Volkswagen Passat GTE, trastorno de identidad
«Ya viste a Charlie. Es como el origami, se dobla con la presión.»Hank Evans, Yo, yo mismo e irene, 2.000
Han vuelto. Las voces han vuelto. Por la mañana me levanto y me acompaña una voz dulce y femenina con acento andaluz desde el mismo momento que abro los ojos. «Despierta corazón» me dice suavemente «tienes que arreglarte». Entonces yo, que jamás he pasado de afeitarme de forma más torpe que cuidadosa me sorprendo frente al espejo extendiendo bajo los ojos una carísima crema de día que no recuerdo haber comprado, perfumándome con un frasco que tiene pinta de carísimo (que tampoco se de dónde ha salido) y con una mascarilla extendida sobre el cabello. He descubierto que la voz pertenece a alguien que se llama Lucía. A veces canturrea algo de flamenco. Tengo miedo de descubrir un día que me he depilado el pecho. Últimamente ella insiste mucho.
En cuanto piso la calle la voz cambia. Y le tengo miedo. Es Fernando, el militar. Me hace correr en vez de coger el autobús «son cinco paradas nenaza, ¿vas a subirte al autobús por cinco paradas?». Es peligroso. El martes me enfrenté a un camionero que le había cortado el paso a una abuelita que circulaba con un utilitario minúsculo. Soy bajito, delgaducho y todo el deporte que he hecho en mi vida ha sido a los doce, dos humillantes años de academia de tenis. Desde entonces el deporte siempre tras la pantalla de la televisión. Pues el martes saqué de su cabina a un camionero de unos noventa kilos y lo sostuve en el aire. Entonces Fernando sacó su voz por mi garganta «Te vas a disculpar con esta señora inmediatamente ¿entiendes?». Desde el martes evito esa calle.
Llego a la oficina siempre con la lengua fuera. Fernando me obliga a subir por las escaleras. Seis pisos. Noto muy al fondo el susurro de Lucía disgustada por los efectos de la transpiración en mi casual business look (como lo llama ella). Fernando se ríe y se burla de ella. Mientras me recompongo en el cuarto de baño espero con paciencia a que llegue la tercera de las voces que me acompaña siempre. Me dice que este trabajo me está matando. Que tengo que enfrentarme con mi jefe, pero mejor esperar a que pase el final del trimestre, a que vuelva de viaje, a que terminen la restructuración de la oficina de Oviedo, a que esté de mejor humor… Me vuelve loco, que si María la de administración por algo me sonreirá, pero que no le diga nada, que haré el ridículo, pero si coincides tomando un café… no, que hay más gente… Me quedo hasta tarde trabajando porque dice que alguien seguro que lo valorará. Es la voz de Antonio, mi voz. A veces cuando mi jefe se acerca a gritarme a mi mesa como todos los jueves cierro los ojos y deseo que vuelva Fernando.
Ficha técnica
Tras una semana de cuidadosos exámenes psicológicos hemos llegado a un un diagnóstico: el VolksWagen Passat GTE sufre un trastorno de identidad asociativo o como se le conoce más popularmente, síndrome de personalidad múltiple. Se trata de un híbrido enchufable, pero no de uno cualquiera y eso le da una personalidad (o un conjunto de personalidades) única. En primer lugar el Passat GTE es un coche eléctrico, con su cargador y una discretísima autonomía de 50 kilómetros que en cuanto pisemos asfalto que no sea urbano puede disminuir drásticamente y un silencio y suavidad de marcha que ya hemos descrito en otra ocasión como de alfombra mágica.
Personalidades
Por otro lado este modelo es híbrido, un sistema de propulsión en el que colaboran los dos motores y que presenta también su máxima eficiencia en ciudad, pero que a diferencia de la personalidad 100% eléctrica no teme breves trayectos de carretera o autopista ya que el motor de4 explosión colabora para mantener el consumo y prestaciones estables. Luego está el funcionamiento puramente con el motor alimentado por gasolina, opción Charge, en la que el coche no recurrirá al propulsor eléctrico y procederá a cargar las baterías tanto si el coche se desplaza como si está detenido.
