Análisis
Ford C-Max 2015, evolucionado
Todo en un sólo volumen, todo diáfano. Hubo un tiempo en que los diseñadores tiraron paredes y cortaron maleteros, se deshicieron de las separaciones para ofrecernos espacios uniformes ya sea en forma de modernos lofts en los que la cama comparte espacio con el microondas, como oficinas sin despachos en los que los directores se codean con los becarios o como monovolúmenes, algo que en su momento nos pareció una versión más chic de las furgonetas de toda la vida en las que para ennoblecerlas se colocaron posavasos y portaobjetos de todos los tamaños para convertirlos en un vehículo familiar y práctico.
Las botellas de agua siguen rodando por el suelo porque los fabricantes de bebidas no se pusieron de acuerdo con las tallas y los asientos posteriores con tanto espacio se han convertido en campo de batalla ideal para los más inquietos de la familia… pero en fin, eso no es culpa de los fabricantes de coches. Bromas aparte la conquista del espacio interior en el mundo del automóvil ha supuesto un verdadero hito para aunar mayor volumen sin perder eficiencia al pagar el peaje de la resistencia del aire.
Los monovolúmenes han evolucionado de forma muy importante en los últimos años. La demanda de este tipo de vehículos es sorprendente en una sociedad en la que las estadísticas de familias numerosas no crecen precisamente, pero el gusto por viajar cómodos y con amplitud es algo que ha cuajado de forma muy importante en el consumidor. Esto ha hecho que este tipo de coches que en un principio eran meras evoluciones sobre el chasis de los modelos medios de cada casa hayan evolucionado hasta tener un espacio propio en los catálogos.
Ficha técnica
Así si C-Max antes era simplemente uno de los apellido de la gama Focus, ahora hace tiempo que luce su propio blasón familiar y adopta soluciones independientes de sus compañeros de gama. Y esto es aún más acusado en esta nueva generación de monovolúmenes de la casa Ford, uno de los clásicos dentro del mercado que se ha ganado un espacio bien merecido junto con los veteranos Scenic y otros modelos populares como los Zafira o los Picasso (que aún no han abandonado el sello C4).
Los primeros cambios se pueden ver en la estética exterior. Con respecto a la generación del 2011 tanto el frontal como la parte trasera tienen un diseño algo más «americano», en línea con los grandes SUV y monovolúmenes que podemos ver en las muchas series americanas y que transportan desde familias a equipos de operaciones especiales. En lo que respecta a las medidas pocas novedades, en este aspecto y en la habitabilidad y capacidad de maletero no ha habido gran evolución.
Evolución interior
Por otro lado el interior sí que ha sufrido cierta evolución. En primer lugar y a primera vista se han ido reduciendo de forma progresiva el número de mandos y botones que aparecían en el salpicadero de la versión anterior. Ahora e concentran en la parte del climatizador mientras que sobre éste encontramos los mandos del sistema multimedia y la generosa pantalla de 8 pulgadas protagonista del sistema de información y entretenimiento SYNC2 que se entrega de serie con el acabado Titanium del coche que hemos probado.
Se han cuidado más que en anteriores versiones la calidad de los materiales e incluso el tacto de los mandos e incluso el manejo del volante que es más agradable. Tras el volante los indicadores analógicos habituales de velocidad y revoluciones y una pantalla que se ocupa de proporcionar la información del ordenador de abordo. El salpicadero cuenta con un espacio superior de almacenamiento que se une a los muchos que ofrece el coche en su interior.
El puesto de conducción es cómodo y dispone de las regulaciones habituales tanto del asiento como del volante por lo que encontrar nuestra postura ideal no supone un problema, aunque siempre nos encontraremos con mejor visibilidad si conducimos en posición más erguida y menos «conductor de cupé». Desde luego muy distinto al puesto e conducción del Ford Focus del que originalmente derivó. El volante dispone de mandos para controlar el control de crucero y el sonido así como las teclas de control del menú del ordenador de abordo.
