Análisis
Alfa Romeo Stelvio, intérpretes
«Supongo que si quieres nadar lo mejor que puedes hacer es tirarte al agua, ¿qué es lo peor que puede pasar?» Susie Diamond (Los Fabulosos Baker Boys, 1989)
Cerraré los ojos una vez más doctor, respiraré hondo tal y como me está pidiendo pero voy perdiendo la fe en sus consejos, en sus prácticas. Dejar la mente en blanco no me va a ayudar tal y como no me ha ayudado en las trentaiseis reuniones anteriores. Esa música de Vivaldi que sigue sonando consulta tras consulta no me ayuda a relajarme y mi mente no se tranquiliza. Mi consciencia va dando tumbos por los recovecos de mi propia existencia sin encontrar paz, no he encontrado consuelo enfrentándome a los traumas del pasado ni pasando lista a las frustraciones del presente. La medicación tampoco mejora mis sudores fríos, mi insomnio, mi taquicardia.
De hecho empiezo a cogerle manía doctor, no entiendo su cara, no se si me está sonriendo condescendiente o si me mira con compasión. No me gusta esa mirada y no me ayuda a evadirme. Sí, vuelvo a coger consciencia de dónde circula el aire, sentirlo en la garganta y en los pulmones y expulsarlo lentamente. De acuerdo, recorreré mi cuerpo con la mente para ir relajando músculo a músculo. Pero no se me quita de la cabeza su cara de idiota, lo siento doctor. Pero tengo que tranquilizarme, la culpa no es de este médico inútil, no es de las medicinas, no es mi trabajo, mi familia, mis amigos… El origen de todo es ese maldito coche rojo que me adelantó y del que apenas recuerdo una silueta fugaz. No puedo quitármelo de la cabeza.
Siempre me ha parecido muy interesante la palabra intérprete. Porque un intérprete (dejando a un lado la acepción de traductor simultáneo) no es solamente la persona que toca o canta una determinada obra o pieza de música sino que es quien la interpreta, es decir, el que aporta su propia manera de ejecutarla según su forma de ver la obra, sus propias habilidades, sus limitaciones… Eso quiere decir que no hay dos intérpretes iguales, es más, el mismo intérprete puede interpretar de forma diferente una misma pieza.
Ficha técnica
Salvando las distancias en el mundo de la automoción pasan cosas parecidas. Las distintas marcas interpretan a su manera lo que es un monovolumen, un deportivo o como el caso en el que nos ocupa un SUV y en particular un SUV deportivo como es el Stelvio. Podemos encontrar interpretaciones como las de Porsche con el Macan o el Cayenne, los BMW X3 en sus versiones M o los modelos que ha propuesto Jaguar pero nos parece especialmente interesante la interpretación que ha lanzado la italiana Alfa Romeo por tratarse del primer SUV de la marca.
Y así es, hemos podido probar el Alfa Romeo Stelvio con motor de gasolina de 280 caballos con tracción integral Q4. Y en color rojo, para que la identidad de deportivo italiano quede claramente reforzada por motivos cromáticos. Como aún estamos fuera del coche empezaremos por la línea de este Alfa, que hay que confesar que es impresionante. El frontal es el que probablemente tenga más personalidad, con la inconfundible rejilla de ventilación delantera en forma de lágrima que ya lucía en el Giulia dominando el conjunto y unos faros que también se inspiran en los de la berlina.
Musculo Alfa
A partir de ahí una línea musculosa y aerodinámica a partes iguales nos lleva a la parte trasera en la que encontramos dos enormes tubos de escape falsos en tonos cromados y unos grandes grupos ópticos sobre un portón trasero elevado por la presencia de un generoso paragolpes que queda en la parte inferior. Y muchos detalles racing como las pinzas de freno con el logo de la marca, el discreto pero vistoso spoiler sobre la luneta trasera, grandes llantas de radios y un spoiler delantero con dos grandes tomas de aire y dos protuberancias puntiagudas para dar un toque de agresividad.
Un grandísimo trabajo de diseño que entra directamente por los ojos y difícilmente pasa desapercibido mucho antes de fijarnos en el logo que luce el capó o el centro del portón trasero. Se trata de toda una declaración de intenciones con estilo inconfundiblemente italiano de lo que representa el Stelvio: una coche deportivo que por casualidad ha tomado la forma de un SUV pero que guarda todas las señas de identidad de un coche italiano con aspiración de transmitir sensaciones a quien lo conduce.
