Análisis
Hyundai Ioniq, silueta de aspirante
«Y quiero que el resto de vosotros, vaqueros, entienda una cosa. Hay un nuevo sheriff en la ciudad…» Reggie, Límite 48 horas
Años dedicados a buscar el lugar perfecto, alejado de la civilización, con un clima agradable, enclavado en un entorno natural amable con todos los recursos a mano para limitar al mínimo tener que acudir a la civilización. Meses de trabajo para erigir una cabaña cómoda, sin lujos, lo más autosuficiente posible, diseñada para recoger agua, aprovechar la luz y la energía del sol y camuflarse perfectamente entre los árboles del bosque.
Una semana de viaje con un equipaje compacto con las pocas pertenencias que merecían una mudanza: un puñado de libros y prendas, algunos recuerdos, material de dibujo y escritura… Pero ahora, paseando la mirada sobre el jardin Zen de la parte de atrás de la casa, con sus piedras colocadas con exactitud espiritual, la arena cuidadosamente rastrillada a diario, observando cómo las carpas juguetean con las burbujas del agua de las pequeñas cascadas del estanque se que este es mi sitio.
Entonces me acerco a mi rincón del jardín ataviado con un austero kimono. Los altavoces ocultos por los helechos deslizan suavemente las notas orientales sobre el entorno. Me siento contemplando el que estoy seguro que es el lugar definitivo, mi último refugio. Y cierro los ojos. Pronto mi espíritu entra en armonía con lo que me rodea, el momento que llevo años esperando, por fin.
Ficha técnica
Las notas de la melodía oriental me acompañan suavemente en mi viaje espiritual a ninguna parte, a dentro de mi mismo, me llevan flotando ingrávido y sutil, atravesando mi conciencia como vapor, aire, aliento… las notas… estas notas… un momento… esta no es mi música… ¿Born to be wild? Abro los ojos. «Hola vecino. Espero que no te moleste. Me acabo de instalar justo aquí al lado. ¿Costillas a la barbacoa?»
Pura casualidad
La casualidad ha querido (de verdad) que el último automóvil que hemos probado antes de hacernos con las llaves del Ioniq híbrido de Hyundai haya sido precisamente el Toyota Prius. Un modelo que como comentábamos en el correspondiente artículo ha sido pionero y baluarte durante mucho tiempo de la motorización híbrida y de paso punta de lanza de una nueva forma de ver la movilidad.
Durante muchos años el Toyota ha defendido en solitario el bastión híbrido con una impronta inconfundible, pero ya no está solo. Hace tiempo que la propia Toyota y otros fabricantes proponen alternativas híbridas, pero hasta ahora nadie se había atrevido a mudarse a la misma manzana en la que está instalada el Prius y ha sido Hyundai con su nuevo Ioniq, un coche innovador que no se va a conformar con instalarse como vecino.
Podría decirse que el Ioniq se presenta más que como un modelo como una plataforma de Hyundai para presentar las últimas novedades en cuanto a alternativas al motor tradicional. Junto con el modelo híbrido que hemos probado (gasolina + eléctrico) el Ioniq se presentará con alternativa eléctrica (que recientemente está disponible en España) y también con versión híbrida enchufable, dando respuesta a las necesidades de distintos tipos de conductores.
El primer vistazo al Ioniq no deja esa sensación de «coche raro» que impacta al observar la primera vez a su contrincante japonés. Se trata de un diseño muy aerodinámico (con un CX de 0,24 según el fabricante) pero tanto los grupos ópticos como las líneas generales son más convencionales. Curioso como tal y como pasaba con el Toyota el spoiler trasero divide en dos la luna dificultando la visibilidad. Cosas de la aerodinámica.
El frontal del Ioniq tiene una gran personalidad, con una imponente parrilla, generoso spoiler delantero, faros afilados y unas tomas de aire laterales en la parte de abajo ribeteadas por iluminación LED. La parte de atrás quizás está menos conseguida, sobre todo por el gran spoiler que hemos mencionado, pero también tiene una fuerte personalidad y en general podemos decir que es vistoso pero agradable.
