No es necesaria una supernova para que surjan agujeros negros
La exploración espacial ha vuelto a darnos una sorpresa al romper una regla que hasta ahora se consideraba como «fija». Dicha regla decía que para que surja un agujero negro era necesario que se produzca previamente una supernova.
Como sabemos dicho fenómeno es el que ocurre cuando una estrella entra en su ciclo final de vida y explota, lanzamiento una gran cantidad de materiales con virulencia y a grandes distancias.
Este proceso puede tener diferentes finales. Por un lado puede suponer el final definitivo de la estrella y no dejar nada más que restos, pero también cabe la posibilidad de que su núcleo se mantenga y comience una tapa de colapso que puede acabar dando forma a una enana blanca o a un agujero negro.
Ahora que tenemos más claro qué hay detrás de una supernova y su relación con la formación de los agujeros negros podemos entender sin problemas el centro de la noticia.
Un grupo de astrónomos ha descubierto que una estrella masiva conocida como N6946-BH1 se transformó directamente en un enorme agujero negro, sin pasar por esa etapa de supernova que hasta ahora se contemplaba como una «regla fija».
N6946-BH1 era 25 veces más masiva que nuestro Sol y al haber completado ese proceso de transformación confirma las opiniones de algunos expertos, que aseguraban que las estrellas muy masivas podrían terminar su ciclo de vida con una etapa de colapso total que culminaría en un enorme agujero negro.
Todas las pruebas que han realizado hasta el momento confirman lo que hemos explicado en el párrafo anterior, y a su vez explican porqué no se han registrado una mayor cantidad de supernovas durante los últimos años.
Parece extraño pensar que una estrella tan enorme como N6946-BH1 pueda desaparecer casi «sin hacer ruido», pero esto no es más que otra pequeña sorpresa que confirma los misterios que todavía encierra el Universo.