Quizás demasiados botones para un volante, un vicio que hemos encontrado en otros modelos de otras marcas, aunque en esta ocasión no han estorbado tanto como en otras ocasiones en las que hemos probado modelos con volantes similares. El espacio para las piernas del acompañante es más que generoso y dispone de una nueva guantera con una bandeja para la documentación. Además varios espacios para guardar objetos permiten tener todo a mano.
En la parte posterior encontramos siempre el mismo espacio que en la generación anterior. Tres adultos podrán viajar sin problemas tanto por anchura como por altura o espacio para las piernas, aunque algo por debajo del espacio de algunos de sus rivales. En altura tampoco es de los más holgados, un sacrificio pequeño para favorecer la aerodinámica del C-Max y una línea algo más deportiva. Además el viajero que lo haga en el centro verá un poco más limitado el espacio ya que la butaca central es de tamaño más pequeño que la de los laterales. Se trata de asientos individuales que pueden abatirse de uno en uno por lo que el espacio de carga en caso de necesidad es muy modular.
Los ocupantes de las plazas traseras disponen además de dos salidas de ventilación independientes en la parte central. También dispondremos de dos mesillas plegables en el respaldo de los asientos delanteros que pueden resultar muy útiles para los momentos en los que la batalla de las plazas posteriores deje paso a juegos más pacíficos o a una plácida lectura… También dispondremos de salida de corriente con toma de mechero.
El maletero es muy grande, pero sobre todo muy práctico: ancho, con un acceso sencillo, muy cerca del suelo, y con la posibilidad de retirar o plegar los asientos. Los 471 litros no son el récord de la categoría pero son muy aprovechables. Incluso dispone de toma de corriente de 12 voltios. Además para facilitar aún más la carga Ford ha incorporado la apertura motorizada y automática del maletero solamente pasando el pie debajo del coche a la altura de la matrícula. Una opción que será de mucha ayuda para porteadores de bolsas de la compra y maletas con las manos ocupadas.
En carretera
Uno de los hándicaps que se suelen encontrar a la hora de conducir un monovolumen es su comportamiento en carretera. Por el diseño de la carrocería, por su peso, por el tarado de las suspensiones… todo juega en contra de dar sensaciones satisfactorias en la carretera. Hay que decir que en el caso del Ford C-Max 2015 el trabajo de los ingenieros ha sido impecable. Hemos realizado rutas por carreteras viradas y las sensaciones han sido muy correctas, precisión en la entrada en curva, correcciones sin represalias y en general un buen comportamiento del coche.
A ello contribuye un endurecimiento de las suspensiones que por otro lado tampoco ha penalizado demasiado al confort de marcha. La dirección también nos ha gustado, con un tacto preciso y noble en carretera y con la ayuda justa a las maniobras en ciudad. En lo que respecta al motor la unidad que probamos montaba el 120 caballos diesel de la marca, que resumiendo quizás no sea su punto fuerte.
Tanto en recuperaciones como en aceleración pura el coche se ha mostrado algo perezoso comparado con otros modelos de potencia similar. Además al tener que apurar algo más las revoluciones el motor se ha mostrado algo ruidoso. Eso sí, a velocidades de crucero el ruido prácticamente desaparece y el proveniente de la aerodinámica tampoco es molesto. Tampoco es que la motorización se haya mostrado especialmente austera, superando los 7 litros y medio a los 100 en carretera y los 8 en ciudad.
Es posible mantener unos consumos buenos si se es muy cuidadoso con el acelerador, pero en ese caso no seremos precisamente los primeros en salir cuando se abre el semáforo. Igual escogiendo una motorización algo más potente como la de 150 caballos disponible en el catálogo encaje más para una conducción más alegre. En cualquier caso para un uso normal el motor de 120 caballos tiene potencia suficiente si no se busca una gran brillantez.
Ayudas a la conducción
Uno de los aspectos en los que sobresale este modelo, como otros de la gama Ford, es en las ayudas electrónicas a la conducción que se han incorporado. Algunas propias de modelos más caros y de marcas de más relumbrón. Uno de los más anunciados es el de aparcamiento asistido o active park assist. El coche se ocupa de mover el volante y solamente nos tendremos que preocupar de hacer avanzar y retroceder el mismo sin utilizar las manos (salvo para cambiar de marchas).