El interior del Stelvio tiene todas las virtudes y defectos que hemos encontrado en otros modelos de Alfa Romeo, aunque en este caso es evidente que el fabricante italiano se ha esperado algo más en paliar los segundos. Entre los aciertos está el diseño de prácticamente todos los elementos, orientados a transmitir una sensación de deportividad heredada directamente de los diseños interiores de las berlinas de la marca con más prestaciones.
Impronta interior
Es ya clásico el diseño del velocímetro y cuentarrevoluciones orientado hacia el conductor encajados en unos troncos de cono que protegen no solamente de la luz sino también de las miradas del resto de los ocupantes. El diseño es de inspiración deportiva y por supuesto se trata de indicadores analógicos complementados por un indicador de temperatura y otro del volumen de gasolina en el depósito. Entre los dos indicadores una sencilla pantalla LCD que ofrece información básica, no a la altura por ejemplo de las pantallas de los tope de gama del grupo Volkswagen.
El volante es otro de los elementos en los que se ha prestado especial cuidado, con un diseño aquí también propio de la marca (es más, idéntico al del Giulia) y la presencia en el modelo que hemos probado de unas levas tras el volante enormes y muy fáciles de utilizar como las que podemos encontrar en coches deportivos como os Ferrari. De hecho son las mejores levas de cambio que hemos podido probar en un coche similar. El volante tiene un acabado muy bueno y puede pedirse calefactado.
Otro detalle inconfundible de diseño de la marca es el de las boquetas de aireación, con forma circular con un mando que al girarlo permite reguilar su flujo. Hay varias repartidas por el habitáculo, incluidas dos en el túnel central que proporcionan aire a la parte trasera del habitáculo. Es importante subrayar el trabajo que ha hecho Alfa en el puesto de conducción, con múltiples posibilidades de reglaje y que gracias a ellas no da la impresión de estar a los mandos de un SUV sino de una berlina deportiva, todo sin perder apenas la visibilidad propia de un coche más elevado.
Mejorables
En la parte de las cosas a mejorar tenemos que apuntar el acabado de algunos de los plásticos del salpicadero y el tacto de la falsa madera que nos ha parecido además demasiado brillante y «artificial». No hay problemas de acoples ni de ruidos que nosotros hayamos notado pero el tacto es mejorable. También nos ha parecido que merece una revisión el funcionamiento del techo solar, que no es demasiado intuitivo y que a veces se atasca al accionarlo.
En lo que respecta al sistema multimedia y de información es gobernado por una pantalla de 8,8 pulgadas que ofrece una buena visibilidad idéntica a la del Giulia. Nos ha gustado la calidad y el diseño del interfaz así como el de los mapas del navegador que ofrecen un gran contraste. La pantalla tiene una proporción inusual: más ancha que lo que se suele utilizar para este tipo de dispositivos. Es buena para el uso del navegador pero para el resto de funciones resulta un poco extraño, sobre todo acostumbrados a pantallas de otras marcas.
Al no ser táctil el uso del sistema se hace a través de un selector y botones justo delante de la palanca de cambios (en este caso automática). El uso nos ha resultado cómodo aunque quizás una pantalla táctil hubiera mejorado la experiencia. Junto a este selector encontramos el que permite cambiar la «personalidad» del coche como ya vimos en el Giulia. El selector permite cambiar de D (comportamiento más dinámico) a N (normal) y finalmente A (All Weather, para afrontar pavimentos deslizantes).
El selector del cambio automático es cómodo y tiene un excelente funcionamiento, aunque en este coche mucho más que en otros acabaremos en muchas ocasiones utilizando las levas del volante cuando queramos realizar una conducción más deportiva. A la derecha encontramos un selector más pequeño que permite controlar las pistas y el volumen de la reproducción de audio.
El punto
El espacio interior disponible es el punto crucial que saca partido de la propuesta SUV. El que ofrece el Stelvio es muy amplio, tanto en las plazas delanteras como en las traseras. El espacio es muy bueno tanto en altura como para las piernas y en anchura permite que viajen tres adultos sin problemas aunque como es habitual en coches de este tamaño la plaza central es algo más sacrificada por la presencia del reposabrazos central y en el caso del Stelvio por el voluminoso túnel central que estorba algo la colocación de las piernas.
