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Olvídate de comprar una tarjeta gráfica este año: NVIDIA confirma los peores pronósticos

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Comprar una tarjeta gráfica es imposible, salvo que estemos dispuestos a pagar las cifras astronómicas que se mueven en el mercado de segunda mano, o que queramos optar por modelos de gama baja que, en la mayoría de los casos, ofrecen un valor prácticamente nulo.

Si te preguntas cómo hemos llegado a esta situación, debo decir que la respuesta es larga y un poco compleja, pero no te preocupes, puedo hacerte un resumen sencillo y fiel a la realidad con solo tocar cuatro puntos importantes:

  • La demanda de semiconductores, y de otros materiales necesarios para fabricar componentes electrónicos, como los sustratos, por ejemplo, ha subido enormemente, y los grandes productores no han podido responder a esa demanda.
  • El minado de criptodivisas ha experimentado una nueva burbuja, y esto ha disparado la demanda de tarjetas gráficas hasta tal punto que es imposible encontrar stock. Este punto enlaza con el anterior, ya que las tarjetas gráficas utilizan semiconductores y otros materiales que están sufriendo una gran escasez.
  • Los especuladores han aprovechado para hacer su agosto, y están intentando acaparar todas las unidades de tarjetas gráficas que pueden para revenderlas en el mercado de segunda mano a precios de locura. La situación es tan mala, que incluso modelos de generaciones anteriores, como la GTX 970, han llegado a triplicar su precio.
  • El lanzamiento de PS5 y Xbox Series X-Series S también ha tenido un impacto notable, ya que AMD ha tenido que dedicar la mayor parte de la producción de chips que tiene contratada con TSMC a fabricar las APUs de ambas consolas, lo que ha afectado a la producción de sus Radeon RX 6000.

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No podrás comprar una tarjeta gráfica: La demanda seguirá siendo demasiado alta

La CFO de NVIDIA, Colette Kress, ha confirmado en un evento celebrado con los inversores que la demanda de tarjetas gráficas seguirá siendo muy superior a la oferta, y que esta situación se mantendrá sin cambios prácticamente durante todo 2021. Para el usuario de a pie, esto supone que no podrá comprar una tarjeta gráfica a su precio recomendado durante todo lo que queda de año, pero quiero ir más allá y lanzar una mirada más a medio y a largo plazo.

Para que mejore la situación actual, y para que puedas comprar una tarjeta gráfica sin tener que hipotecarte, es necesario que la demanda baje de forma considerable, o la producción debe aumentar en gran medida hasta que se equilibre la balanza de la oferta y la demanda. Incluso en este caso, los precios podrían tardar un tiempo en volver a niveles aceptables, como ya ocurrió con la anterior burbuja de las criptodivisas.

Las soluciones CMP de NVIDIA, pensadas para el minado de criptodivisas, han tenido un gran éxito porque son la única opción que los mineros tienen ahora mismo para seguir ampliando sus grandes granjas de minería, pero no solo no han logrado solucionar el problema que representa el uso de tarjetas gráficas para minar, sino que además han puesto en evidencia que este es más profundo de lo que parece, y que puede que ni siquiera con un aumento enorme de  la producción sea posible normalizar los niveles de stock, y los precios de venta.

Si damos por hecho que la situación va a empezar a mejorar a finales de 2021, cosa de la que francamente no estoy nada convencido, es probable que no veamos una cierta normalización de los niveles de stock y de los precios hasta mediados o finales de 2022.

Sé lo que estás pensando, ¿y no hay ninguna posibilidad de que la situación se normalice antes y más rápido? Pues sí, hay una cosa que podría tener un impacto tan grande que sería capaz de normalizar en muy poco tiempo el mercado, y que te permitirá comprar una tarjeta gráfica a buen precio en poco tiempo: un pinchazo enorme en el sector de las criptodivisas que haga que ya no sea rentable minarlas. Esto generaría un efecto dominó e inundaría el mercado de segunda mano con numerosas tarjetas gráficas.

En ese escenario, al incrementarse el stock con tanta rapidez, los precios tendrían que ir bajando gradualmente, y la competencia entre los propios revendedores, unida al miedo a perder dinero o a no rentabilizar determinadas compras, podría hundir los precios a gran velocidad y normalizaría la situación en menos tiempo que, por ejemplo, un aumento de la producción con una alta demanda de fondo. Comprar una tarjeta gráfica en ese escenario sería mucho más sencillo, y barato.

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