Apple, Macbooks y procesadores ARM: ¿Quién saldría ganando?
Ya lo he comentado en anteriores ocasiones pero no me importa repetirlo, soy usuario de Apple desde hace bastantes años y, en líneas generales, estoy satisfecho con lo que me ofrecen los dispositivos con los que cuento. No defiendo todo lo que hacen, claro, ayer mismo hablé de mi actual desafección por el Apple Watch, hace unas semanas me cuestioné cómo funcionarán los widgets en iOS… Creo que soy objetivo cuando analizo tanto los productos como las decisiones de los de Cupertino, y no solo porque sea mi obligación profesional, sino también porque, como cliente habitual de la marca, más me vale ser razonablemente crítico y no dejarme llevar por el dogmatismo.
Ya está más que confirmado, especialmente desde la publicación de esta noticia de Bloomberg, que el futuro de los ordenadores de Apple pasa por ir alejándose de Intel y apostando por procesadores ARM diseñados a la medida de los de la manzana. Habrá quienes no lo recuerden pero la compañía dio el paso inverso, dejando atrás PowerPC para optar por la arquitectura x86, hace ahora 14 años, en 2006. Un cambio que, nos contaron, abría las puertas a un sinfín de posibilidades.
La más evidente de ellas fue, claro, Boot Camp: por fin los Mac podían correr Windows de forma nativa, sin necesidad de emulación o virtualización. Pensé en su momento, y sigo haciéndolo en la actualidad, que fue un movimiento muy, muy inteligente por parte de Apple. Y es que hablamos de los tiempos del iPod, con una imagen de marca por las nubes, unos ordenadores realmente deseados por una amplia mayoría (aunque solo fuera por su diseño exterior en algunos casos) y la eclosión de las cafeterías Starbucks, que rápidamente empezaron a llenarse de personas con Macbooks. Y eso que el iPhone todavía estaba por llegar…
Desde entonces la arquitectura interna de los sistemas de Apple no ha experimentado grandes cambios. Ha evolucionado, claro, pero siempre del modelo x86. Sí que se han producido algunos cambios más llamativos en lo referido al software, algo que ha alcanzado su cima con la eliminación definitiva del soporte al software de 32 bits en MacOS X 10.15 Catalina. Un golpe que muchos usuarios siguen acusando, y que a otros tantos nos mantiene todavía fieles (y lo que queda) a Mojave.
Apple, a diferencia de otros fabricantes, no tiene miedo a ser rupturista con el pasado, aunque las consecuencias de hacerlo puedan suponer un jarro de agua fría para sus usuarios. También lo ha hecho en iOS, eliminando la compatibilidad con apps diseñadas para versiones antiguas en el sistema. Aún no he hecho las cuentas del dinero que perdí con ese cambio, por las apps compradas que ya no pude emplear. Pero sigue pareciéndome una posición extrema, y que la única solución que se me propone sea que yo me ponga en contacto con el desarrollador para que la actualice… en fin, esto es algo que me resulta particularmente molesto.
La teoría del todo, según Apple
Ruego a los más duchos en física que disculpen el uso de este concepto como sinónimo de todas aquellas teorías e hipótesis que intentan reconciliar relatividad y mecánica cuántica. Hecha esta aclaración, a nadie se le escapa que los procesadores ARM no son algo nuevo para Apple. Su serie de procesadores A, responsables del funcionamiento de iPhones y iPads ya los emplean desde hace años y, por lo que se puede deducir por la simple observación, no da la sensación de que tengan previsto dejar de hacerlo a corto y medio plazo.
Esto provocó que, desde el primer momento en que se tuvo noticia de las intenciones de los de Cupertino de dar el salto a ARM en sus ordenadores, muchos empezáramos a pensar que la intención de Apple era avanzar en la unificación de sus líneas de dispositivos, con el fin de llegar a un momento en el que todos se basaran en la misma plataforma (cada dispositivo con sus singularidades, claro está). Y, claro, un único sistema operativo, ya sea iOS o MacOS X. En este punto las apuestas se decantan por un iOS «engordado» con algunas funciones de MacOS X.
De partida diré que no me parece una mala idea. La unificación, bien llevada a cabo, si no se traduce en la pérdida de funcionalidad en unos u otros dispositivos, facilita las sinergias entre los mismos, amplía la oferta de software disponible. permite a la compañía centrar todos sus esfuerzos en una única plataforma y, además, proporciona un entorno más coherente, más consistente, a aquellos usuarios que hayan optado por mantenerse en el ecosistema de Apple. Visto así todo son ventajas, ¿verdad?
Lo que Apple se deja por el camino
Lo resumiré en una palabra: compatibilidad. Ya lo he mencionado antes, el salto a x86 permitió la llegada de Boot Camp y, como consecuencia, que muchas personas que valoraban positivamente el hardware de Apple pero que se veían en la necesidad de trabajar con Windows pudieran dar el salto. Esto impulsó las ventas, lo que se tradujo en un incremento en su cuota de mercado. Algo que, a su vez, se tradujo en que más desarrolladores de software decidieran adaptar sus aplicaciones a MacOS X. Un círculo virtuoso que, aún con altibajos, se ha mantenido hasta hoy.