El sistema puede resultar útil para principiantes, aunque deja al automóvil un poco separado de la acera. Por otro lado a veces confunde sitios en batería y en línea, pero en general puede ser bastante positivo. Además se incluye la consabida cámara trasera con sensores de aparcamiento. Además incorpora un sistema de aviso de tráfico cruzado para cuando salimos marcha atrás de un aparcamiento.
El modelo probado también disponía de control de crucero adaptativo, toda una comodidad para viajes largos, que permite mantener una velocidad de crucero y que el coche se adapte a las circustancias del tráfico frenando o acelerando según necesite. Igualmente dispone de un sistema de frenado de emergencia por si encontramos obstáculos imprevistos, sensor de vehículos en ángulo muerto y detector de cambio de carril involuntario.
El factor infoentretenimiento
Pero además de ir seguros (que es en definitiva lo más importante) también queremos viajar informados y entretenidos. Para ello el C-Max que probamos incorpora el sistema SYNC-2 desarrollado por Microsoft que ofrece una espectacular pantalla de 8 pulgadas LED que ocupa la parte central del salpicadero. Como comentábamos los mandos se concentran en ocho botones que nos llevarán a las opciones más utilizadas y un mando selector.
La pantalla, por otro lado, es táctil y podremos seleccionar opciones directamente sobre la misma. La pantalla principal o home se divide en cuatro zonas con las funciones principales, cada una con su color asignado: teléfono, navegación, entretenimiento y clima. Desde cada una de esas zonas podremos acceder a los submenús, pero también a funciones básicas sin abandonar la pantalla como el botón «no molesten» del teléfono, información de la brújula, sobre la canción que se está reproduciendo o información sobre la climatización.
Al acceder al menú de entretenimiento podremos seleccionar la fuente de sonido: Bluetooth, USB, CD, tarjeta SD, entrada de línea o radio AM y FM. Una vez elegida la fuente podremos ver información sobre el fragmento que se está reproduciendo y las funciones habituales de reproducción, pausa etc… En lo que respecta al navegador la gran pantalla contribuye a que tengamos una visión muy clara de la ruta y el mapa (que NO debemos mirar si estamos conduciendo, por cierto).
Lo que hemos encontrado algo confuso es el sistema de menús y botones superpuestos al mapa. Hemos visto demasiadas opciones, algunas accesibles solamente tras varios toques en la pantalla como por ejemplo anular una ruta. La conectividad y reproducción de contenido multimedia tanto a través de Bluetooth como con conexiones físicas ha funcionado sin problemas. El sonido, por otro lado, bastante bueno gracias al sistema de altavoces Sony que equipaba la unidad.
Otro elemento interesante es el sistema de reconocimiento de voz. A diferencia de otros de marcas rivales el acceso a las funciones más utilizadas es mucho más sencillo y podemos reproducir directamente una canción de un artista determinado o configurar el navegador para que nos lleve a una determinada dirección de forma más sencilla. Es cierto el reconocimiento de palabras sigue sin ser perfecto, pero por lo menos es menos engorroso que el de otras opciones (incluso más caras).
Es muy espacioso, mucho. Esa es la primera y la última impresión que deja el C-Max al probarlo. No es que sea más grande pero tanto la sensación de amplitud, las amplias superficies acristaladas o los numerosos huecos porta objetos hacen que la vida dentro de este Ford podamos vivirla a nuestras anchas. Un buen maletero, un sistema multimedia avanzado, ayudas a la conducción a la última… solamente echamos en falta un motor un poco más potente para redondear el conjunto.
Pero quizás lo más importante es que este espacioso monovolumen no parece un monovolumen cuando se conduce en carretera. Podemos conducirlo como un turismo sin problemas, corregir trayectorias, frenar, virar al último momento… lo aguanta casi todo, lo cual revela un importantísimo trabajo ahí abajo en la rigidez, la amortiguación y la dirección que no podemos dejar de resaltar. Una evolución muy conseguida desde luego.
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