Y finalmente la cuarta personalidad, la que se desata cuando accionamos el botón GTE. Daremos más detalles en las impresiones de conducción, pero los datos dan una idea de la filosofía. En este modo el sistema híbrido no desconecta nunca el sistema de propulsión de gasolina y tanto éste como el motor eléctrico empujan al máximo constantemente. El resultado es que en modo GTE el Passat es capaz de acelerar de 0 a 100 en 7,4 segundos. Por otro lado tanto la dirección como la amortiguación se adaptan a la conducción deportiva con el resultado que veremos, como adelantamos, más adelante.
Un Passat como tantos
Por fuera el GTE no parece un Passat fuera de lo común. Ya tuvimos la ocasión de probar este modelo muy cerca de su lanzamiento y se mantienen esas líneas sobrias pero con ciertos guiños deportivos que han modernizado de forma notoria esta última generación de la berlina alemana y le han dado un aspecto más dinámico. Solamente hay detalles estéticos como las luces diurnas que tienen una forma distinta, decoraciones en color azul bajo los faros y en otros elementos del exterior (como el logo GTE) y el diseño del paragolpes, además de la zona de la rejilla delantera donde se ha hecho sitio para la trampilla que abre el enchufe para cargar la batería.
En el interior encontramos espacios amplios y excelentes acabados, de esos coches en los que le da uno ganas de mudarse una temporada. Unos asientos delanteros con todo tipo de regulaciones, cómodos y con una buena sujección necesaria para cuando, como veremos, el Passat decide desmelenarse. Los acabados ya los disfrutamos en la anterior prueba de la berlina alemana y la calidad sigue ahí con materiales plásticos, telas y cuero de calidad. Como pasa con el exterior solamente ligeros detalles delatan que estamos dentro de un GTE y no de otro modelo de la gama Passat: ciertos detalles en color azul y la insignia GTE en la base del cambio DSG.
El aire deportivo no es demasiado acentuado por lo que si buscamos una estética más agresiva no estamos este modelo no nos la va a proporcionar, los detalles son puramente informativos como para sugerir discretamente que sepamos que no es un Passat al uso. Tras el volante encontramos la pantalla que hace las veces de los indicadores de información para el conductor, podemos modificarlo a nuestro gusto y mostrar la información que nos interese. En el caso del GTE esta posibilidad es más importante que en otros casos porque seguramente necesitaremos tener en pantalla más información que habitualmente.
Mucha información
Tanta información que a veces se hace difícil tenerla toda presente. Hay momentos en los que veremos en pantalla la carga de combustible, el modo de funcionamiento del sistema híbrido, las revoluciones del motor, la marcha de la caja de cambios, el consumo instantáneo, el consumo medio, la dirección en la que estamos conduciendo, hora, temperatura ambiente, estado de control de cambio de carril, velocidad instantánea (tanto en el dial como en cifras), autonomía, carga de la batería, porcentaje sobre la autonomía máxima… Todo esto, claro está, sin contar con los indicadores de intermitentes, freno de mano o de averías y otras incidencias que están fuera de la pantalla LCD pero que ocupan el mismo espacio visual. Y tampoco contamos que entre los dos indicadores podemos por ejemplo mostrar el mapa del navegador o el funcionamiento del sistema de propulsión, rizando el rizo vamos.
Es mucha información, incluso para el excelente Digital Cockpit de 12 pulgadas. Pero es lo que tienen estos trastornos, a veces inducen a confusión… Obviamente la información que muestra esta pantalla cambia según el modo en el que estemos pero siempre tendremos muchos datos bajo nuestra mirada. No discutimos que sean útiles, seguro que todos son fundamentales, pero en esto Volkswagen debería hacer un estudio más profundo sobre experiencia de usuario para mejorar ciertos aspectos como eliminar información redundante y destacar aquellos datos que son más necesarios para el conductor. En cuanto a calidad nada que decir, la pantalla es más que sobresaliente en todas las condiciones de luz. Tras todo este tiempo la verdad es que los indicadores digitales en forma de pantalla nos han conquistado, sobre todo si tienen la calidad de los de Volkswagen.
Bien para viajar… ¡muy bien!
