Los filtros de luz azul ayudan a los ojos, pero nos quitan el sueño
La consciencia ante el daño que puede provocar la sobre-exposición a las pantallas está cada vez más presente entre los usuarios, reflejándose cada vez más en la demanda de un modo oscuro para las aplicaciones y navegadores web, los modos de luz lectura en ebooks o móviles, y los filtros o gafas para rebajar la luz azul.
Sin embargo, parece que estamos haciendo un mal uso de este tipo de herramientas. Así lo ha declarado un reciente estudio de la universidad de Manchester, que acaba de descubrir que el uso continuado de este tipo de filtros, sobre todo durante las últimas horas del día, puede provocarnos posteriores problemas a la hora de conciliar el sueño por las noches.
Según explican los expertos, la razón no es otra que la alteración del la transición natural de la luz cálida a la luz fría, o el cambio de luz entre el Sol y la Luna, que al igual que en el resto de animales, juega un papel crucial en la regulación de nuestros ciclos de sueño.
Y es que al utilizar los filtros de luz azul, nos exponernos de forma artificial a tonos similares a las longitudes de onda cálidas, provocando un desajuste en nuestro cuerpo.
De hecho, si bien es recomendable el uso de estos filtros para el resto de la jornada, una vez pasado el atardecer y el crepúsculo, se recomienda que optemos por usar luces tenues más frías, variando entre la luz azul y los tonos blancos.
Así pues, todos estos hábitos pueden escalarse a un nivel mayor en el caso de que tengamos un hogar y bombillas inteligentes, utilizando tonos cálidos o mezclados con amarillos por la mañana, y variando a tonos más blancos y suaves durante la tarde y noche, pudiendo notar los cambios y mejoras en nuestro ciclo en apenas unos días.