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Análisis

HTC Desire S

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El nuevo HTC Desire S ha sido uno de esos “oscuros objetos de deseo” que durante los últimos meses han estado esperando los amantes de Android. Presentado como la “evolución natural” del HTC Desire original, se desmarca claramente de la revisión que representaban el HTC Desire HD y el HTC Desire Z, para volver a un formato más acorde con el “espíritu” del Desire original, incorporando eso sí todos los avances tecnológicos que hemos visto durante los últimos meses en los terminales de la marca taiwanesa.

En este sentido, y para sorpresa de muchos, no se trata precisamente de un smartphone “revolucionario”, aunque esto no quita que su procesador de 1 Ghz, su cámara de 5MB y una pantalla que se acerca peligrosamente a la calidad de las Super AMOLED de Samsung, lo conviertan en uno de los smartphones de alta gama más interesantes del panorama actual.

Ficha técnica

En esta introducción no podemos olvidarnos de destacar, que el HTC Desire S es uno de los primeros terminales de la empresa taiwanesa que incorpora Android 2.3 Gingerbread, sistema operativo sobre el que monta la penúltima revisión de Sense y que presenta interesantes novedades que os mostraremos a continuación.

Un diseño «evolucionario»

HTC vuelve una vez más a presentarnos un terminal tremendamente elegante, provisto de una carcasa unibody de aluminio, curvas apenas insinuadas y una banda de controles táctiles que sustituye al trackpad óptico y los botones que ofrecían en el Desire original. El conjunto enmarca una pantalla WVGA (480×800 pixeles) de 3,7 pulgadas que en su parte superior deja espacio a una cámara frontal.

En los laterales encontramos el clásico control de volumen, una entrada micro USB y el conector de auriculares Jack 3,5 mm. Echamos de menos, eso sí, un botón de que nos de acceso directo la función cámara, lo cual no deja de llamar la atención ya que la propia HTC había incluido esta opción en modelos similares. En la parte trasera descubrimos el objetivo de su cámara de 5 Megapíxeles y un pequeño flash LED que , como veremos más adelante, no está a la altura del doble flash LED que se ofrecía en el HTC Desire HD.

En conjunto tenemos en nuestras manos un smartphone que apuesta por el minimalismo y  aunque le pese a muchos, ofrece pocos cambios estéticos con respecto a la gama Desire que hemos ido reseñando durante los últimos dos años. Es decir, Desire S sigue siendo un smartphone impecable, pero no dejamos de tener la sensación de teléfono ya visto y quizás no estaría de demás un pequeño toque de atención para volver a sorprender en este terreno.

Una pantalla que hace honor a la marca

Si hay algo que aprecian los fans de HTC es seguramente el salto de calidad que experimentan sus pantallas generación tras generación. En este sentido hay que reconocer que sin tener acceso a pantallas Super AMOLED, la calidad que ofrecen sus nuevas pantallas LCD realmente consiguen dar del «Do de pecho».

La densidad de los negros (0.18 frente a 0.14 del iPhone 4) es espectacular, los colores parecen saltar de la pantalla y se ha trabajado para aumentar el ángulo de visión. Como contrapartida, sigue adoleciendo del principal defecto de este tipo de pantallas: trabajar con el Desire S bajo la luz solar no es precisamente la tarea más sencilla del mundo (aquí entramos en el terreno de los molestos reflejos) y aunque es cierto que de momento no hay demasiados fabricantes que han conseguido solventar este escollo, algunos «olvidados» como LG y su Optimus 2X están a la «vuelta de la esquina» por lo que la Taiwanesa no se debería descuidar.

Por lo demás, no podemos sino alabar una vez más la tremenda suavidad de las pantallas capacitativas con las que HTC equipa a sus terminales, o lo bien resuelto que nos ha parecido que está su sensor a la luz ambiental, así como el de proximidad.

Novedades en HTC Sense y Android Gingerbread

El HTC Desire S es el primer terminal de la empresa que incorpora Android 2.3 Gingerbread, además de la penúltima revisión de HTC Sense. Los usuarios acostumbrados a utilizar terminales HTC descubrirán un interfaz al que están muy familiarizados. No obstante, si que existen algunos detalles que merece la pena mencionar y que en nuestra opinión mejoran la experiencia de uso.

En el área de notificaciones por ejemplo, se ha añadido una nueva pestaña denominada «Ajustes rápidos» desde la cual podremos controlar el estados de nuestras conexiones Wi-Fi, GPS, Red móvil o Bluetooth, además de poder acceder directamente a la nueva «Zona Activa Wifi» (Tethering) o a los «Ajustes del Sistema».

También ha experimentado un ligero rediseño el menú de aplicaciones, en tanto en cuanto bajo el menú tradicional ahora encontramos tres nuevos botones «Todas las aplicaciones», «Frecuente» y «Descargado» que nos ayudan a por ejemplo, acceder rápidamente a las apps que utilizamos con más frecuencia o gestionar las aplicaciones que nos hayamos descargado del Android Market.