En la parte de atrás más comodidad. El espacio que han conquistado los diseñadores e ingenieros de Volkswagen permite viajar muy cómodos en los asientos de los pasajeros, incluso es tolerable cuando viajan tres adultos de cierta estatura. Atrás disponen de doble boqueta de aireación y espacio de sobra para las piernas. El maletero es otro de los puntos fuertes del Passat: 586 litros y buen acceso, aunque no tan bueno como en una versión ranchera pero bastante cómodo en cualquier caso.
Llegó el momento de poner a prueba las múltiples personalidades del GTE. La primera sensación es la de silencio absoluto, ni siquiera una pequeña vibración, no solamente porque la insonorización del Passat es excelente, sino porque arranca en modo eléctrico (a menos que lo hayamos configurado en modo carga contínua). En primer lugar probamos el coche en su modalidad híbrida que es la que funciona por defecto. La suavidad notada en el arranque nos acompaña todo el tiempo que esté funcionando el motor eléctrico. Al acelerar o al alcanzar cierta velocidad (alrededor de 100 Km/h) el motor de gasolina entra en funcionamiento, pero no se nota un cambio brusco y tampoco aumenta el nivel de ruido. En todo momento la intervención del propulsor de gasolina es extremadamente suave.
Un cambio superior
Una de las grandes bazas del GTE es que dispone del cambio automático DSG, no solamente porque aporta un cambio automático «de verdad» frente a los cambios de variador que proponen otras marcas como Toyota, sino porque como cambio automático es excelente. En su funcionamiento en ciudad, hábitat preferido del funcionamiento híbrido, la suavidad del cambio se une a la del propulsor para proporcionar un confort muy alto. Y si necesitamos que el coche responda la rapidez con la que el cambio reduce para poder disponer de la máxima potencia hace que sintamos que tenemos a disposición todo el empuje en todo momento. En cuanto a los consumos en ciudad en modo híbrido hemos medido algo más que otras berlinas híbridas (sobre los 5 litros), pero hay que tener en cuenta las características únicas del coche y una masa considerable. En terrenos mixtos hemos rondado los 6 litros y medio de consumo.
El modo puramente eléctrico está pensado únicamente para trayectos realmente breves. En invierno es difícil que logremos superar los 45 kilómetros (siempre sin salir mucho a carretera) pero si el lugar de trabajo o a donde nos tengamos que desplazar está dentro de ese rango es la solución ideal. Podremos realizar la recarga en un enchufe normal en nuestra casa para lo que necesitaremos más de cuatro horas para recargarlo y conseguir el máximo de autonomía. El funcionamiento del coche en modo eléctrico es impecable, pero tenemos que tener en cuenta que se trata de un motor de 116 caballos por lo que no podemos pedir grandes prestaciones.
En cualquier caso el cambio DSG en combinación con el modo eléctrico hace que se aprovechen muy bien esos caballos y que no tengamos problemas en arrancadas y recuperaciones (el máximo par y potencia está a disposición en todo momento). En este caso el cambio tiene un modo adicional, la posición B, en la que se maximiza la recuperación de carga y que por consiguiente frena más el coche al soltar el acelerador. Para los ansiosos por quedarse son carga el Passat se ocupa de que el motor de explosión entre en funcionamiento si se agota por completo. En este caso el coche entra en el modo híbrido que ya hemos descrito. Gracias al sistema del coche podremos controlar en todo momento la carga del coche para tener más control sobre la autonomía en modo eléctrico y saber si dará tiempo a la recarga de la batería.
Cargando con gasolina
El modo de carga no tiene demasiado secreto, en este caso el coche funciona solamente con el motor de 156 caballos de gasolina. Más que suficiente para mover el coche pero obviamente perdemos enteros en confort y consumo. Podría utilizarse para cargar la batería si tenemos previsto a continuación o al día siguiente utilizar el modo solamente eléctrico y no tenemos acceso a un enchufe para la recarga, pero lo cierto es que lo más eficiente suele ser el modo híbrido, en el que la carga y en general el funcionamiento del sistema está optimizado por el ordenador. Es una posibilidad que no utilizaremos demasiado pero permite poner a prueba el buen motor de gasolina de Volkswagen.
