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Google, Android y contratos draconianos para mantener el control

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Del simpático «don´t be evil» a un «nada personal, solo son negocios», en los últimos años la estrategia de Google con Android (entre otros productos) ha pivotado de manera sutil y sin publicidad. El último capítulo son las condiciones del contrato que la compañía de Mountain View obliga a aquellos fabricantes que quieren desarrollar dispositivos basados en Android, reveladas hace unos días por The Information y que suponen su garantía para seguir dominando el mercado mobile los próximos años.

Hace solo unas semanas hablabámos de como Android ya escapa del control de Google; los forks, proyectos que se bifurcan del concepto oficial partiendo del codigo fuente ya existente, ya suponen un 20% del mercado y gigantes como Amazon parecen tener muy claro que no quieren a Google como socio. Otras como Samsung o Sony no lo dicen tan claro, pero desde hace meses evitan mencionar la palabra Google o Android en sus presentaciones y juegan con la ilusión de tener ecosistemas propios, como Apple y, en menor medida, Microsoft con Windows Phone.

No cabe duda que Android es un gran negocio para Google y es evidente que no está dispuesta a dejar que se le escape; por ello, los fabricantes de hardware que quieren utilizar sus servicios deben someterse a una serie de condiciones que incluyen las siguientes:

  • Prohibición de instalar de serie buscadores que compitan con Google
  • Sometimiento a las hotwords que lancen productos o servicios Google (como el famoso Ok, Google)
  • Google Search App como opción por defecto de las búsquedas que se realicen desde el dispositivo
  • Instalación obligatoria de un widget de búsqueda en home y un icono para la Google Play Store

Conviene recordar que los fabricantes que quieran tienen un plan B: se llama Android Open Source Project (AOSP), un ecosistema con mucha más libertad y sin dependencia que Google que no para de crecer, especialmente en países como China o India donde ya suponen más de la mitad de los smartphones que se fabrican. El otro Android, el que todos conocemos, tiene ya poco de abierto y mucho de negocio; los fabricantes que quieran utilizar deben cumplir las condiciones que dicta Google, pasar su filtro y abonar unos 0,75 dólares por cada dispositivo vendido (cifra que nunca ha sido confirmada oficialmente).

El Android que todos conocemos tiene muy poco de abierto y mucho de negocio, especialmente para Google

Las empresas que quieran ir un paso más allá y cobrar pequeño porcentaje del suculento negocio de las búsquedas y las compras en Google Play desde su dispositivo deben someterse a unas condiciones todavía más restrictivas, una opción que resulta únicamente rentable para aquellas capaces de vender millones de dispositivos.

Aunque cada vez se hable más del tema, esto no es una novedad. Para entender dónde está la clave conviene ampliar el concepto de mero sistema operativo y llevarlo hasta plataforma de servicios móviles. Podemos considerar a su base, AOPS, como abierta y libre, pero es importante tener claro que las aplicaciones y servicios Google que lo enriquecen  (Google Mobile Services y Google Apps) son cerradas, propietarias y están destinadas a generar atención que Google transforma en dinero, gracias a la publicidad. Es evidente que, sin el apoyo de este ecosistema digital, Android jamás hubiera llegado al 85% de cuota del que disfruta actualmente.

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Así, en teoría cualquier fabricante puede tomar la vía alternativa de coger la base AOSP y montárselo por su cuenta, como ha hecho Amazon con Fire OS. En la práctica, salir del ecosistema Google no solo es complicado, sino terriblemente caro. Los usuarios no compran sistemas operativos, compran experiencias de uso dentro de una plataforma que les ofrezca el contenido necesario para sacar partido a sus dispositivos; desde las apps de moda (que se lo digan a Firefox OS y WhatsApp), a juegos, la mejor navegación web (incluyendo búsquedas directas) y una buena colección de contenido multimedia. Siempre se ha rumoreado que Facebook podría ser un candidato a explotar esta vía.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, considerar a Google como el malo de la película es una simplificación injusta y errónea. En realidad y dejando a un lado las formas (quizá más sibilinas que las de otros), su comportamiento no es tan distinto al de Apple o Microsoft, y antes al de Nokia, Motorola o Palm; pelean por mantener un ecosistema a toda costa y llenar el mundo de dispositivos que funcionan como escaparate de su gran negocio: la publicidad. La diferencia es que para ellos el negocio no está en el hardware (a pesar de los magníficos Nexus), sino en los servicios que llegan a través de los smartphones y las tablets.

Predecir qué pasará en el futuro resulta complicado pero, desde nuestro punto de vista, la aparente estabilidad que vive Android durará poco. Como demuestran sus cuentas de resultados, gigantes como Sony, Samsung, HTC o Lenovo cada vez tienen menos márgenes en el hardware y su control del software se limita a añadir capas de personalización o apps incluidas de serie. El pastel de las apps y los contenidos es muy jugoso, pero Google solo está dispuesta a repartir migajas entre los fabricantes de los dispositivos que hace correr «su» sistema. ¿Qué pensáis vosotros? ¿Veremos un fork en forma de gran alianza de fabricantes? ¿Levantará Google el pie del acelerardor cuando peligre su dominio?

Me encargo de traer innovación y nuevo negocio al grupo TPNET. Además colaboro en varios de nuestros sitios como MC y MCPRO.

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