Además en el mismo menú se han dibujado nuevos separadores que facilitan visualmente la navegación entre todos nuestros programas. Por último en este área merece la pena destacar que en el menú contextual se da la opción de borrar directamente una aplicación, eliminando la necesidad de pasar previamente por los «Ajustes del Sistema».

Al margen de lo anterior, Sense se ha actualizado con cambios menores. Por ejemplo la aplicación «Noticias» (feed RSS) permite ahora importar suscripciones desde un archivo XML, se han añadido algunas «Escenas» a la hora de personalizar nuestro terminal, y han desaparecido aplicaciones poco usadas como «Linterna» que sí estaban presentes en la anterior versión de Sense. Por lo demás, pocas novedades bajo el sol, y es que todo apunta a que tendremos que esperar al lanzamiento del HTC Sensation para disfrutar del verdadero «lavado de cara de Sense». Una nueva interfaz, la Sense 3.0 que promete dar mucho de lo que hablar, ya que servicios de vídeo como el HTC Watch o sus nuevas animaciones en tres dimensiones causaron furor en la última keynote de los tailandeses.

En cuanto a la herencia de Gingerbread, desde el aspecto puramente visual, lo único que percibirán los usuarios del HTC Desire S es cómo ha mejorado la herramienta de selección de texto. «Copiar y pegar» nunca ha sido una tarea precisamente intuitiva en los smartphones de Google, y ésta ha sido precisamente una de las características en las que más se ha trabajado en Android 2.3. Por otro lado, Gingerbread también incluye una pequeña herramienta que nos ayuda a gestionar los elementos que nos hemos descargado de la Red, y aunque no es nada realmente revolucionario, es una utilidad que los usuarios estaban demandando desde hace tiempo.

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Rendimiento

Una de las características que más nos ha llamado la atención es que HTC no se haya decidido a actualizar las «tripas» de su nuevo modelo. En este sentido, seguimos contando con el mismo procesador de 1 Ghz que ofrecía en el Desire HD y los mismos 768 MB de RAM que se ofrecían entonces. Teniendo en cuenta que los nuevos modelos que actualmente están presentándose en el «mundo Android» ya apuestan por el doble núcleo como vía para la diferenciación, tal vez los usuarios más exigentes deban por el momento esperar unos meses si lo que tienen en mente es actualizar su terminal.

Ahora bien, la potencia de Android Gingerbread 2.3 se nota, y se nota para bien. Si bien es cierto que Android 2.2 representó un salto de calidad en cuanto al rendimiento de los smartphones de Google, Gingerbread ha optimizado aún más la experiencia de uso y en todo momento tenemos la sensación de que el sistema operativo «vuela», incluso en tareas exigentes como son la reproducción de vídeo HD, o al ejecutar los juegos más pesados, incluso en un entorno de multitarea.

Es verdad que todos esperamos mucho de la nueva generación de smartphones de doble núcleo, pero también lo es que al menos de momento, no parece que el Android Market esté preparado para ofrecer aplicaciones que realmente lo exijan. En este sentido parece clara la apuesta de HTC de sacrificar algo de potencia por aumentar la autonomía del terminal y también en este punto todo indica que Gingerbread se lleva buena parte de los honores.

De hecho, durante el tiempo en el que lo hemos podido probar, hemos comprobado que si bien el rendimiento de la batería no ha aumentado de forma espectacular, si lo ha hecho de forma más que notable, e incluso con la conexión 3G y Wi-Fi activada de forma continua, podemos alargar la «vida» de nuestro terminal hasta los dos días, un hito impensable en terminales de la generación anterior.

Apartados como la cámara y la conectitividad permanecen inalterados con respecto a los modelos presentados por HTC en los últimos. Seguimos contando con la misma cámara de 5 Megapíxeles que ya se ofrecía en los modelos presentados hace casi un año y se mantiene la capacidad de grabar vídeos en HD a 720p. Es cierto que la nueva revisión de Sense mejora aún más apartados como la aplicación de cámara o la «Galería» de imágenes, pero siendo honestos, quizás esperábamos un salto de calidad que fuese más allá. En este sentido, en línea de lo que ya ofrecen fabricantes como Nokia o LG, no hubiese estado de más ofrecer una cámara de 8 Megapíxeles, o una salida HDMI con la que poder visualizar nuestros archivos de vídeo en un televisor.

Conclusiones

El HTC Desire S es un smartphone de alta gama capaz de responder a casi todas las necesidades de los usuarios más exigentes. Siendo un terminal al que poco le podemos reprochar (técnicamente sobresale en casi todos los sentidos), nos queda la sensación de que HTC podría haber hecho más por ofrecer un terminal que ofreciese más aspectos diferenciales con respecto a los modelos de la anterior generación (una cámara mejor, una salida HDMI, o un diseño menos «continuista» hubiesen sido características de agradecer).

Dicho lo cual, no podemos sino afirmar que una vez más HTC ha desarrollado uno de los mejores smartphones que actualmente podemos encontrar en el mercado, pero si bien es cierto que si hasta hace unos meses la distancia que lo separaba de sus competidores parecía difícil de salvar, ahora nuevos e inesperados rivales como LG acechan y HTC y su Desire no pueden «dormirse en los laureles».

 

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