El maletero también es bastante generoso, con 525 litros de capacidad, aunque el volumen no es demasiado regular, sobre todo en la parte superior por lo que no es sencillo cargar objetos muy voluminosos. La cortininilla del maletero no está compuesto de una sola pieza, hay una parte que se eleva con el portón en forma de cortinilla y otra más rígida que se desliza por unos rieles desde el respaldo de los asientos. La apertura es eléctrica y el interior tiene buenos acabados y algunas soluciones prácticas como puntos de luz y tomas de corriente de 12 voltios.
Corazón
Pero el corazón del planteamiento del Stelvio es el de proporcionar a un SUV todo el espíritu Alfa Romeo, la garra sobre el asfalto, el nervio bajo el pedal del acelerador, así que nos dispusimos a cumplir nuestro deber. Pulsamos el botón de encendido (cuidado: en la parte izquierda) y el ronroneo de los 280 caballos de este motor de dos litros enseguida nos pone en antecedentes: el objetivo es disfrutar.
Y no nos hicimos de rogar. La primera prueba decidimos que fuera por un recorrido de curvas en la sierra, al principio con un ritmo regular pero tranquilo y luego poniendo un poco más a prueba esa garra que se le supone al Stelvio. El resultado es sorprendente: si el Giulia nos pereció una de las berlinas mejor preparadas para una conducción dinámica el Stelvio a pesar de la carrocería más alta y pesada no pierde ni un ápice de dinamismo, es más, en ocasiones parece incluso mejor plantado sobre el asfalto que el hermano pequeño.
Los más de 1.700 kilos que reparte el coche sobre las cuatro ruedas (por otro lado toda una pluma para los SUV que hay en el mercado) se mueve con pasmosa soltura, sobre todo si seleccionamos la posición D en el selector de comportamiento del coche. La tracción integral es un elemento que se deja notar en curvas en las que entramos algo más pasados pero en general el comportamiento es fulmíneo, responde de inmediato tanto al acelerador como a la dirección sin que en ningún momento parezca que vayamos a perder el control. Es muy difícil conseguir lo que Alfa ha conseguido con el Stelvio: que parezca que conducimos un pequeño turismo sobrado de caballos.
Frenos trabajadores
Nos ha gustado mucho el comportamiento de los frenos que van sobrados para detener el coche y están muy bien tarados para aceptar correcciones en medio de virajes y cuando necesitamos parar el coche en poco espacio. Lo notable de verdad es que a la hora de mascar kilómetros en autopista tampoco nos ha parecido que el Stelvio tenga un tarado de suspensiones demasiado dura, lo cierto es que es muy confortable si decidimos recorrer grandes distancias con una mentalidad al volante más burguesa.
El cambio nos ha parecido realmente bueno, con el excelente complemento de las mencionadas levas en el volante que han resultado ser las más cómodas que hemos podido probar, incluso en coches bastante más caros. Se trata de un cambio de ocho velocidades de conversión de par de la empresa ZF. Es decir, Alfa aquí no se la ha querido jugar y ha incorporado uno de los mejores cambios que se pueden encontrar en el mercado y que se adapta muy bien al sistema DNA de «cambio de personalidad».
Pero lo mejor es la combinación de todo ello: un motor de prestaciones excelentes (aunque para los más atrevidos se puede optar por el propulsor de 510 caballos), suspensiones con un tarado perfecto, un cambio automático sobresaliente y el sistema DNA que parece haber sido diseñado específicamente para este coche. Una sinfonía que hay que probar para sentir las sensaciones que transmite, una mezcla de aplomo y seguridad con un espíritu travieso escondido tras las levas.
Conclusiones
Nos resulta muy difícil esconder las emociones cuando un coche nos ha gustado tanto como el Stelvio. Si la intención era transplantar el espíritu Alfa Romeo a la carrocería de un SUV se puede decir que el fabricante italiano ha hecho pleno. Para competir con sus rivales alemanes e ingleses que todos tenemos en mente igual le falta mejorar algunos detalles como ciertos acabados o decidirse por modernizar de verdad sus sistemas de entretenimiento. Todo tiene un nivel más que aceptable, pero no llega al nivel de los fabricantes premium y el Stelvio juega precisamente esa liga.
Pero si lo que analizamos es diversión, nervio, personalidad sobre el asfalto, control en curva y en definitiva el espíritu de coche deportivo el Stelvio es un grande, uno de los pocos SUV que te hacen olvidarte que está sentado varios centímetros más sobre el suelo que lo que sería deseable para conseguir este comportamiento de un coche. Si a esto le sumamos una línea con mucha personalidad que llama la atención y un precio que sin ser una ganga está en línea con sus rivales tenemos todo un ganador en manos del grupo FIAT.
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