Paz interior
En el interior la impresión sigue siendo muy buena. Es de esos coches que transmiten que «todo está en su sitio» y eso en un coche como el Hyundai que viene cargado de dispositivos y sistemas de ayuda a la conducción es mucho decir. Los acabados son aceptables, con una buena combinación de plásticos duros y blandos, buenos remates y (qué alivio) una palanca de cambios en el lugar en el que cualquiera esperaría encontrar.
Dispone de una pantalla táctil de 7 pulgadas bien colocada en la parte central superior del salpicadero. Los indicadores tras el volante incluyen un velocímetro tradicional con una pequeña pantalla a su lado que es capaz de dar todo tipo de información, desde el funcionamiento del sistema híbrido, los sistemas de seguridad activa, los datos de consumo y autonomía… Justo a su lado encontramos el indicador de carga de la batería, sensiblemente más grande que el de carga de combustible que vemos dentro de la esfera del cuentakilómetros.
El puesto de conducción es muy bueno, los asientos de cuero calefactados algo estrechos pero con muchas y buenas regulaciones que si sumamos a las regulaciones del volante es difícil que nos encontramos incómodos conduciendo. Como sorpresa agradable además de los conectores para toma de 12 voltios y USB, tras la palanca de cambios hay un espacio para el teléfono móvil con cargador inalámbrico.
Los espacios de almacenaje no son demasiado numerosos pero suficientes, y la guantera es algo pequeña pero deja espacio de sobra para las piernas del acompañante, así que es un sacrificio bien empleado. Un reposabrasos bien colocado en el medio remata un conjunto muy confortable tanto para el conductor como para el acompañante. Las plazas traseras con algo más incómodas y con respecto a otros coches de su tamaño quizás la tercera plaza trasera es algo más sacrificada. En cualquier caso bien para dos y aceptable para tres, incluso con cierta estatura gracias a un buen espacio para las piernas.
Maletas
El maletero es peculiar, de forma similar al Prius el portón es grande y la capacidad del maletero también, pero no parece que el espacio esté aprovechado al máximo. Nuevamente las exigencias del diseño arodinámico. Aún así su capacidad de 443 litros es más que suficiente para almacenar equipaje suficiente para un viaje de una familia de tamaño medio. Y el que el maletero esté preparado para viajes es importante para un coche que, como veremos, trasciende la filosofía urbana del Prius.
Pasamos a sentarnos tras el volante del Ioniq. El pulsar el botón de arranque y no escuchar ningún ruido, pisar el acelerador y que el coche se mueva suavemente sin romper el silencio es algo a lo que uno se podría acostumbrar. Aparte del silencio, el Ioniq tiene un comportamiento muy cercano a un coche convencional. El principal culpable es la elección de un cambio automático de doble embrague a diferencia del cambio contínuo del Prius.
En realidad dentro de la ciudad el estilo de conducción no cambia demasiado. El motor eléctrico empuja la mayor parte del tiempo si no buscamos aceleraciones fulgurantes. Quizás en esto el Ioniq sea más impaciente que el Prius ya que el motor de combustión entra en funcionamiento más a menudo si somos demasiado alegres con el pedal derecho. Por lo demás la suavidad es lo que impera culebreando por recorridos urbanos.
No hay modo EV
Hay que decir que para estos recorridos Hyundai ha dedicido no incorporar la opción de que el coche funcione solamente en modo eléctrico. No nos parece un gran hándicap ya que en modelos que lo permiten como el Prius su uso es muy limitado y su funcionamiento se interrumpe en cuanto pisemos el acelerador con cierta alegría. En definitiva no es demasiado problemático, se puede mantener el coche en funcionamiento eléctrico bastante tiempo si nos acostumbramos a una conducción extremadamente suave.
Pero la verdadera apuesta de Hyundai es en los recorridos extra urbanos. La gran diferencia mecánica del coche coreano es que equipa una transmisión automática de dobe embrague tradicional en vez de una caja de cambios continua. Esto permite un uso más dinámico del coche, con recuperaciones más decididas si lo solicitamos, mejor comportamiento en curva para encarrilar la trayectoria… en resumen una personalidad mucho más rutera que el japonés.