Antes de pasar al modo más «radical» hay que apuntar que además de las personalidades en cuanto a propulsión, el Passat permite combinarlas con distintas configuraciones que modifican el comportamiento del coche, por lo que finalmente la cantidad de modos se dispara casi como la información en el digital cockpit. Desde el botón junto al cambio y consultando la información del sistema de infoentretenimiento, podemos elegir entre comportamiento eco, confort, normal o sport además de la opción de configurar por nuestra cuenta los parámetros del coche si escogemos la opción Individual.
El GTE se pone serio…
En modo GTE todo cambia. La racionalidad y la suavidad pasan a un segundo plano y el motor eléctrico y el de gasolina funcionan constantemente y con máximo rendimiento. El motor de gasolina además pasa a tener un nuevo mapa de combustión, cosa que se nota inmediatamente di aceleramos ya que el sonido que proviene del capó es mucho más ronco y deportivo. En este modo también se endurece la dirección y la amortiguación además de cambiar el display para mostrar un cuentarrevoluciones de tamaño completo y ocultar la información de carga o de uso de la batería. Total, vamos a exprimirla al máximo…
Ya hemos conocido al ciudadano amable y cumplidor e incluso ahorrador en teritorio urbano. En el modo GTE el ciudadano se desprende de su traje, arroja sus gafas y muestra su traje de superhéroe. Son 218 caballos y 400 Nm, pero es que en algunos casos incluso parecen más porque el motor eléctrico siempre está dispuesto a cubrir a su compañero de gasolina en los momentos en los que suelen flaquear. Y es entonces cuando el cambio DSG se encuentra realmente a sus anchas, apurando las revoluciones para darnos lo que queremos, una respuesta rabiosa e inmediata a nuestra presión al acelerador.
El Passat GTE en estas condiciones se convierte en un coche divertido. No se trata de un deportivo y eso se nota en los terrenos más virados, pero en curva no nos dará sorpresas desagradables ya que hay abundante electrónica (desactivable, eso sí) que no permitirá ningún sobresalto. Aunque es algo absurdo fijarse en los consumos, en estas circunstancias el GTE no se anda con remilgos y puede superar los 15 litros de consumo, lo cual todo sea dicho tampoco es una locura si lo comparamos con coches de gasolina o incluso diésel de potencia similar sometidos a una sesión de diversión con asfalto.
Hemos dejado a un lado el análisis del sistema de entretenimiento que ya probamos con el Passat con motor diésel. En este caso se ha añadido información del funcionamiento de los propulsores del modo híbrido, de forma similar a la que se muestra en los Toyota híbridos. Podemos ver en todo momento cuándo entra en funcionamiento cada propulsor, si estamos cargando la batería y qué carga nos queda. También muestra el mencionado gestor de recargas eléctricas, no demasiado sofisticado pero útil para hacer seguimiento de las mismas.
Conclusiones
Cuando a un coche se le dota de tantas personalidades quizás se corre el peligro de no entender qué nos quiere decir. En el caso del Passat GTE al principio nos pasó un poco eso y para explicarlo lo mejor es repasar lo que el Passat GTE no es. No es un híbrido que sea el máximo ahorrador de combustible en ciudad, no es un coche eléctrico cuya autonomía nos permita utilizarlo a diario y en cualquier circunstancia sin consumir gasolina y tampoco es un deportivo al uso por su peso y carrocería. Con estos mimbres este coche alemán corre el peligro de que la crisis de personalidad se agudice, pero creemos que no es así.
Cuando uno se hace a todo lo que ofrece el Passat GTE empieza a apreciarlo, sobre todo en su versatilidad. Y eso se puede ver revisando lo que sí es. Si conducimos tranquilos podemos ahorrar mucha gasolina y si nuestros trayectos son cortos incluso podemos prescindir de ella, pero sobre todo tendremos siempre a mano la posibilidad de soltar las amarras y darnos el gustazo de sentir 218 caballos perfectamente alineados para correr. Cosa que no podremos hacer nunca con un deportivo, que siempre nos penalizará en consumos, ni con la mayoría de los coches híbridos o eléctricos (con permiso del Tesla S y algún otro que vendrá) para los que lo deportivo no va con su filosofía. En definitiva, no es un coche para todos los públicos pero si logramos comprender su espíritu… no querremos otro.