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¿Por qué no triunfan los relojes inteligentes?
Tras los smartphones y los tablets, la industria parece haber escogido el reloj inteligente como el próximo gran dispositivo de consumo que todos vamos a querer tener. Y si no va a ser el primer dispositivo que inaugure la categoría del wearable computing (pensemos en las Google Glass, por ejemplo), sí que parece que va a representar una nueva generación de dispositivos que van a marcar un antes y un después en la forma en la que nos relacionamos con la tecnología.
Y hasta aquí la teoría. Porque hasta ahora y a pesar de que ya hay varios dispositivos que entran de lleno en la categoría smartwatch, parece que el concepto no acaba de calar. ¿Qué pasa? ¿Es la industria la que todavía no ha sido capaz de entregar un dispositivo atractivo o es el usuario el que no ve la necesidad? En primer lugar veamos qué requisitos considera la publicación GigaOM que debería de tener un smartwatch atractivo:
- Tiene que ser cómodo de llevar.
- Resistente a la suciedad, al agua, al sudor y los arañazos.
- Una batería que pueda aproximarse a la semana de duración (nadie quiere tener otro dispositivo que haya que recargar cada día).
- Necesita un diseño que no haga parecer al que lo lleva como el gran freak del momento. El diseño, más que nunca, va a ser lo importante.
De estos requisitos de partida, los relojes inteligentes que hay en el mercado cumplen con algunos. Por ejemplo, el Pebble (reloj de tinta electrónica) destaca por la larga vida de su batería; el Sony Smartwatch por ser lo más parecido que hay en estos momentos a un teléfono en miniatura para nuestra muñeca (un campo en el que también están Ericsson, Samsung y Motorola), y relojes deportivos como Nike+ Sportwatch o los más profesionales de Garmin, tienen como objetivo medir nuestro rendimiento deportivo.
De todos estos, únicamente los diseñados para controlar nuestro rendimiento deportivo han tenido realmente éxito. ¿Por qué? Porque son los únicos que tienen claro su objetivo. No son generalistas, no tratan de conquistar a todo tipo de públicos. Saben a quién quieren y saben cómo hacerlo.
¿Qué ocurre con el resto? Que fallan en una o varias de las premisas de las que hablábamos al principio del artículo: o son demasiado aparatosos o su batería no dura todo lo que debería o el diseño de conjunto no lo hacen demasiado atractivo para el común de los usuarios. A estos motivos habría que añadir que, de momento, los relojes inteligentes no aportan nada realmente novedoso.
Todo lo más, se limitan a replicar funciones que ya están presentes en nuestro smartphones: llamadas perdidas, notificaciones de nuestras redes sociales, SMS, eventos de nuestro calendario, etc. Es decir, que nos ahorran algunos segundos en consultar una información que ya tenemos en un smartphone que por otro lado tenemos que llevar siempre con nosotros si queremos que el reloj sea realmente funcional.
Para algunos usuarios, no cabe duda que este ahorro de tiempo justifica el tener un dispositivo adicional en sus muñecas. Pero como hemos visto, no es así para la mayoría.
Apple ante el desafío del reloj inteligente
Así las cosas, todo el sector y los consumidores están esperando a ver qué es lo que hace Apple. Es cierto que de momento no hay nada confirmado a nivel oficial, pero también lo es que hay pistas que indican que más pronto que tarde, la empresa de Cupertino va a entrar a competir en este segmento.
En primer lugar, el registro de la marca iWatch en Rusia, Japón, Colombia, México, Taiwán o Turquía por parte de la propia Apple. Y aunque este indicio podría responder únicamente a un movimiento defensivo, la reciente contratación de Paul Deneve (hasta ahora directivo de Yves Saint Laurent) “para un proyecto muy especial” parece ahondar en esa idea de diseño de la que hablábamos antes que debía tener un reloj.
Sobre todo porque hoy en día el reloj ha perdido esa función original (informar de la hora) para convertirse en un elemento que lucir. Si llevamos un reloj es porque forma parte de nuestro vestuario, no porque lo necesitemos.
Es a lo que se refiere el propio Tim Cook cuando el pasado mes de mayo (en una de las pocas referencias que ha hecho en este ámbito) declaraba que “los relojes de pulsera ya no son muy comunes entre los jóvenes y entre los que tienen entre 20 y 30 años. Así que si vas a tener que ofrecer algo realmente increíble para convencerles de que merece la pena volver a llevar algo atado a su muñeca”.
Y ahí está la clave de todo el asunto. Nadie ha sido capaz de ofrecer algo realmente increíble que justifique que lo llevemos atado todo el día a nuestra muñeca. ¿Será Apple capaz de volver a sorprendernos?
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