A Fondo
4 cosas que Windows 10 podría aprender de Linux
Con el paso del tiempo los sistemas operativos han ido incorporando nuevas características, que muchas veces han sido “tomadas prestadas” de otros. Esto ha sido una constante entre Windows y Linux, con largas discusiones a lo largo y ancho de Internet.
Si al principio fue Linux quien «tomaba prestado» cosas de Windows, como la disposición del escritorio, que en KDE es casi calcada, en los últimos tiempos se ha podido ver cómo el sistema de Microsoft ha ido “tomando prestado” algunas ideas del sistema operativo abierto, como una versión que se maneja íntegramente desde consola, Windows Server Core, siendo la consola una herramienta muy criticada por los seguidores de Windows y de la cual Linux aun tiene cierta dependencia en el desktop. También vale la pena mencionar OneGet, un gestor de paquetes que emula la más “pura” esencia de Linux, aunque en lugar de manejar paquetes con dependencias, maneja instaladores completos como los que siempre se han usado en Windows. También vale la pena mencionar el cierto aire a GNOME Shell que sobre todo posee Windows 8.0 en su intento de ofrecer un entorno convergente, estrellándose en el intento.
Otro aspecto a tener en cuenta es la interoperabilidad entre estos dos sistemas, con aportaciones de Microsoft como la incorporación del driver Hyper-V al kernel Linux o contribuciones puntuales a Samba. Otros software como NTFS-3G, incorporado por defecto en casi todas las distribuciones Linux, que permite a este sistema operativo leer y escribir sobre una partición NTFS, pudiéndola usar como partición de datos. Todo estos factores juntos han hecho que a día de hoy Windows y Linux puedan coexistir con cierta facilidad, pero, ¿qué puede aprender a día de hoy Windows 10 de Linux?
Separar las carpetas de usuario del resto del sistema en la instalación
Poder separar las carpetas de usuario del resto del sistema ofrece una gran ventaja, poder distribuir los distintos directorios del sistema en diferentes particiones, y en consecuencia entre diferentes discos.
En mi caso particular, tengo la partición del sistema de Linux en un SSD, mientras que las carpetas de usuario las tengo en un disco duro mecánico. Esto hace que el guardado de los datos del usuario se haga de forma automática en el disco duro mecánico, sin ocupar espacio en la partición raíz, que resultaba bastante pequeña para todo lo que guardo.
Sería interesante que Windows 10 pudiese hacer esto desde la instalación del sistema con el fin de ofrecer algo más de flexibilidad para aquellas personas que suelen usar torres con varios discos para almacenar datos. Además esto daría más opciones a la hora de formatear, ya que así no se tendría que borrar la única partición que suele usar Windows para todos los datos, ya sean del sistema o de los usuarios.
Forzar el tener contraseña para los administradores y solo usar usuarios comunes para las tareas cotidianas
Una de las malas costumbres más extendidas entre los usuarios de Windows es la de utilizar usuarios con privilegios de administrador por defecto, y encima sin contraseña, esto hace que el sistema sea tremendamente vulnerable.
Forzar contraseñas para los administradores y obligar a los usuarios a tener que usar una cuenta común, como se suele hacer en muchas distribuciones Linux, permitiría reforzar algunos de los aspectos más básicos de la seguridad, ya que esto impediría a los usuarios comunes el poder instalar aplicaciones de forma sencilla, minimizando así la posibilidad de que se cuele malware.
Otra opción es lo que hace Ubuntu, pedir la contraseña de usuario para cualquier tarea que suponga una alteración del sistema, exigiendo que todos los usuarios tengan una para acceder (excepto el usuario invitado).
Minimizar la degradación del sistema
Uno de los problemas que siempre ha arrastrado Windows, aunque ha ido mejorando en cada versión, ha sido la degradación del sistema.
El Registro de Windows es generalmente el gran culpable de que el sistema empiece a dar problemas después de un tiempo, así como su merma en el rendimiento y su cada vez más lento encendido y apagado. Linux, al carecer de un registro del sistema, no padece este tipo de degradación, no importa si el usuario tiene miles de aplicaciones instaladas en su sistema, su distribución favorita siempre arrancará como el primer día.
A pesar de todo este es un aspecto que Microsoft ha ido mejorando con cada versión, y a buen seguro que en Windows 10 veremos otro salto más en este sentido.
Elegir la interfaz en el inicio de sesión
Una de las características que siempre ha tenido Linux es que hay disponibles para él un gran número de interfaces gráficas, que se usan de forma diferente y con características diferentes. Debido a esto, todos los gestores de inicio de sesión gráficos (display managers) siempre han permitido elegir entre las distintas interfaces gráficas que se tiene instalado en el sistema operativo.
Poder elegir entre Modern UI y el escritorio clásico desde el inicio de sesión sería todo un acierto por parte de Microsoft, que ayudaría a que el sistema pudiese adaptarse a muchos tipos de entornos diferentes, dando la opción al usuario de elegir lo que le conviene en cada momento.
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