El cambio a ARM va a romper por completo esta situación. Cualquier usuario de Windows que quiera emplearlo en un Mac tendrá que volver a la emulación y las máquinas virtuales. Y ojo, no es que las desdeñe, ni mucho menos, dos de las primeras aplicaciones que llegaron a mi ordenador fueron Parallels Desktop y VirtualBox. Sin embargo estas soluciones tienen algunos límites y, en todos los casos, impiden aprovechar el 100% de los recursos del sistema anfitrión en el sistema emulado o virtualizado. Una resta en el rendimiento que en no pocos casos puede marcar la diferencia.
También es bastante probable que veamos, por primera vez en años, un descenso significativo de las nuevas aplicaciones que llegan a los ordenadores de Apple. Desarrollar para distintos sistemas operativos es, indudablemente, un trabajo extra. Sin embargo, si al menos comparten la misma arquitectura el proceso no es tan complejo como si hablamos de plataformas totalmente distintas. Y sí, ya lo sé, existen mil capas de abstracción entre el hardware y el software, pero aún así las cosas cambian, y los responsables de las herramientas de desarrollo tendrán que hacer un esfuerzo colosal para adaptarse a este cambio. Tanto que la pregunta es si lo harán.
También es cierto, no se me escapa, que la unificación de los sistema puede hacer que muchos desarrolladores que actualmente solo miran a iOS, puedan llegar rápida y fácilmente a los ordenadores de Apple. Este incremento podría compensar, no lo niego, lo que digo en el párrafo anterior. Sin embargo, ¿qué probabilidad hay de que esas aplicaciones sean las que mantienen atados a Windows a aquellas personas que querrían dar el salto a Apple? Me temo que pocas. Me temo que no pocos desarrolladores que se planteaban dar el salto a MacOS, estén cuestionándose muy seriamente si hacerlo o no.
¿Y quién sale ganando?
Hace unos días un compañero me hizo llegar esta interesante opinión de Osmond Chia al respecto. Es ese artículo el que me ha llevado a toda la reflexión que estoy desarrollando aquí. Y de verdad que me parece un punto de vista interesante y muy válido, pero que no comparto en su totalidad. Y es que me resulta un pelín «optimista de más». Creo que pone mucho peso en los puntos positivos, que obviamente existen y sería estúpido negar, pero pasa un poco de soslayo por los negativos, que tengo la sensación de que es en los que me he centrado yo.
Está claro que un procesador, una arquitectura diseñados a medida permitirán a Apple explotar su potencial de una manera excepcional. No es nada nuevo, en realidad, ya lo vivimos con PowerPC. Y si eso funciona así, solución a medida igual a mejor rendimiento, en cambio a la inversa que vivimos en 2006 también debería haber tenido el efecto contrario, ¿no? Yo entiendo que los ingenieros de Apple hicieron un trabajo excepcional en el salto a x86, porque nada más lejos de la realidad. ¿Hubo problemas? Claro que los hubo, igual que en cualquier cambio, pero el rendimiento se mantuvo en la línea.
Sí que es cierto que la unificación puede abrir las puertas a la llegada de más aplicaciones tanto para iOS como para MacOS, pero en este punto no debemos olvidarnos de que Catalyst, AKA Marzipan, ya ha avanzado mucho en ese sentido. Desarrollar de manera simultánea para MacOS e iOS es bastante más sencillo ahora que hace dos años, y es probable que de darse la unificación, el cambio no sea tan sustancial como pudiera parecer de un primer vistazo.
Y vamos a un punto que es clave: el precio. Es bastante probable (aunque obviamente no es seguro) que el coste final por procesador que deba asumir Apple sea inferior una vez que se haya producido el cambio. Esto, potencialmente, puede traducirse en un descenso en el precio final de los Mac, algo que sin duda sería muy celebrado por la comunidad (yo el primero). Ahora bien, ¿qué posibilidades hay de que eso ocurra? Me temo (y espero equivocarme) que no demasiadas.
¿Por qué? Porque si los usuarios de Windows que quieren hardware de Apple ya no tienen esa opción, es de esperar que esto se traduzca en un descenso de las ventas. Y es cierto que un precio inferior podría atraer a nuevos usuarios pero, seamos francos, de producirse seguramente no sería un descenso tan acusado como para hacer «cambiar el chip» a una parte importante de potenciales interesados. Personas que, a su vez, verían como algo negativo no poder instalar Windows. Así, ante una estimación de menos ventas, ¿van a aceptar los ejecutivos reducir el margen de beneficio por venta? Me cuesta creerlo.
Pero entonces, David, vamos a ver, ¿quién sale ganando con este cambio? Solo se me ocurre, ante una hipotética reducción de precio, aquellos usuarios que están 100% instalados en el ecosistema de Apple, que no añoran absolutamente nada de otras plataformas, y que además se beneficiarán de los efectos de la unificación de sistemas. Para el resto, tanto de usuarios como para la propia Apple, me sabe mal decir esto, pero me parece una apuesta equivocada, y que puede llevar a la compañía, de nuevo, a las difíciles aguas en las que tuvo que faenar, casi hasta hundirse, allá por los noventa. Y de verdad que deseo estar muy, muy equivocado.
¿Qué opinas tú de este cambio? ¿Crees que Apple hace bien apostando por una arquitectura propia, o crees que abandonar x86 va a cerrar puertas que difícilmente volverán a abrirse? Y si eres usuario de Mac, ¿te planteas, llegado el momento, comprar un Macbook con procesador ARM o preferirás mantenerte en x86 mientras sea posible?