectiva: retirar la tapa lateral para abrir el chasis. En situaciones concretas, y en zonas donde el calor en verano sea insoportable, puede marcar una gran diferencia. Con todo, ten en cuenta que los componentes quedarán expuestos, con todo el peligro que ello conlleva.
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