Pero sobre todo esta caja de cambios proporciona al conductor unas sensaciones más directas y agradables, más cercanas en definitiva a la de un coche convencional. Es curioso porque el Prius (con menos potencia y par) presenta unas cifras de aceleración mejores que el Ioniq pero sin embargo las sensaciones (y repetimos que hemos probado un coche después del otro) son muy distintas, parece que el coreano está más dispuesto a obedecer a la presión del acelerador cuando el japonés aparentemente es más perezoso.
Además es Hyundai al disponer la palanca en modo S permite cambiar las marchas de forma manual y apurar más la potencia que ofrece el propulsor híbrido. Fundamental para adelantamientos, donde confiar en la transmisión automática a veces requiere mucha fe, y en general agradable para una conducción más deportiva. Además los consumos tampoco se disparan de forma excesiva si no nos excedemos apurando las revoluciones.
Es cierto que la elección de Toyota con el cambio CVT no es un capricho y que es un sistema optimizado con los años y que le permite por cierto dar cifras de consumo mejores que su rival, pero en el terreno de las sensaciones y comportamiento en carretera el Ioniq gana por goleada. Ya que hablamos de consumos el Ioniq en ciudad se mostró muy austero superando por poco los cuatro litros y medio (cifra que lograba el Toyota).
En carretera y gracias a que el motor eléctrico es capaz de funcionar por encima de los 100 kilómetros por hora también podemos alcanzar buenas medias poco por encima de los cinco litros y medio. En general el Ioniq, como todo buen coche híbrido, necesita una adaptación a su funcionamiento (aprovechar el freno motor, aceleraciones suaves…) para optimizar los consumos por lo que seguramente estas cifras con algo más de adaptación son facilmente superables.
Buen equipamiento
Un aspecto destacado del Ioniq es su equipamiento en cuanto a sistemas de ayuda a la conducción. En el modelo que probamos disponíamos de control de crucero activo (capaz de frenar y acelerar menteniendo la distancia con los vehículos), aviso de cambio involuntario de carril, detector de señales de tráfico, aviso de obstáculos o vehículos al dar marcha atrás, detector de ángulo muerto, equipo de música Infinity…
El sistema de información y entretenimiento está resuelto con una pantalla táctil de 7 pulgadas. Dispone de la conectividad habitual en coches modernos con entradas USB, conexión por Bluetooth (tanto para manos libres como para contenidos multimedia) y también es compatible con Android Auto y Apple Car Play. El manejo es excelente y as distintas opciones responden muy rápidamente.
Nos ha gustado especialmente la disposición y el acceso a las funciones mediante botones generosos y prácticos. Siempre disponemos de un icono para volver al menú principal que muestra la pantalla del navegador, el acceso a la información del funcionamiento del sistema híbrido e información sobre la reproducción de música o radio. De serie, por cierto, el sistema dispone de sintonización de radio digital DAB.
La información sobre el sistema híbrido es muy completa y permite «jugar» a maximizar el funcionamiento del motor eléctrico para ajustar lo máximo los consumos. También nos informa sobre la efectividad de nuestro estilo de conducción. Hay un panel general que muestra esta información además del consumo medio pero podemos pulsar sobre cada uno de los apartados para obtener más información.
Conclusión
El Ioniq no es un proyecto sacado por impulso para competir en el mercado de coches eléctricos copiando las soluciones adoptadas por la competencia, se trata de una plataforma en la que Hyundai apuesta por motorizaciones alternativas con aportación de soluciones distintas a las que ponen sobre la mesa sus competidores, con su propio diseño de baterías, motor térmico y sobre todo transmisión.
Y toda esta apuesta se ha hecho teniendo muy en cuenta tanto las necesidades de conductor moderno como el placer de conducción con una mezcla para sin precedentes de eficiencia energética y sensaciones al volante que considero realmente revolucionaria. No hace falta volverse un «conductor híbrido» y adaptarse a un determinado modo de conducción renunciando a ciertas sensaciones: el Ioniq es un híbrido para conductores de toda la vida que no requiere adaptación: arrancar y disfrutar.
Por supuesto que hay algunos peros en ciertos detalles como los asientos o la visibilidad trasera… pero no afectan al planteamiento del coche que en mi opinión es un muy serio candidato a ser superventas en el sector de la movilidad híbrida si la comunicación es adecuada. Y todo esto sin mencionar el precio, muy competitivo para el segmento en el que compite y que será uno de los elementos que llamen más la atención.
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